miércoles, 28 de diciembre de 2011

La fiera

La fiera nunca abandona su territorio
imbrincada en la carne y el hueso que
además de su alimento
son su hogar

a veces le ponemos el vestido amable
de la palabra
o la formidable armadura
de las estructuras conceptuales
los sistemas de creencias
y las prácticas religiosas

otras veces la encorsetamos
con la parafernalia ortopédica del buen bestiar
el descontrol guionado
el pedacito de la manzana que nos es permitido morder
sin atragantar

la fiera contempla y se lame
tranquila
en su territorio de sombra
que tanto se parece
al origen de la luz

viernes, 23 de diciembre de 2011

Novus Terra I

porque es en esta tierra donde se arremolina el agua en los cordones y corren los ríos hacia una libertad de desarmadero, o bien se estancan en la senda sinuosa del presente o se deshilachan entre el verde de los esteros (hoy es la tierra ese gran libro perdido ese tesoro añorado ese mapa con una cruz marcada donde dicen se abren las puertas del porvenir)
es en esta tierra donde se repite el ritmo sagrado y se dan las pistas para la gran gesta y nacen y se crían los héroes necesarios para que la rueda siga masticando nombres y coordenadas mármoles y huesos viejos con dentadura de oro
esta tierra donde pelean los gatos su territorio y su derecho a coger y las aves deben darles a su vez pelea para ganarse el derecho a los cielos
tierra cruel donde la belleza no tiene otro patrón que la victoria

lunes, 12 de diciembre de 2011

Aroma

Capaz ya estaba de antes pero yo lo ví esa mañana, brillante en su negrura y grosor fuera de lugar [la sombra alada de mi boca, el ribete oscuro de mi habla, la rebelde pilosidad de mi bigote -me recuerda a abigeato, esas asociaciones sonoras que no tienen nada que ver pero que tanto bien le hacen a la poetita que se la da de original y verborrágica- el delicado esfumado de encajes y brocatos en torno a la suave seda de mis resquebrajados labios del invierno]

Lo descubrí al mirarme en el espejo del ascensor, ya bien salida rumbo a mi trabajo en el mini-histerio. 'Ta madre' me dije, así como dije 'Dejame de romper las pelotas' al viejo que casualmente me rozaba una teta cada vez que solícito corría la puerta plegadiza para que entrara o salieran personas. 'Tengo bigote y encima esto'.

El bondi iba lleno, como siempre. Una audiencia enorme para mi desidia depilatoria. En burda estrategia me abrí la campera y desabotoné los dos primeros botones de la camisa hasta pelar encaje. 'Que miren más abajo, la puta madre'.

Logré hacerme de un asiento junto a la ventanilla. Fingí dormir ladeando estratégicamente la cabeza. Debajo del Jadore podía sentir el olor a ya usada de la camisa del uniforme. Y, aún más esquivo, un perfumito acebollado de lo más parecido al chivo estival. 'Qué hormonas de mierda, qué está pasando????'

A dos cuadras de la parada me avivo de que no había manera de llegar a tiempo a la puerta de atrás. Igual lo intento, empujándome con fuerza del barral del techo, bamboleándome para tomar impulso y abrirme camino entre la masa amorfa y adormilada de las 8 de la matina. Llegué a sospechar que mis olores se estaban descontrolando por demás, porque el gentío compacto se abrió dócilmente y hasta tuve tiempo de tocar el timbre para bajarme justito en la esquina del laburo. Para variar, el chofer del bondi no atinó a acercarlo a la vereda y tuve que saltar. Extendí la diestra y ahogué un grito, que en ese momento no encontré gutural pero que tenía una fuerza ancestral galopándome en la panza. Me miré la pierna: por debajo de la pálida panty se escurrían pelos largos y agudos, negros, negros como había sido mi melena antes-de.

Supuse que era sugestión, pero al caer a tierra y empezar a apurar el paso, sentí el calor de un acolchado extra en la entrepierna. Me abalancé sobre la puerta de dos hojas del edificio del mini-histerio. Un compañero entró antes que yo y, sin verme, casi me cerró la puerta en la cara. Atajé el vidrio grueso en vaivén, que rebotó y le pegó a mi compañero en la nuca, sacándole sangre y dejándolo tirado histriónicamente en medio del palier. Me agaché a ayudarlo, puse una mano sobre su pecho y aullé ante la visión de mis uñas marrones y corvas, enroscadas sobre sí mismas. Retrocedí acuclillada,  mostrándole el hocico a la gente que me miraba. Olí un olor ácido en aumento. El aire del palier se volvió irrespirable. Empujé a las personas que estaban entre la puerta y yo, y escapé nuevamente a la calle.

Olí otros olores. Algunos me hacían salivar, otros me mojaban la mata peluda entre las piernas. Busqué refugio en una terminal de trenes, camuflada entre cajas de cartón y frazadas meadas. Descubrí la libertad de cagar cuando y donde se me canta. Cagar y todo lo demás.

A veces miro las publicidades en la vidriera de la peluquería de la estación. Esas pieles brillantes, turgentes, lozanas. La vieja sensación se apodera de mí -sensación más vieja que mis edades- entonces aúllo, me escondo en mis cajas de cartón

y pensando en esa carne me relamo.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

scalperdixit 1

epistemología de abajo de la mesa, esa mirada que ve bombachas sucias y medias agujereadas que no están destinadas a la exhibición. testigo del asesinato de las formas ideales, no puedo más que regodearme en esa masacre, solamente para construir este inquieto imperio de lo inasible y reptador

domingo, 4 de diciembre de 2011

revelada

Me miran con ojos de 'acá estoy, será posible, será alguna vez posible el tiempo del aire?' mudas desde esos papeles de brillo variado y edades dispares. Me miran hablándome de flores nacidas en lo salvaje cuyo perfume es dulcemente podrido y atrae a todos los insectos de la tierra para esparcir la semilla impensada, y dar a luz el fruto indecible de lo que no se sujeta al dictamen de un ejército de sommeliers y perfumistas, las narices privilegiadas de una especie que apenas puede disimular su mugre en vez de darse cuenta y celebrarla.

/agazapada en mi lóbulo derecho luego salta y ataca fieramente vencedora muñida de escobas y detergentes y desodorantes de piso y suavizantes para la ropa y un fulgor terrible en forma de visión maravillosa donde todo es resplandor y aroma y música suave luz dorada una esposa madre vestida de doris day que deja entrever un portaligas color borravino debajo de su pollera acampanada de ceñida cintura que cada tanto alisa con sus manos porcelánicas de dedos manicureados hasta el vértigo como el vértigo que dan sus altos tacones agudos tan pero tan agudos como roma es su promesa y chato el destino pero qué bello seguramente bello y muerto detrás del odex el blem y la minipimer/

Me siguen mirando con caritas de 'abrinos la puerta el horizonte llano nos llama a correr por las venas de esta ciudad de barrios coloridos y señoronas con várices en las piernas que chancletean arrastrando en changos la firme supervivencia de su prole tremendas matriarcas de caras gruesas y ubres adormecidas' y enciendo velas a todos los santos de la tierra que nunca ascenderán a los cielos que los hombres diseñan en sus cabecitas alucinadas, cielos que nos repudian y los desprecian, cielos de sociedad perfecta pos revolucionaria, de justicias imposibles, de indignaciones por lo distante mientras a tu lado se petrifican tus pocas posibilidades, cielos invernales de divinidades congeladas o muletitas del ser, cuando a tu lado tenés a tu compañera desarmada en la lucha cotidiana del transcurrir pero sin el glamour de la promesa vana y el deseo distante.

/recién llegada de sus caravanas a lo posible me pone una mano en el hombro y acompasa mi tipear para luego abrir las ventanas de mi único hogar de mujer sola el eterno recinto que me sostiene tanto como me derriba porque es donde se guardan las pocas verdades de la vida que más o menos se mantienen estables durante el tiempo en que una nace y una deja de ser la verdad de lo inasible de esa mirada de lo lacerante de sus miradas y deseos la verdad del ansia de ser libre de ser entera de no volver a abrir las puertas al enemigo amado amado enemigo destructor y seductor que nos tienta a mí y a las demás con la fotografía bella de la completud y del camino compartido pero por debajo de todo ello sigue la amenaza de perderlo todo a cambio de ser quien se es y abandonar los rituales que bien sabemos mueven al otro y lo dejan rondando la casa de una misma sin atravesar jamás esos portales sagrados en donde realmente nace el amor/

Me miramos porque una de ellas que me miran soy yo desde el pasado llamándome desde el futuro o más bien desde el espacio atemporal del ser cerrado en sí mismo.

Ya es tarde.
Abrí todas las puertas y la tormenta destruye el orden doméstico-sexual del imperio.


miércoles, 30 de noviembre de 2011

Bonaerensis


Derrotero conurbano
de mate en vereda y faso esquinero
terracitas ferroviarias donde la tarde cae de rodillas oxidadas
frente al templo abandonado de una mujer,
donde dos nenas dejan ramitos de manzanillas
y pierden un poncho.
Noches estacionarias
en las pancherías del buen morir
buscando librerías inexistentes
de esas que solamente atienden
en el centro.
Amaneceres en la jungla de baldosa vainilla
donde aves ignotas pegan alaridos ante la luz
gritos tan agudos como los de nuestros ojos
que al partir de lo oscuro se florecen.
Bondis roñosos
boleto sobrepreciado
baldíos meados
y la luz dorada del otoño
en el paraíso denfrente.

