martes, 23 de julio de 2013

marginalia florecida

Loca sin locura, sigo caminando salteadito por los márgenes de la vida. Los que -ya sabemos, ya lo he trillado- germinan en el centro.
Nada se desgaja si no se corta el nodo, aunque parezca que su némesis está en los bordes.
Pero los bordes son demasiado lejanos, las más de las veces reafirman la pasión por el núcleo condensador de lo que se dice vivible.
Los márgenes centrales son harto más poderosos.
Y más peligrosos, a veces es difícil distinguirlos del simple centro.
Caminando salteadito, arrayuelando cielos e infiernos, árboles míticos y baldíos sin nombre, el poder despliega alas de mosquito dragón para despertar a las diosas ctónicas del alma.
Y el alma ya no es grillete, ni pagaré del demonio.
Ni espadas ni cruces marcan ya el destino de la tumba.
Los márgenes de la vida van en bondi a curar la tierra.
Vuelven en bondi a respirar el aire infecto del suburbio conurbano.
Patean piedritas y se cruzan de vereda bajo la luz amarilla de su territorio nocturno.
La loca sin locura se repliega en el pasado y lo explota hacia adelante: las visiones nacidas del miedo logran finalmente ganar la calle.
Anónimas y fragmentarias, se mezclan en el hilado de la gente para renacer el don de la inocencia.
Es invierno. En la era de lo que duerme a punto de amanecer.