En territorio conurba
la promesa tiene el sonido sordo
de una ruta cargada,
de una autopista que arde
y de una vía infinita
que nunca se alcanza.

sábado, 26 de noviembre de 2011

50 palabras para decir nada

Tratado acerca de tu silencio.
De tu escamado hablar, movimiento serpentino de la lengua que, a pesar de su ofídico afán, no tiene los dobleces que gustarías: te delatás en cada circunvolución de la palabra /sin corazón que te acuse con su ventrículo encendido y la furiosa sucesión de sístoles y diástoles forzando confesiones/
Es que para confesar ante juez, cura o analista hay que creer en algo parecido a una instancia superior -eso te aterra, todo tu viperino decir es evasión y encubrimiento de que hay algo y lo sabés pero no te creés digno o a la altura. Por otro lado, para confesar también hace falta saber qué -a menos que en un instante de iluminación intramundana caigas de rodillas pegándote en el pecho asumiendo culpas por puta vez en tu vida, ese instante preciso y fundamental para empezar a reconocer que las culpas no existen y que el único ser que te acusó con un dedo fuiste vos.
Pero allí vas. Disfrazándote en palabras de sexo lateral y misterio, tejiendo una promesa que sabés falaz, un velo sobre el precipicio de tu pequeñez negada. Terror a no estar en el centro de mi mirada, ¿verdad?
Terror a no existir, a perderte en el mar de los cambios en silencio.
Terror a mirarte en espejos sobre los cuales no puedas ejercer tu seducción ritualizada. El exitoso acto de escapismo, mini-houdini del ser.
Tu silencio vestido de lenguaje es una elegante combi trucha hacia ningún lugar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Femeniña y naturral.

Miles de años contra una era sin fin. La era de los cuidados maternales que se te clavan en la nuca y te revientan las sienes cuando todo parece ser punta de lanza y verga al poniente.
Te cuesta tanto dejártela poner. Aprender a recibir el diezmo por ser la carne caliente de los sueños.
Otra cuestión sería si las cosas fuesen diferentes -me río sola porque todavía sé jugar con ese decir de nadas repicando entre los dientes.
Hay una rima que se escurre entre renglones marcando el ritmo de la vida. Un adn reptante y malhablado que se suena los mocos contra el polvo del camino dejando un reguero de pegote y verde de lo más parecido a un sembradío. Contrasurco en alto relieve que se para en puntitas de pie para notificar al sol a todas luces que las estrellas brillan mejor en medio de lo oscuro.

martes, 22 de noviembre de 2011

cucaracha on the rock 2

antes les temía -para ser precisa temía la sensación de ser incapaz de matarlas y quedar así a su merced- ante su vista me paralizaba -era en la época en la que palabras musicales con gustito a muerte me nacían como piedras preciosas para que yo ande engalanada enjoyada emperifollada pero sin coger, eso sí- les temía con repulsa y espanto -justamente con la misma repulsa y espanto con que me temía a mí misma el análisis no es profundo ni tiene demasiados vericuetos pero es así aunque venga sin metáfora sorprendente ni floritura trágica ni un resabio pizarnikeano que nunca fue de nadie más que de alejandra- les temía con insomnio y temblores -repitiéndome en sus repeticiones oh poetita trágica del bello decir en el encierro piensa en rimbaud recuerda a rimbaud no olvides a rimbaud que es mejor morir sin pierna después de haber pateado lo suficiente- les temía con resentimiento -por su cómodo habitar lo inmundo y alimentarse de lo oscuro y guarecerse en lo fétido y transitar cabeza abajo el mundo y yo no podía poetita trágica del bello decir yo no podía más que decir bellamente y enredada y emular los hábitats inframundanos con mis seres llenos de fría luminiscencia pero- antes era otro el tiempo (era el tiempo en que temía) 'ahora' no corre agujas ni displays brillantes el temor es una culebrita inquieta que se espanta con dos aplausos digo mucho menos hago mucho más no me sumo a la mugre pero no la reniego ni la lloro
y sí 
puedo aplastar cucarachas hasta hacerlas reventar

viernes, 18 de noviembre de 2011

Sabor a mí

Vuelvo sobre mis pasos al lugar donde mi nombre es uno pero tiene ecos impensados.
Evoco una jinete en el llano.
Evoco una mano alzada en la inmensa tierra de las dunas.
Evoco un pecho de seda cubierto con perlas de sangre.
Evoco las marcas del hoy y del mañana.
Llamo al aire porque soy hija del aire y del aire vengo y en el aire moriré, llamarada intensa que puede durar un segundo pero arde el universo.
Es imposible quemar el pasado. Desaprender sus laberintos. Lavar sus rituales sobre el cuerpo y la mirada.
¿Será por eso el empeño en poner a mi disposición los reflejos paródicos del alba?

Quizás algún día simplemente ya no duela.

poot poot poot

puteada furiosa a las cadenas del deseo casa deseo hogar deseo paz deseo calma -el sedentarismo a cococho del dolor- puteada furiosa a la compulsión abierta del deseo horizonte deseo aire deseo guerras deseo tormenta
puteadas puteadas
furia furia
patadas al todo, al gris, al pentagrama y a las gramáticas del día o del sueño, grillas de mierda literalmente de mierda
resabios del engaño del ensueño doliente
del conocimiento del hombre y sus veleidades su carencia de cuidado su desapego a la penumbra de la vida
puteada furiosa a sus escalafones
a los calentadores del alma para que se infle como esfera aerostática y vuele lejos lejos lejos hasta que recuerda que le falta el calorcito manso de las buenas palabras y caiga y desesperadamente regrese
y por furia furiosa
que no las encuentre

martes, 8 de noviembre de 2011

libertad libre


vengo de la charla franca
de la inocente parla sin floritura
de quienes me aceptan sin
entender
de quienes me aman sin
indagar
de quienes me cuidan con
la simple generosidad del día
compañeros de la nación sin nombre
que sostiene la vida

a ustedes


alucinados
escapados de su vida vida
bailan minués cortesanos
rituales titiriteráticos
que deforman sus humanidades
distraen la atención de sus miserias
de las violencias domésticas o laborales
de las disociaciones cobardes
o de sus avideces inconfesables
entonces se endurecen
paso a paso se transforman en metales
mal habidos
y
lejos de los museos
o de las cunas bullientes de lo que nace
se desarman
en viscosas emanaciones de podrido

es así como vuelven a ser
lo no-nacido

martes, 25 de octubre de 2011

En lo baboso del día

Ah, la felicidaT, la felicidaT...!
Atravieso la masa babosa de la felicidá, ese líquido amniótico del que nunca quise haber salido, re-estrenando doble corbatín para que una mano previsora tenga otra vez que sacarme a flote desatornillándome y que así se repita el tiempo de los tiempos.
La felicidádorada, la simple felicidá de lo que fluye sin esfuerzo.
Pero.
pero pero pero pero pero pero
No es como antes. No me complace fácilmente mi nuevo viejo estado branquial. Ni los procesos de ósmosis y vejiga natatoria -todo es tan extremadamente celular.
/recuerdo el aire
el frío aire del in(v-f)ierno
porque quién carajos cree que el infierno arde
y que en el junio sureño no se puede morir quemado
pero yo recuerdo el aire
cortante
que me enseñó los caminos de la espada gemela
y del preciso escalpelo cirujano
y con eso a cortar la baba babosa oleaginosa y magmática
de lo feliz doloroso amoroso odioso y todo los osos
que te embadurnan la mirada
como melaza negra del color del cielo que
bien sabemos
es blanco/
Alguna vez recordé el aire
y el azul intenso de los ciclos otoñales
-arriba azul
abajo ocre crujiente y dorado-
y las ganas de correr y el infinito campo combo del todo espacio
y las zarpas zarcillosas de un barro muertito pero ávido que me encerraba en esa casa en ese cuarto protegida de la propia luz y de la propia mirada atrapada entre cuatro paredes y un laberinto artero en donde abrir una puerta era lo más parecido a cerrarla y arreciaba el silencio al mismo tiempo que a cocción lenta se cocía la voz clara y los ojos negros invocaban algo de lo que nunca sabré el nombre pero se siente como casa
/ahora mismo recuerdo el aire
la libertad del aire
corriendo incansable riendo como loca
las enseñanzas del aire
sus lecciones acerca de la nadidad y de lo pesado
su débil sustancia
que permite la música
y todos esos demás dones que de algún lado me tocan
y me gritan
recuerdo el aire
y dice mi nombre/
Entonces vuelve la felicidaT con sus manazas de madre asesina.
Pero gracias a dios o a alguna otra cosa que no soy yo pero me habita, gracias a eso, descubrí los 'peros'.
Y es 'Madre asesina, venga a tomarse unos mates. La vida es dura, lo sé. Qué se le va a hacer. No se preocupe. Tome, tenga un sacramento o un cañoncito de dulce de leche. Pan con manteca y azúcar. ¿Yo? No, yo a la manteca le pongo sal. La insulino resistencia, sabe.'
Y la acaricio con la mirada, y la escucho en su miedo terrible de perder y de ser nada. Y la amo. Madre asesina. Y lo amo, Padre ausente y aterrorizado(r).
La felicidaT ya no es almíbar para un duraznito bebé. Es esta agridulce sustancia en la lengua y por fin el aire entretibio de los ciclos intermedios.
/es que recuerdo el aire/
Y me ducho con las caricias de un hombre y me duermo con su pija innombrable clavada bien adentro en acto de posesión, de tierra conquistada.
/aunque ojo, yo recuerdo el aire/
Nunca pacto ni traición, testigo pequeñita memoria inmensa. Amo los caminos que se alejan de la academia. Y que se alejan de los que se definen por su distancia de la academia. Mi felicidaT se escurre en adoquines y cordones mal picados, repica como campana en las maledicencias vecinales y estalla en los ojos de una parroquiana de lengua mordaz o en las galanterías del fiambrero del barrio.
/recuerdo el aire de esos días
cuando dejábamos mazanillas en el busto abandonado
en los talleres vacíos
del ferrocarril Belgrano
y la libertad de un fasito a escondidas
la libertad del aire
cuando la felicidad
dicen
no era mía/
Madre asesina. Padre ausente y aterrado(r).
Esta es mi vida.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La devoradora.


Es una mujer hermosa. Al margen del diseño mercantilizado del cuerpo. O de los antiguos diseños rituales. Su carne encarna la maravilla de la resistencia. Marca sobre marca, su piel es el mapa de todas las cacerías y batallas. Andar desandado, cantar rasposo, mirar de costado.
Esta mujer hermosa ríe como cualquier entidad del infierno.
Pero no.
Se filtra entre biblias y calefones. Entre artículos de toilette y cremas para las erecciones. Entre controles remotos y libros conseguidos en las demoliciones.
Su sombra se desparrama por las paredes y cielos rasos como una cría impredecible e inquieta. Hermosa de toda hermosura, puede asomar su mano de uñas largas y marrones por debajo de tus sábanas. Por detrás de tu almohada. O rasquetear incansablemente las puertas corredizas de tus placares hasta que Pompón despierte y maulle su cantata lunar y dormir sea imposible.
Su hermosura repta onduladamente sobre rastros de humedades insondables que manchan la alfombra y queman el piso flotante de roble de eslavonia. Sedas, oropeles, cascabeles y colecciones completas de la taschen, todo mancillado por la arcilla degenerativa de su tacto gomoso (ella, tan hermosa).
Y también en cacerolas y cocinas económicas. En planchas de lavar, en planchas de asar, y en las planchas de simplecitamente planchar. Todos los enseres domésticos tienen su toque medular de hermosura gracias a ella, aunque más especialmente las batidoras y todo lo que así asemeje al órgano prescindido y, por ende, ya remplazado.
Las ventanas. Las ventanas semiopacas donde se refleja para limpiarse los dientes cubiertos de podredumbre y metal que son su orgullo. Los postigos que se cierran a su paso y la risa desbordada entretejida en cánticos y letanías. Su llamada persistente en cada puerta de cada casa de cada cuadra de cada barrio cada noche de cada invierno de cada año bisiesto en que llovió el 29 de febrero (su hermosa pasión por las disimetrías).
Es que ella es una mujer hermosa. Más allá, a través y por gracia de, vive entera detrás de tu espalda, en el rabo cortón de tu ojo y al límite justo de lo que sos capaz de escuchar.
Ella te toca. Se complace en tu inconciencia. Te mete dedos, te mete lengua, te metería una pija si tuviera. Te llena la boca y te sofoca en sueños, por eso despertás con ese regusto aconchado entre los labios y decidís cambiar el cepillo de dientes u omitir los enlatados a la hora de cenar.
Ella te roba prendas usadas y se regodea en sus olores rancios. Deja que crezcan todos los hongos y que se lluevan las paredes, que se tejan las telarañas y que ácaros y hematófagos te saltimbanqueen a la buena hora del descanso.
Ella te habla por sobre el hombro, te chupetea la nuca y te llena de mocos el cabello. Roba recortecitos de vello púbico y las colillas que acabás de descartar. Bebe de tu mismo vaso, de tu mismo lado, para inundarte con todos sus secretos que te empecinás en olvidar.
Ella.
Abre la boca.
Hermosa cara dentro de la vasija del inodoro.
Y te reclama toda tu mierda, mientras inocentemente creés que sos vos el que decide cagar.

Los putos del clavo.


Travestidos
adornados con confites de otras ceras
reverseros reversibles con reserva y contramarcha
altaneros de plataforma y lamé
lengüetadores de la raja sudorosa del mañana
los malhablados suripantos del filo
soplanucas levanta tapa de los sexos
ellos
en la sombra virgen de su sombra
se dejan
y se clavan.

Señor Perfectito II


Alergia a la palabra rimbombante
y a los poetas franceses del siglo diecinueve
a las marchas galanas en pos de la victoria
y a los llantos interruptus del que no puede ni quiere.

Tanta anormalidá
circunspecta rebeldía del detalle
salta /hagocomoquehagocomoque/
y la historia te dicta su dictado gerencial
-vos, putita secretaria
dactilógrafa del invierno-

sábado, 15 de octubre de 2011

mambl rambl fai

...los confines lejanos, la palabra añeja, la visión perenne y los bosques caducos que se reciclan y otorgan una dimensión nueva al concepto de eternidad /la eternidad que se revuelve en sus múltiples diferencias internas para no ser más ni menos pero tampoco nada, tampoco muerte ah esa señora enseñoreada a la que le dedicamos palabras y silencios, puños furiosos cejas alzadas y mucho más en formato mambl rambl así todo apalabrado como para ocultar que el sentido se crea justamente aquí/ entretejido en conceptos y poéticas, el amor navega territorios hostiles como un héroe manco y un rey tuerto, acariciados por las alas de los cuervos, pendientes del sonido aireado que indicará la buena hora de completar el monumental destino que hoy es solo un delicado pero definido tapiz de lo (h)a(c)sible y accesible o no sé si tanto, pero el derrotero del amor sale de su rémora de derrotas, remueve los rescoldos de la memoria *sobre todo de la más poderosa que es la memoria de lo no acaecido -que no confundo con la memoria de la promesa que te alecciona sino que es la memoria de las alas que alguna vez hacia adelante ya habías tenido/ y ves las alas de lo pequeño comiendo empanadas bajo este sol, en este día, viajera de las noches, de todas las noches y de esta noche, bajo este sol en este día que será incapaz de borrar la noche que en sí misma te constituye, ese momento silente al margen del mundo en el que te das cuenta de que el corazón del mundo está en sus márgenes

y allí latimos

en los espacios improbables

poesía ardiente poesía mansa y subrepticia

celebración de una especie que

dormida soñada o en vela

aún así
insiste.

domingo, 9 de octubre de 2011

We are golden we are golden!!!

Dorados. Como la niña del sol que supe ser. Como el tequila que me besó en los labios esta noche. La eterna novia de lo oscuro, prometida de los sueños prontos a ser reales. La amante de los días de paso, concubina de los amaneceres. La curtida esposa de las palabras. La serena viuda de toda esperanza.
Las calles, las casas, las publicidades en vía pública -con mis dedos de uñas color obispo dibujo sacrílegamente constelaciones imaginarias con aroma a sangre de ágave corriendome en las venas- porque la noche es casi casi un mambl rambl preñado de adioses y de nuncas, de cosas que el tiempo ya no permitirá y revuelan con su pila de cuentas pendientes sobre la nada para volver a mí así dorada como una niña, como el tequila, como el ron, salada como margaritas del desierto y dulce, dulce, dulce como estos ojos que saben reconocer tu costado luminoso y saben cuidar y amansar tu costado de tormenta, mientras la risa alimenta la firme noción de no haber perdido y de reclamar lo propio y de tocar el cielo, yo, conocedora de mezcales y otras aguas, despido barquitos de papel al pie del torrente y vuelvo a mi hogar a cantar los cantos de bruja solitaria que tejen otras estrellas en la aurora sureña de mis días.

viernes, 7 de octubre de 2011

El fungoso desierto de lo mojado.


El sol ardiente dora las calles de Villa Ortohongo, mientras las chicharras ardientes taladran los oídos de las transeúntes ardientes que muestran indiferencia a los piropos e insinuaciones ardientes de jóvenes y señores de la tercera edad...totalmente mojados.
Con delicadeza de gacela y tersura de glaceado salto los torrentes de lava ardiente que labran los cordones de las veredas, esquivando bultos y abultados en pos de nubes vaporosas de enduido y pintura hidrófuga. La consigna es simple: No pasarán.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El sueño de los que quedamos.


Voy a pensar una hijaputez.
Se lo prometí hace tiempo a un amigo que se iba.
Y se lo prometí a otro amigo que aún está.
El sueño de los que quedamos. De los que seguimos en la senda, bajo el ardiente recuerdo de los que no están. Ellos, aunque no ellos sino lo que de ellos hacemos una vez que ellos ya no pueden hacer nada por sí mismos, libres de su color humano, pantalla de nuestros miedos, dolor punzante y agudo que ensordece las pequeñas miserias crónicas. Engrandecidos por su ausencia. Divinizados por la distancia. Mármol o granito de nuestras construcciones monumentales.
Después de su partida, de su deshumanización terrible (de su doble muerte), ¿cómo animarnos a soñar otra cosa que lo que fue su sueño? ¿cómo decirle que 'no' a una sombra que nos acusa por seguir adelante?¿cómo escapar de esa insana envidia a lo que ahora por fin es perfecto, e intocable y más grande que la vida?
Pues con coraje y con furia y hasta con rabia, muertos de mi historia y de LA historia, los siento hirviendo en esta sangre, la de mi cuerpo, la de mi vida, la que está llena de sueños propios y camina consciente y amorosa hacia su propia despedida, sangre sagrada y viva con la que exorcizo todos sus fantasmas.

domingo, 2 de octubre de 2011

Feliz domingo.


Es domingo.
El barrio huele a flores blancas
preparándose para las comuniones.
Al margen de los ritos oficiales
camino las calles bien sabidas
hago las compras bien compradas
calculando el peso
que siempre me falta
y proyectando la alegría
en regalos reciclados
para mi niña bien amada.
Me reciben con pinceles
y macetas para pintar mímoras
y ponerme enormes lentes de sol,
comprar helados de banana
que nunca hay
Y tan luego reemplazarlo
por lo que buenamente haya.
Acompaño a mi viejo al baño
corremos la mesa para que pase el andador
escucho como música en la tele
los mismos programas de mierda
que siempre odié
y hoy
marco del recuerdo
y marco del futuro
extrañamente suenan
a bien.

sábado, 1 de octubre de 2011

U.


Granito de pus.
Cucusito mío.
Pedacito de acelga en las profundidades de los dientes.
Cachito de carne para el servicio nocturno.
No puedo más que amarte, por sostener mi alegría a las espaldas de tu berreta existencia que no llega a los talones de la verdadera miseria.
Plastiquito de las compras compulsivas para saciar mi hambre de ser otras, teneme las bolsas que me quiero probar esos zapatos.
Pool escolar que me lleva y trae mientras relajadamente pienso en otra cosa que me mueve el piso.
FM Rutina que musicaliza con letanías costumbristas pobladas de enfoques teóricos, literatura, vino de marca y broncas autocompasivas.
Por todas esas cosas te amo.
Reflejándome en tu mierda, aprendí a limpiar mi propio culo.
Y sacarte de encima.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Pilates


Y uno.
Y dos.
Y uno.
Y dos.
Y uno.
-enumerame catalogame mapeame engrilletame con taxonomías en enciclopedias diccionarios tratados del buen ser y del debo darte-
Y dos.
-enceguecete embotate sedate pasteurizate con un saché de la serenísima en la lengua y un tetrabrick como cuatro ladrillos sosteniendote como para que cagues más arriba que el orto-
Y uno.
-perdeme olvidame ignorame escapame sí, rajame como se le raja a la muerte perro negro gato blanco y tantísimas metáforas del no ser más-
Y dos.
-escondete escondete escondete cobarde detrás de tus mamotretos teóricos sin escoba y tus gafas de sol apropósitamente demodé para que parezca desprecio lo que no es más que miedo miedo miedo y no poder-
Y uno.
-no me rindo ni me escapo ni me amoldo ni me rebelo que solamente con v corta es que sirve el verbo como al papel fotosensible sumergido en sus líquidos que harán nacer la imagen y tantas cosas más de la realidad que anuncian proclaman y gritan-
Y dos.
-así no se existe y la nada persiste hagas lo que hagas, gilún-

martes, 27 de septiembre de 2011

Meditaciones con los pies en la palangana.


La vida es dura y uno saca callo. La vida es dulce y uno se vuelve insulino resistente. O sea, podólogos y endocrinólogos en pos de una normalidad de lo más parecida a la muerte.
Y uno que se queja: el agua está muy caliente, el jabón no espuma, el callo no ablanda, el garlopín se desafila, la noche pasa y mañana me tengo que levantar temprano.
Y sin embargo, ese listado de tragedias insalvables es el que me lleva, a propósito o sin él, a amanecer.

Decime qué te pica.
¿Un bicho atroz instalado en los intersticios de tu ego?
¿Una sombra falaz acorralada entre tu 'yo debo' y tu 'pero yo soy'?
¿Un grano de pimienta en un supositorio de fabricación hogareña, destinado a oscuros placeres resumidos en un frenético 'sacamelósacamelósacameló'?
¿Un forúnculo en la zona del asiento, que te impide quedarte quieto en los lugares de trabajo, o de viaje, o de tranquilo esparcimiento?
¿Una pústula en punta de la poronga, lo que te provoca dudas a la hora de mostrarla en esquinas y baldíos?
¿Un piquete en la avenida de la autocrítica?
¿Una avispa en la cortada de la pasión?
¿Una picana en el rabillo del ojo para que dejes de mirar a los costados de la zanahoria, burrito domado?
Yo no sé. A mi me pica todo el cuerpo, en una sarna que me llama a andar. Sarcoptes rebeldes y exogámicos (yo ahora uno con ellos) buscamos compañero para una rascada feroz.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Te lo agradezco pero no.


Tomá. Te devuelvo tu belleza. No, no lo tomes a mal. No es desprecio, es que a alguien le puede venir mejor que a mí. Yo tengo la mía. Una forma bella como bailarinas clásicas hipopótamos, o como araña culona que teje palabras. Sí, sí, te entiendo, querés salvarme de los suplicios a los que la sociedá condena a las mujeres feas. No te preocupes, metete la salvación en el ojete. ¡Epa! Si fue bueno para el nuestro también lo es para el tuyo, que el ojete es una región anatómica transgenérica y libertaria.
Acá te la puse, con un moñito a tono. Tu gusto es dudoso y la dejé en el mejor estado posible para que le agrade a quien se la des. No es resentimiento, no malentiendas. Queremos andar livianas, pintando bellezas con aerosoles en los murales de nuestra casa, patear calaveras mejicanas con piernas sin depilar y hermosos vellos dorados al sol celebrando nuestro presente bestia, conchas ruludas de hembra grande y no remedos de lo que no te atreverías hacerle a una niña.
Para esas cosas, y otras tantas, tu sello de pasteurizado nos molesta. Es la misma sensación que usar pantalones chicos que te aprietan los huevos. ¿Qué cómo lo sabemos?
Siglos de modas que nos apretaron las tetas para tu placer y beneficio.
Décadas de estudios que nos aprietan las tetas para tu lucro y dominio.
Y el pavor de ser un cuerpo que no nos pertenece.
Por eso, gracias.
Pero por fin, NO.

Invocaciones III


No me des tu paz, que para vivir escondidos en la mutua complacencia sobran los días y los libros de historias de vencidos.
No me des tu casa, que escalón a escalón he construido este altar al mundo que soy yo misma y no necesito ni tus techos ni tu almohada.
No me des palabras de consuelo, que ya no quiero tapar la atrocidad con el pañuelito bondadoso de la piedad y el autoengaño.
Si querés, solamente si te querés y si te place y si se te canta, dame tu mejor batalla, tu aspiración desmedida que realmente pueda plasmarse en esta tierra un día cualquiera de los que podamos encontrarnos, decir sí, decir no, y seguir juntos, y pares, y adelante.

Doméstica: con fritas.


Se me quemó el pancito, y se doró por demás la hamburguesa de pollo. EL mundo se vuelve crujidor y mis dientes tipean letras inanes sobre las paredes de la cocina-living-estudio-comedor-mazmorra mientras mi mente cita pequeñas citas de autores ignotos que usan la palabra inane y aún así como yo desconocen qué significa.
Resumiento: googleo pancito googleo hamburguesa y la wiki-al-pedia me cuenta cosas interesantísimas tanto que no recuerdo que en realidad buscaba otra cosa pero si esto me satisface es que evidentemente cita y de repente brilla la luz de la memoria a sabiendas de que lo que altamente se ilumina altamente enceguece y genera oscuridades más o menos insondables que hacen prácticamente imposible retomar el hilo pero como me paso por el orto las determinaciones teóricas acerca de lo práctico vuelvo a mi pancito quemado que reclamo como mío básicamente por el fuego sometedor al que en mi mazmorra conurbana lo he nacido y la verdá que para resumen esto resulta algo extenso y poco proclive a detectar los puntos candentes de un tema que de todos modos abordo entrando y saliendo como aguja en ojo bueno o aceituna en hemorroide y claro dirás pero qué fértil o pútrida imaginación la de esta chica lo dirás sí por desconocedor de los caminos colectivos que construyeron estos códigos secretos y por ignorar estos ojos ni mansos ni nuevos que ya no condicen con la palabra chica.
Entonces, el pancito yace quemado y ahora partido, expectante de su destino sánguche. Para que no sea menos, la hamburguesa rebosada se abre en dos dejando salir un rezumo de espinaca. Y eso es, más o menos, lo que dispara estas palabras.

(El lenguaje no merece tanto mimo. Con dos o tres pataditas en el culo, ponedlo a andar en pos de las cosas de este mundo y las visiones maravillosas de lo posible. Prestad atención a las fechas de caducidad. Como buena ama de casa o matriarca tribal, no dejaréis que vuestra gente lea mierda.)

viernes, 23 de septiembre de 2011

Invocaciones II

Te llamo.
Desde todos los siglos te llamo.
Te llamo ésta que soy ahora construida con escombro y tierra nueva vieja vieja o más vieja que las catedrales -pero y hasta por eso, más humana.
No puedo gritar ni cantar ni susurrar tu nombre porque este llamado es a lo inaudito. No sabría cómo predicarte.
Aprendedora de los recovecos del lenguaje, así como de sus revocaciones, lo indecible me acuna. Incluso me ampara.
Y así te llamo: cuerpo prometido, materia ordenando el universo cercano, visión de los atardeceres en campos labrados o ciudades enteras que se mueven de regreso a una casa originaria digamos mítica pero real.
Cuando los dioses se ponen a revolver la sopa te llamo.
Donde ángeles y arcángeles dan vuelta las medias para zurcirlas te llamo.
Porque las divinidades ctónicas reclaman un asadito bajo el sol del mediodía te llamo.
Y no sé si vendrás y eso no importa.
Me basta saber la invocación volando en el aire dibujando mis gestos habilitando pequeñas puertas de servicio para saber y no saber hacer y no hacer decir que sí decir que no.
Me es suficiente encontrarme en el espejo de mis ojos tipeando entre mocos este llamado poetizado que apenas logra vestir dignamente el llamado más de tripas que lo enuncia donde vale lo simple y llano y también lo complejo y revuelto porque de todo eso está hecha la vida o al menos lo que podemos conocer de ella.
Y a lo lejos y tan cerca tiene sentido llamarte porque alguna vez escucharás o sentirás la misma ausencia y buscarás encarnar esa falta -héroe de calle de barro o adoquín impío- nacido en esa tierra de nadas que solamente habitan los que no matan la memoria según los registros oficiales.
Y verás -si es que ya no estás viendo- lo dorado brotar cuando los cuerpos hacen la alegría, lo azul danzar cuando los cuerpos escudriñan la materia y revierten los mapeados en pos de esa alegría, lo rojo brillar cuando los cuerpos se unen para perpetuar esa alegría pero todo mansamente, sin grandes fastos ni el nefasto pisotear marcial de las utopías convenidas.
Verás, dijimos, que el u topos es más poderoso cuando es sencillamente topos en camino hacia el u. Y no reniega de su semilla ni de su vieja raíz. Porque es todo ello lo que lo lleva nomás a levantar su copa caducifolia hacia el sol.
Y de vuelta en este hogar minúsculo de mí misma y mi llamado, no te nombro, abriendo la posibilidad de la presencia impensada, la llegada sin anuncio ni panfleto, caminando al borde del precipicio con tu atado de potencias al hombro y un perro fiel ladrando al paso del peligro.
Te llamo mediante el deconstructo caótico y coherente que hice de mí misma habiéndome en principio profetizado y luego herejizado los libros sagrados de mi propia redención mítica.
Te llamo desde donde llamé niña y nadie vino.
Te llamo desde donde llamé joven y nadie vino.
Te llamo desde donde llamé mujer. Y vine yo.
Porque a partir de eso supe que es posible. Empecinada, te llamo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Evidence.


El misterio es el silencio de un cuerpo que se niega a la metáfora.
Entidad no reversible pero sí flexible e insoportablemente artera.
Placenteramente artera.
El lenguaje, nuestro habla, lo viste y lo amansa.
El cuerpo se deja, al menos por un rato.

/lejos de las variaciones lúdicas y lúbricas de la palabra o no lejos sino más bien
desapegada, no deposito en el susodicho don saltarín e ingenioso ninguna de las aspiraciones a lo cierto ni a lo bellamente enunciado siendo que la belleza me nace en la tensión entre lo cierto y lo que digo y no simplecitamente en la más o menos novedosa forma de decir/

Y al rato, el cuerpo no se deja.
Se abre al vacío con la memoria de caricias y de patadas ausentes. Añora sentir, en su forma vaga tanto como en su forma precisa. Se sacude los ropajes que lo enuncian y lo evaden o que evaden su callado reclamo, su hambriento reproche.
Fuerza animal, piel de cachorro, tetitas de virgen sangrante.
Y nada es como si.

domingo, 18 de septiembre de 2011

mambl rambl...fai?

se viene el mambl rambl me díjome a mí misma en un revuelo de objetos indirectos escapándose del gallinero cacareando viejas tonadas libertarias y una canción de haditas en celo que anticipa un verano de trópico infesto pero felizmente hundido en humedades de huecos de heteras heroicas en su entrega a la potencia de su hado y demás asociaciones sorprendentes ligadas a través del uso caprichosito de la letra H cuando entonces
porque bailaba bajo la luz de la luna en un cliché asqueroso que de tan asqueroso o de tan cliché se volvía un remedo de hogar o un ahogar en remedios y medicaciones la conciencia de un desarraigo emparentado con la indiferencia que es hermana del apuro que es hijo de un no querer tan grande que se come el mundo y tan luego se indigesta y pare enormes críos de mierda que como toda mierda cuando es mal parida no se suma a la cuna bulliente de la vida para su higiénico y parsimonioso recicle sino que se empecina en ser monumento mierdoso a lo que ni cede ni procede y solamente hace nido en la nada del ser
el tema se perdió en un quinto piso y parece que anda jugando a la play mientras una mujer sube y baja escaleras rechazando la salida fácil de los toboganes y el revuelque lúdico en los areneros y grita grita su nombre a ver si vuelve a tener nombre o algo parecido a saber quién es
una línea de luz se define delgada y a lo lejos para avisarme que los fantasmas la están pasando bien y que puedo dormir tranquila bajo el ala del día que no me dejará verlos como siempre como siempre como siempre
la virgen de la noche
la madama
de los atardeceres

lunes, 12 de septiembre de 2011

Exotérica III

Reina de los Bosques del Otoño, es un refusilo de espada en el dorado-crugiente vegetal.
Sentada en su trono de piedra, corta metal con metal y se libera.
'¿Para qué?', pregunté a la nada oracular.
Y me entrega Reina del Frío Pensamiento, independiente de las demandas de una tierra sensual y fecunda.
Ella me mira a los ojos.
'Para dejar lo conocido de la ausencia y el anhelo. Para abandonar el acto reparatorio de heridas que de todos modos ya son viejas e intentando repararlas solamente las mantenés sangrando. Para ser libre del mandato del amor mundano.'
Cuando me dice eso, siento el corazón estrujarse y gritar sordamente. Es la niñita que se retuerce aquí en la que soy. Recuerdo viejas palabras mías que me marcaban el camino solitario de una bruja, el destino separado del mundo de una mujer sola. Y que dolían como una cuchilla clavada justo debajo del esternón, mientras yo trataba por todos los medios de eclipsar ese dolor, ponerle sordina.
Por eso le pregunto.
'¿Y entonces qué se hace con todo esto -la voluntad de hembra/madre/sanadora/esposa-? No te hablo desde lo que se le pide a una mujer, no te hablo desde lo que me faltaría para sentirme entera. Te hablo desde lo entera y diversa que soy, con estas manos hambrientas por cuidar, con este fuego que me rebalsa el pecho y me retuerce el alma-cuerpo cuando no está ni el compañero ni la cofradía protectora que da sentido. Yo me quemo viva, está bien. Pero no quiero que sea en la nada. Cuando hablo de la ausencia es porque algo alguna vez me dejó la marca de una simpleza y un amor llano, cuidados cotidianos con ruido a loza, desafío, coraje y supervivencia cuando hay QUIENES a los que volver. Ese algo puede ser y seguramente es algo inventado, esos mundos inasibles que me cuidaron cuando arreciaba el espanto y fueron más reales que lo cierto. Pero...¿cómo encuentro un lazo más fuerte que ese amor para atarme a la vida? Si es eso, puramente eso, lo que los demás entrevén y de alguna manera me hace especial para ellos...'
Entonces entiendo.
La Reina de Espadas se ríe cómplice. No tiene que hablar. Hace tintinear su esposa cortada.
Me digo a mí misma.
'Libre del amor mundano para entrar con ojos abiertos en el amor que une todos los mundos.'
Y es la alegre, la alegre rebeldía.
La segunda carta lleva mis 6 espadas dolorosas al comienzo del final de la noche. Incierto, sí. Pero con luz.
: )

domingo, 11 de septiembre de 2011

Puños y letras.


1. Tengo estos puños. Miralos. Miralos bien.
Que las uñas estén pintadas del color de los pequeños ponis no es la cuestión.
Vos confiate nomás, total, por mí...
Confiate en las formas suaves y las palabras musicales que me rodean. Creé afablemente que este par de puños agnósticos y ácratas van a trabajar en tu nombre. Creé que operaré en tu servicio. Vos, que te adornás con el perfume barato de los grandes objetivos y la naturaleza mesiánica de tus declamaciones.
Fumá. Fumá tranquilo, descansá en los pilares de estos puños que hace décadas se visten con los dos mismos anillos y un persistente sentido secreto.
Ya sé, no entendés esa clase de coherencia interna. Solamente los esperás predecibles en el retorno de la inversión o en la chupada de pija que te es vital para conocer algo placentero.
Ponete cómodo. Esperá tranquilo. Contá tus vaquitas (profundamente ajenas). Sumá las piezas de tu discurso (autocomplaciente y sin arraigo en lo real). Elegí una de las opciones que mejor describa cómo te percibís:
a. Socialmente responsable
b. Innovador/a y estratégico/a
c. Ecológico/a y sustentable
d. Un/a tremendo/a pelotudo/a que no tiene idea acerca de cómo lograr todas esas cosas que lee en las revistas de gestión pero por las dudas se aprendió el vocabulario de memoria.
Para finalmente ser lo que sos: un animalito carroñero reidor tratando de copar la leonera, matando cachorros ajenos y dando por sentado el sentido de esos puños que te parecen dóciles aunque no termines de entender por qué forman parte de un cuerpo ROJO y NEGRO.
Por eso, como ventaja te digo. Miralos.
Miralos bien.
Mientras te quede el poquito de calma que resta entre este tiempo, y el tiempo de estar despiertos.


2. Busco sangre viva. Sangre en sus venas llevando el batallón químico a cada parte del cuerpo cuando la realidad lo exija.
Basta de espejos a la nada, imágenes congeladas, socialmente operadas, pajerilmente dispuestas para que te sientas un winner o un guacho bárbaro (aburrimiento ante las coreografías del deseo que está bien y es seguro aunque parezca que trasgrede; qué mierda es transgredir cuando la libertad oficial tiene ese discurso normalizador de que la norma no existe y a la vez hay que violarla para ser uno mismo -entonces ser uno mismo es simplemente encarnar la nueva normativa del desborde y luego, tras brutal ocasional descarga, volver al rebaño a producir conformismo- no?).
Por eso busco sangre viva que se entregue a visiones sin nombre, con apodo nomás. Una llamada familiar entre pocos, la razón de la pequeña manada que sin aspiraciones-de se puede volver: universal. O no tanto (veo martillitos caminar cada vez que se aspira a la universalidad uniforme), al menos abierta e inconclusa.
No puedo evitar hacer de cada acto respiratorio un acto político /porque el poder se me mostró de las más impúdicas formas en el mundito privado que existe entre una cocina y una mesa/
entonces
Busco sangre viva. Gente que duda, prueba y aprende. Gente que ríe con la vieja música de los que trabajan la materia, y se ensucia y se duele y llora y se juega a su manera única -descartando el criterio cobarde de ser políticamente correcto pa aparentar-
En estos días, la tristeza tiene la cara de unas pocas nueces.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Este texto no es hermoso.

Aprendí a ser la voz o imagen amigable en tu cabeza, haciendote sentir mejor con vos mismo. Aprendí a crear camino entre mis ojos y la nada, y de ello hacer el hilo delicado que entrelaza el camino hacia vos.
Aprendí a hablar sin pensar y en ese irreflexo transcurrir surfear la ola de una verdad tan inmensa que no se puede encerrar en un puño (pero sí acariciar).
Aprendí a estar uno o dos pasos por delante del vacío, incansable sumando palabras como baldosas que me saquen de la inexistencia.
Aprendí a zambullirme en la corriente inmensa de los otros sin perder la esperanza.
Aprendí a crear la alegría a fuerza de épica y risa y una ceja alzada y el desafío de la libertad y del abrazo que celebra y que protege y que te dice que podés. Oh, sí. Que podés.
Aprendí a mirar al mundo callada y admirarlo en su belleza trágica.
Aprendí a escarbar los caminos interiores, a esculpir mis caras y reflejos con los cinceles más delicados.
Aprendí a reconocer los perfumes de lo real, dejarlos entrar en mí para leer lo que me rodea.
Aprendí a soportar, a apretar los dientes, a defender lo que vale, a tomarme un tiempo cuando mis ángeles demoníacos enturbian todo y soy mi mayor peligro.
Más recientemente, aprendí a sentir por debajo de las pasiones, con una paz que es más fuerte que todo lo que antes haya conocido.
Aprendí a renunciar. Aprendí la derrota.
Aprendí a dejarme ir lentamente. A apreciar la larga despedida.
A acompañarme con las figuras de la ausencia. A esperar disolverme en nada y que algo mucho más grande me releve de esto.

Pero todavía no aprendí a pedir ayuda.
Y el silencio manda.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Invocaciones I

Viniste a mí con una carpetita sencilla y prolija, nada que ver con las carátulas corporativas que me llegan por correo oficial (vos entraste por la puerta lateral que da a los tilos).
Al principio sentiste pudor. Quién te habrá dicho qué cosa de mí, de este lugar, de sus paredes, su equipamiento y los azulejos impolutos que de tanta pureza se parecen al camino hacia lo muerto.
Yo te pregunté. Vos me contestaste. Y te volví a preguntar. Ah, sí. Además señalé. Con este dedito impertinente de escarabajo de hojalata. Sí. Señalé.
Sonreíste con la boca entreabierta y echaste la cara un poco hacia atrás, tomando distancia de lo que no te esperabas. Pero no tanta, no tanta.
Te conté del viejo sueño. Era como si las dos, y alguna más, lo hubiera también soñado.
Dijiste que sí, que era así. Y que además, entonces, por eso y claro.
Ahí arrancamos, sumando otras tejedoras al telar de lo posible.
Después salí de cacería, usando la misma artillería originaria de mi voz, mis ojos y mis sueños. Más la verdad que liga todo eso como a una masa que leva ante un soplido, y se monta en mis palabras.
Ellos vinieron, respondiendo a ese pregón solitario al borde del acantilado. Cruzaron sus mares, siguieron tu faro, escucharon mi casi-huayno disfrazado de desafío rocanrolero.
Pronto volverás a mí con una carpetita sencilla y prolija, para conocer a los nuevos hacedores de lo nuevo.
Lejos -o ni siquiera- en una dimensión imposible para las carátulas y las corporaciones, no sentirás ya pudor.
Y nadie te dirá cosa de mí, ni del lugar que habitaremos, ni de estas paredes que me guardan del mal, ni del equipamiento que moldea el bien, ni de las venecitas desparejas de colores que, traídas de las demoliciones, son los rasti del camino que rechaza el cielo.
Y haciendo persevera.

porfavorsilencio

1. Busco una palabra.
O, para ser precisa, no la busco.
Tampoco he de decir que dejo que me encuentre.
Es que me escondo de un silencio. Sencillamente la palabra toma ese lugar.


2. Juego con un cachorro de paréntesis sentado en mi hombro derecho; amaga con saltar sobre el teclado o enlazarse a algún caracter del monitor. Le chisto para que se quede quieto, se enoja y se cierra sobre sí mismo transformado en cero.
Mientras tanto, un punto y coma viejo y desdentado se amorronga delante de la estufa garrafera, y me muestra las encías evocando antiguos gestos de batalla al darse cuenta de que entre aburriente, divagada y meditosa, aún le clavo la verga a la palabra.

mambl rambl for

las manos tus manos que cuidan el universo cuando deciden amansar el hambre y celebrar la lengua o bien agitar la sutil cocktelería de la palabra y maridarla con la primavera callejera y conurbana que huele a flores blancas apenas nacido septiembre o sea no jazmines sino probablemente lluvia de paraíso mientras se espera el bondi y las cuchillas se afilan en alguna esquina tan cercana que parecen chicharras de estío pleno y evoco los veranos donde todo era confuso y prometedor con toda la pulenta de la amenaza entonces me viene este alivio de dos cosas que son la claridad limitada necesaria apenas para dar tres pasos y el abrigo de lo oscuro siempre vital para vadear lo desconocido y es por ello que celebro tus manos porque existen tus manos porque insisten tus manos porque
.

martes, 30 de agosto de 2011

Horizana 2.


Río de costado y con alivio.
Lo que dejo atrás parece un set de muñequitos de papel pensados para bocetar la realidad. Precarios mapas.
Levanto las dos cejas y hago un mohín entre divertida y espantada.
Lo que no veo por delante se anuncia en la brisa con el perfume picante de la sal de los mares.
Suspiro. El peso de las mil cosas se me sale de encima para dejarme en esta zona liberada del deber ser. Territorio insurgente que se complace con lo cierto.
Inspiro con fuerza, alisto el cuerpo, achino la mirada. Otra vez me zambullo en el mundo pero ahora en una dimensión más áurea de lo concreto.
Desde la nave contemplo el horizonte nocturno del que nos vamos. Reconozco los faros de la impostura que, en su momento, fueron toda la luz que necesitábamos para recorrer este camino.
Y ahora.

domingo, 28 de agosto de 2011

Aceptación del Tao.


Sea tu indiferencia. Que sea.
Sean tus nubes alucinógenas, la visión mesiánica de salvar el destino de una masa borrosa a la que ponés un nombre que sentís 'nosotros'. Sea.
Sea tu voluntad de convertir en anécdota las voces divergentes y de desaparecerlas tras el manto de sospecha sembrado hace tiempo. Sea.
Sea tu gran fiesta maniquea que calma, da certeza y marcha triunfal para los ejércitos de una raza perfecta, maquinaria masticadora de lo que dice 'no' o encarna un 'pero'. Que sea.
Sea tu ejercicio del disfraz del día o de la era, desarraigo de la humilde certeza y la honesta correspondencia entre lo que se siente justo y lo que realiza esa justicia. Sea.
Sea este recital de pobres arrojándose bengalas a conciencia. Sea la versión oficial de los hechos, del pasado y de todo lo que antes quizá pudo decirse nuestra casa. Sea la repetición infinita, la apropiación de retoños y de futuros, la celebración festivalera que reemplaza las pequeñas formas que devienen en cambio del mundo. Que sean.
Sea este silencio ruidoso. Sea este protagonismo de la furia y la ceguera. Sea lo que siempre ha sido, travestida o gatopardamente cuando los que diariamente ejercen de Her Kapitan o Cerdo Burgués gustan de jugar al ajedrez o solamente al melodrama con peones inmovilizados a los que creen marcar el guión y por eso los llaman Pueblo. Que sea.
Mientras, en los diversos matices que conjugan el sonido y lo callado, lejos de esa fantasía compensatoria hecha de escaques y escenarios, unos otros sin nombre ni ascendente algo habremos de seguir naciendo.

martes, 16 de agosto de 2011

Arqueología del ser V

La Sagrada me pega en medio de las tripas. Todas mis categorías preexistentes acerca del deseo se desmoronan como cubos de azúcar en agua hirviendo. No hay cuerpo más hermoso que el que ve esas visiones y camina hacia la Tierra del Horizonte. No hay labios más adorados que esos pliegues tenues y resecos, incansables de decir la gloria y de advenir un sueño.
No es una simple forma del lenguaje cuando digo besar sus pies, acariciar sus muslos, hundirme en su vientre, acunarme en su pecho seco casi inexistente que le da leche a todos los panteones divinos.
La Sagrada de piel claroscura, pero siempre ojos negros clavados en el vacío donde nacerá lo que ella anuncia. Cuerpo amado, amado, amado al precio de desarmar el mío, de desaprenderlo y soltarlo en tierra yerma, tomar la forma  del principio viril de la lanza para clavarme en los futuros que anuncia y hacerla sonreír, así, entre mundos.
La Sagrada  -madre de un cielo y de todos los infiernos que engendra su espera- me rapta hacia su lecho de agonía donde paso la punta de los dedos y tan luego mi lengua por sobre sus marcas-recordatorio del costo que tiene atravesar este mundo con los ojos fijos en lo que lo transfigura. La arropo como a una pasión prohibida, la abrazo como a una estatua de arena que se me escapa -bien sé lo poco que la carne persiste cuando la consumen esos fuegos- le canto canciones de niña para sostenerla en sus nacimientos y que así no marche definitivamente a donde por fin será cierta pero a la vez me será ausente (la Sagrada su piel cortajeada las líneas rosadas y moradas que le dicen al universo acerca del tránsito por la materia y también cómo no acerca de lo que sucede cuando la materia es un umbral hacia el Ginnungagap y y y y 
una hojita sacudida en la tormenta del espíritu o vale decir la tormenta de la nada...)
La Sagrada en su voluptuosidad árida y reseca de cuerpito alucinado caminando enfiebrecida hacia la noche, hoy mujer de calle de tierra, ayer joven operaria o agricultora en Grito o monja pía o maestrita de campo o mujer sola del pueblo y quién sabe qué otras que beberán del río ignoto y serán estaqueadas por su luz.

sábado, 6 de agosto de 2011

Arqueología del Ser IV

El Rebelde Llorón.

Oh, nononononó. No es lo mismo que rebelde a secas. Precisamente es su contrario: el Rebelde Llorón es de lo más paspado que hay. Combinación insospechada de mirada avizora y cobardía extrema, es el que utiliza un intelecto privilegiado para fundamentar teóricamente su condición de eterna víctima del universo. Y la de todos los compa. A diferencia de los justicieros que le ponen el cuerpo a su visión de lo bello, lo bueno y lo justo, el Rebelde Llorón le pone nomás el llanto. Un reclamo lastimero, generalmente falto de lógica que se sostenga más de tres contraargumentos y que cierra sus compuertas al grito de '¡Porque vos sos un garca también!' o similares. Odia particularmente a la gente que hace; la mira con desdén, como diciendo 'Pero mirá qué giles, todavía creen en algo...' mientras vive de la caridad ajena o, directamente, hace abuso de la generosidad del otro. Una de las versiones más insidiosas del Rebelde Llorón, juzga a quienes hacen o creen en algo como 'cooptados por el Sistema'. Un sistema que, como todo concepto, también es materia de fe. Pero claro, le viene como anillo al dedo. Y guai que le digan que él también cree en algo (aunque más no sea su condición de oprimido, de loser o de rebelde).
El Rebelde Llorón tiene un poco de la zorra que desea las uvas. Desea mucho, se cree merecedor de todo menos de la parte que le toca: hacer un esfuerzo.
Odia la materialidad y verse tal cual es en ese plano. En vez de asumirse narigón, denuncia los estereotipos de belleza que este mercado inmundo impone a los hombres. En realidad no se banca ningún ordenamiento jerárquico que no lo tenga en la cúspide: quiere ser el más capito de todos.
¿Qué hacer frente a los grandes académicos? Denunciar los mecanismos de poder escondidos detrás de los regímenes universitarios y descartarlo todo. Ser el más agudo y swiiiish, de nuevo a la cúspide con el ego cuidadosamente embalado (¿le pusiste esa tela plástica con bolitas de aire? Sí, sí, vos fumá...)
¿Qué hacer frente a los discursos optimistas que estimulan a las personas a hacer cosas y jugarse por algo constructivo? Pssss... desprecio absoluto y nombres peyorativos. Muchas veces utilizando las categorías teóricas que en otro ámbito combate. Oh, sí. Así de paspado.
Algunos ejemplos de la vida real:
1. El anarquista mantenido por mujeres, que se gasta la guita en faso y cyber, y que se vuelve amante del alambrado cuando su mujer proveedora hereda un campito virgen en medio del Chaco.
2. Tres jóvenes estudiantes de Filo vestiditos de Foucault, que le discuten a la de Medieval con argumentos de la posmodernidad. Ubicate, papá...
3. La chica gordita que putea a esta sociedad consumista y la mirada sobre el cuerpo femenino que genera, pero con gran talento artístico dibuja personajes femeninos estilizados.
4. El jopende agudo que cuando ve que esta vez no va a poder humillar ni ser más punzante que los otros, se hace el que no juega a ese juego y aporta contenido burlón fuera de tema, cosa que los demás comprendan que está más allá de la temática compartida.
También hay una serie de Rebeldes Llorones cuya mención sería políticamente incorrecta, pero en resumidos términos, son los que le enrostran al sistema o al Estado las consecuencias de sus actos. Ojo, jamás combatieron la lógica imperante ni intentaron asociarse a otros que buscan cambiar las cosas. Solamente reclaman que otro se haga cargo de las consecuencias de sus actos, que les joden la vida y por eso son injustas (cuando no son más que consecuencias naturales). Eso no quita que intentemos ayudarlos. Pero tampoco resta mérito a esta exhumación delicada de entre las sombras del ser. Definitivamente, son Rebeldes Llorones.
Afortunadamente a veces sucede que a fuerza de arrejuntar llanto, se empieza a perder la cobardía,  secan las lágrimas y de las sombras emergen otras formas del ser que, a su manera, alzan un puño, ponen el cuerpo...y callada, minúsculamente, cambian el mundo. Pero ellos se merecen sus propios textos.

viernes, 29 de julio de 2011

Arqueología del ser III

La Psicopompa (aka La Mujer que Salió Sola de la Muerte mientras los Otros Rescataban a sus Amadas).

Habitante de naturaleza esquiva, le raja a los nombres facilongos y las nomenclaturas tranquilizadoras. Todos los panteones tienen su representante psicopompo (aquél que guía a las almas en las transiciones, especial y destacadamente la transición hacia el reino de los muertos). Pero así como hay chamanes encargados de marcar el camino del buen morir, también una psicopompa interior nos señala el sendero de nuestros traspasos.
Su origen es siempre el mismo: aquel preciso momento en el que la inocencia es ultrajada, aterrorizada, exiliada del mundo hacia un topos inferior y translúcido, desde el cual la psicopompa no puede dejar de ver lo nunca visto ni de forzar las artes para comunicar esa visión imposible sin caer en (o para no caer en) el soliloquio de la locura. Locura locura. Locura posta, eh.
Pensemos en la tierna Perséfone, inmersa en el mundo idílico de su madre Démeter: joven Koré recogiendo flores en el prado, mientras en la baticueva de Zeus, el tiíto Hades proclama su deseo incontenible y el progenitor olímpico le cede a su hija 'pero en rapto, cosa que esa harpía de la vieja no me venga después a romper las pelotas'.
Entonces se abre la tierra y comienza el espanto.
Hasta que el espanto termina.
No voy a ahondar en los periplos de Démeter por recuperar a su niña, ni en el femenino accionar de la anciana Hécate (eso amerita otros textos). Solamente cabe decir que Perséfone prueba el fruto del inframundo y queda así eternamente enlazada a él y a su raptor, que la declara reina.
Hades, el dios rumiante del fondo de la tierra, donde también residen los muertos. El lugar de nuestros recelos, de nuestros silencios más profundos. El secreto rincón que hace posible la existencia de nuestros engaños.
Perséfone, diosa de la primavera, vuelve a la tierra superior haciendo que todo nazca, pero portando el saber de la muerte (la analogía es por demás clara).
Como psicopompa, guía a quienes llegan al inframundo y muchas veces a quienes intentan salir de él.
Si entendemos que la muerte no se opone a la vida, sino que la fecunda, podemos entender que a cada segundo algo se nos muere y algo nace. A veces, eso que muere y eso que está al nacer son columnas de nuestro precario Templete del Yo. Y nos quedamos a medio camino, Sansones ciegos y despeluchados que no se animan.
En esos casos, seguro aparece ella. Puede que no la escuchemos ni la queramos ver. Puede que deseemos permanecer allí, en ese umbral eterno de la no-vida y la no-muerte. La famosa palabra que reemplaza la de 'existencia'. Y que es la de 'duración'. Volverse duro en el recuerdo de lo que es posible pero nos desarma. Figura de sal ante la visión de lo que acaba de morir en nosotros.
Pero ella.
Si es que nos queda oído y ansia, ella cobra fuerza.
Es la Mujer que Salió Sola de la Muerte mientras los Otros Rescataban a sus Amadas.
La que sintió que el suelo bajo sus pies se abría y nada quedaba en su lugar y nadie fue su recurso de salida y nunca halló paño para la herida en medio de su cuerpo y aún así se arrastró fuera del lugar de la masacre a donde ella sabía que había empezado la vida y donde ella recrearía los cuidados que nadie le daría y sería su madre, su padre y su propia descendencia.
Allí, olvidada del mundo -no de sus meros rituales, sino del Mundo Mundo. El Mundo posta, eh. Sin oídos que escuchen el desgarro de su pecho. Sin manos que calmen las punciones en su cuerpo. Sin gasas que algodonen la quemadura en su frente. En ese inmenso silencio que no tiene nombre y que explota en ruido de maquinarias de movimiento perpetuo masticadoras de cartílago, tendones, nervio y hueso. Ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca en derredor noche de paz noche de ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca todo duerme en ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca ñaca
ESE es nuestro inframundo intolerable.
Pero nuestra psicopompa trae el kit de anteúltimos auxilios para el alma, la potente camarada enfermera de dios.
Escucharla es entender que lo muerto, bien muerto está.
Y que lo que nace, depende de nosotros.
Seguirla como a una lucecita en los fondos abisales implica aprender a cuidar la inocencia (como lugar originario del ser, como espacio auténtico, no como esa ilusión tontona de bondad con la que se le asocia).
Y florecer en otros seres inframundanos que, como pretorianos, preservarán la vida.
La Mujer que Salió Sola de la Muerte mientras los Otros Rescataban a sus Amadas sabe que somos más fuertes que el dolor, como lo sabe toda mujer que recién ha parido.

domingo, 24 de julio de 2011

Arqueología del ser II


La San Puta. Visión parcial de lo femenino diseñada a imagen y semejanza de la verga. O, aún peor, de lo que algunas versiones oficiales dictaminan propicio para que la verga se alce. Muñeca de plástico convertida en carne, embadurnada en los colores de una seducción trillada, pero no por eso menos efectiva. Pavlov experimentó con perros pero porque intuía cuánto de ello se aplica a nosotros, los humanos. ¿Qué hay de irreverente en santificarte, puta? Si las coreografías convencionales del sexo, hoy, son rituales de poder garantido. Sométete, y serás dueña y señora de su deseo. Niégate, niega todos aquellos aspectos de tu ser que te alejan de esa fantasía congelada y socialmente bombardeada a cada segundo, y serás recompensada como en otros tiempos lo eran aquellas que negaban la concha jugosa y los movimientos serpentinos del cuerpo, con la finalidad de ser inmaculadas. Inmaculadas antes, inmanentemente culeadas ahora, poco cambia si en ambos casos tenemos un panteón a quien honrar y semejar. Una dura iconografía que nos corta las carnes y el deseo, nos modela como arcilla hasta que la vida se revela y todo cobra matices impensados. Son otras presencias internas las que puede tomar la posta en esos momentos (sujetas a otros textos).
Pero volvamos a la San Puta. A sus territorios oscuros de desenfreno y nubosidad variable. A la soledad de su día, porque la idolatría dura lo que un polvo o dos. Y la magia se termina cuando la verga no necesita más. Dicen que siempre vuelven, es cierto. Pero cuando la verga manda. No cuando la San Puta se limpia a solas las marcas de sus breves momentos de gloria, se prepara unos mates y mira salir el sol.

mambl rambl tri

cerrá los ojos y el clavomóvil nos lleva a playas vacías atravesamos la ciudad despertándose al mismo sueño de mierda pero la dejamos atrás y llegamos al territorio suburbano de barro y lámparas desnudas en las calles y en las cocinas y perros en banda niños en banda gente en banda que nos mira pasar luminosas y quién sabe si quizá le agitamos algún recuerdo o promesa olvidada y esa persona vuelve a ser quien nunca fue y en estas pequeñas contradicciones nace algo o alguién o algún pequeño hacer y de esa manera nuestra felicidad tiene consecuencias impensadas buenas malas no importa eso es nada
entonces
dejamos atrás la marronicidad suburba camino a campos cultivados paradas de camioneros donde tomamos mate y medialunas y seguimos tras caballos al costado de la ruta y la bruma que nace de los ojos de agua de los enormes charcos de la palangana pampeana y las vaquitas ajenas que por historia nos pertenecen más los sembrados los girasoles mostrándonos el camino del astro pendular que va y viene al final de cuentas es lo que único que viene porque nosotras solamente vamos más y más allá hasta que el bosquecito se transforma en manso río enorme panzón y meandroso del llano desbordado y amado por las cañas cruzado por los puentes que nos llevan al barro amarillo de las tierras del Tuyú donde payan fantasmas y barcos hundidos nos gritan su memoria y caracoles se persignan en sus cementerios escondidos y los muelles dicen nuestro nombre secreto ese que ni siquiera nosotras sabremos hasta que sea muy tarde y el mar lo pronuncie.

jueves, 21 de julio de 2011

Arqueología del ser I

Arqueología del Ser I.

Una de las formas que toma el depredador interno es La Madrastra.
Su imagen dinsneyiana llega a nosotros plena de temor y erotismo. Un erotismo nacido en los símbolos tras los cuales ella oculta su naturaleza, y mediante los cuales domina las apariencias y el deseo de las personas.
Como en toda lógica de AMO y siervo, depende de su propio reflejo en forma enfermiza. 'Espejito espejito'. O de ocupar exactamente el espacio determinado por el deseo del otro. 'Hacé fuerza, ese puto zapatito de cristal TE TIENE QUE ENTRAR'. Una suerte de tampón que se complace solamente cuando el otro -o uno mismo- tiene tremenda e insaciable la carencia (que es allí donde depreda, La Madrastra).
Además, pobre La Madrastra. El tiempo ha pasado y se niega a crecer -es una más de esos habitantes de los aspectos pétreos, congelados del ser, que no aceptan ni saben surfear los cambios de la vida- .
Lejos de permanecer niña (ya que esto requiere de estar siempre en el costado del nacimiento y acompañar los sucesivos ciclos de la existencia), se osifica en un rictus antinatural y deformante, como uno de esos árboles llenos de nudos. Pero a diferencia de ese noble transcurrir vegetal y milenario, ella no aprende. No es la Vieja Sabia, ni la Bruja Poderosa (ambas más allá de lo que piense el mundo acerca de ellas). La Madrastra cree que la vida ha sido injusta con ella y que por eso tiene derecho a todo. Casi sin darse cuenta, traiciona esa creencia al conseguir ese todo mediante la ocultación y la alucinación. No tolera verse sin sus propios mecanismos de engaño. De hecho, ni siquiera se reconoce sin esos mecanismos.
Ahora bien, dijimos que es una de las formas del depredador interno. Pero... ¿cuál es su presa?
La frescura. Todas aquellas personas o aspectos de su propia personalidad que brotan como primavera, seguros de sí mismos y sin afeites ni camuflages negadores de lo que son.
Nada peor para La Madrastra que Blancanieves, quien es capaz de conmover al asesino sin decir palabra, hacerlo desistir de su oscuro designio, apenas y solamente por ser quien es y por mirar como mira. La carne tierna, que es capaz de convocar al amor de los seres subterráneos y procurarles cuidado maternal sin reclamo de posesión. Blanca crece al margen de las prácticas cortesanas, de su minués y velos que se corren, joven carne blanca en los bosques de la vida.
¿Y qué hace La Madrastra?
Primero se llena de furia, casi incrédula de que la carne tierna consiga sin esfuerzo lo que ella logra al límite de sus fuerzas de creación y dominio. Luego se pone práctica.
Se acerca a esa luz de la manera en que sabe que esa luz responde (conmoviéndola desde la protección y la debilidad), cuando se disfraza de pobre anciana que vende manzanas y da consejos. En algunas versiones menores, Las Hermanastras, tratan de imitar a la joven de carne tierna a quien desprecian. Apropiarse de su simple don y de su pequeña luz entre cenizas. Le usan las ropas, pensando que la belleza está en las formas superficiales, sin entender que hay algo que le da vida a cualquier tela, joya o maquillaje. Y que lo demás es, al decir de Benjamin (creo!), sólo 'un cadáver colorido'.
Los cuentos de hadas (adaptaciones infantiles de antiguas leyendas acerca del espíritu humano) dicen que finalmente la carne blanca y tierna logra encontrar su príncipe, que la rescata.
Para el alivio de las feministas, el príncipe representa el principio de la acción. Cuando la carne blanca y tierna decide salir de su propia tumba o ensueño. Y vivir su vida en autenticidad, Reina Coronada (pero de sí misma y de sus comarcas). Y guerrera, con su espada marcándole el territorio a todas Las Madrastras.

martes, 19 de julio de 2011

Exotérica II

En un segundo cae la compleja arquitectura de naipes que me disfraza.
La gitana los vuelve a barajar y los esparce en forma de acordeón rumano.
A estas alturas sabemos que no escribo ficción otra que la que reflejan mi cuerpo y mis días.
La Emperatriz es la carta de la noche.
Divina trinidad que materializa el mundo, voluntad femenina de la manifestación.
Hace cuatro noches que me visitan, arcanos.
Hierofante.
Loco.
Mago.
Y hoy, la Mujer Dorada que preludia los trigales y lleva la corona del tiempo.
Me habla de dejar ser. Si cierro los ojos, me muestra ríos que nacen en desiertos, vertientes imposibles donde los seres encuentran sustento e impulso vital.
Si no cierro los ojos, lo visible se radiografía y relucen relámpagos subterráneos, terremotos dionisíacos que descascaran los hábitos del transcurrir.
Debajo del mundo, sigue el mundo.
El Loco me grita que aliviane la carga porque los ríos bajan demasiado rápido y nací para acompañar la corriente que no cesa. Desde lejos parece que abro puertas, pero no. Voy montada a la ola mínima que mueve las eras.
El Mago despeja la mesa y emplaza los artilugios del engaño. Sé que vos sabés que yo sé que sabés usarlos, parece decirme. ¿Y entonces? ¿Por qué detenida en este juego de pocos si...?
El Hierofante llama a cada cosa a su lugar. Inaugura oficialmente el buen camino.
Pronto habrán de llegar otros... el ermitaño, la Papisa. Aquellos que con su luz interna caminan la Noche Oscura del Alma.
Pero no esta noche.
La Emperatriz calla con la esfera en su cetro. Florece su vestido con las granadas de Perséfone y el inframundo, ya que todos los aspectos terrenos son de su dominio. La voluntad se le hace nido de fuego en el ombligo que la une a lo infinito.
Un látigo me atraviesa desde el sexo a la coronilla. Porque sí, soy sexo también.
Pero mi tierra sembrada es un maizal virgen que me acaricia.
Mujer entera.

mambl rambl chú

sentrecort....saje...abemos porq...
(breve brevísimo corto y pequeño, el amor levantó vuelo y estalló en palmera artificial sobre playas de plástico)
Ahí estás. Marioneta del día. Manitas atadas con piolín a la nada.
Latís como cuadrúpedo asustado. Pero sin sus pelotas, o bien, sin las ubres rebosantes de la vida.
-esto será un nuevo mambl rambl o qué-
swishhhh....asi cas.... entien...ada...
Crípticamente, como salida de una tumba milenaria con el lenguaje renacido entre los dientes.
La Sala de Egiptología del Museo de La Plata.
Esfinge, Faraona y Sarcófaga (extraños tus apetitos).
Entonces te lamentás de tu corona. Y de todos tus oropieles.
Pero son el camisoncito débil que decidís ponerte para no dejar brecha posible a la realidad.
(nos sentamos a matear apoyando el traste en piedras de telgopor que huelen a pintura metalizada)
Te quejás del minué, aborrecés las jerarquías. Solamente porque le tenés pavura a ser nadie desde sus ojos.
Pero qué mantequita, che.

Me desarmo en escarabajos de ónix. Esa es manera digna de perder la figura.
Mis labios débiles, mis ojos intensos, la suavidad cachetona de mi cara, mis pechos blancos y mínimos, mis huesos fuertes de venida del norte.
Todo deja de ser mío para infiltrarse entre las hojas podridas, el agua que cae y el agua que corre, el barro y la baldosa rota.
Escarabajeada, insectificada, vuelta al reino eterno de lo que no tiene conciencia de MI, y corre pulsado por un sí mismo indiviso y contradictorio.
De regreso a la cuna bulliente de la vida, el descanso es una de las formas menos quietas del estar.

martes, 12 de julio de 2011

Bestia 2010

Una jovencita despreocupada camina a lo largo de la calle Perú. Va cantando en voz baja o hablando sola. Aquí y allá se detiene a mirar vidrieras como espejos.
Cruza las vías con la barrera baja, porque el tren está lejos. En medio del cruce, se queda quieta y mira a la derecha vacía. Luego, a la izquierda. Es la dirección por la que se aproxima la máquina a marcha lenta y bocina caliente. Ella sigue su camino hacia el otro lado, pero se queda tras la barrera. Desde esa seguridad espera que el tren le pase frente al rostro y la abofetee con sus vientos. Piensa en los posibles escupitajos y duda, pero recuerda que estas formaciones tienen ventanas herméticas. Por eso, persiste en su espera. El suelo tiembla, la bestia pasa, el aire revuela, los ojos se entrecierran.
Ella regresa al día y su primavera, desubicadas en tiempo y lugar las dos. Sin poderse despegar el viento cruza la calle.
Pasa una bestia menor, que puede ser cualquiera.
Y en la esquina denfrente empieza la ausencia.

lunes, 11 de julio de 2011

mambl rambl

Sangra. Otra vez sangra. Y primero pienso 'neh'. Pero después sí, total, quién mierda puede distinguir entre una construcción poética o ficcional y un pedazo de biografía cuando todo viene endulzadito con la pátina pegajosa de las visiones de siempre. Amanecer, chicas que caminan hacia el alba o ya, exitosas, habitan el poniente. Nacimientos, libélulas, jazmines, espada, caravana y niña sagrada centro del mundo y reconstructora de la carita de los muertos. Tooooodo eso. Más la mezcla entre el rioba y la academia, y algún aguijoncito irreverente para que no parezca que parezco demasiado.
Por eso puedo decir que sangra, que otra vez sangra, sin temor a que me lean el rostro (sigo reciclando frases viejas) mencionar horizontes luminosos, caminos de promesa, hombres y mujeres que laboran bajo el cielo azul y un puño rojo se levanta contra el cielo negro y esas letanías que suelo decir.
Sangra; la princesita descastada tiene las llaves del camino.
-sangra- camina deseo entre tus piernas.
s a n g r a //: muy señora mía
SANGRA -otra vez sangra- mujer despoblada de los rituales del amor
sang-ra (escenas guionadas repeticiones disciplinadas del supuesto descontrol)
las palabras el amor lo cierto y todas sus chotas distancias, sangra.
Es entonces que, por ende, básica, pura y simplecitamente abuso de los conectores lógicos y discursivos que te (en)causan la mirada.
Triunfante, sabedora de que esto es ficción o poesía y nunca podrás tocarme vuelvo a decir, para que no me escuches y ni te enteres del ser real que patea con los dedos estas teclas, envuelta en este decir algodonado (aunque parezca que no)
Sangra.
Sangra otra vez.
Y me traicionan los deícticos.

mambl

Es el zumbido neutro del mundo en el cuerpo cansado. Ojos pesados y una boca que no se resuelve a cruzar las palabras.
No sé muy bien qué escribo, trato de replicar las idas e idas de voces en la cabeza que es mía -las voces en la cabeza otros pueblos reconocían voces en diferentes partes del cuerpo en caso de que me sucediera es porque me habré vuelto aún más extranjera?
Prosigo.
Esas marcaciones ultraconvencionales que hago para fingir que retomo un hilo en realidad inexistente, acaso los hilos conductores sean puramente eso la pose de que sé de qué hablo y que las escapadas a cualquier parte están justificadas ya sea por el estilo o por algún cinismo elegantón que me cae como anillo al dedo.
Pero el zumbido persiste, y es otra mise en place con los ingredientes dispuestos para volver al principio de la palabra para hacer como que nunca dejé ese lugar para demostrar la firmeza de criterio o lo certero del trazo de cuchillos conceptuales y toda esa maquinola pensante que se lamenta por no poder enfrascar más que a lo que ya se ha escapado.
Gatito capón. Gordito gatito capón, el desconcierto de una asociación que pasa por juego de palabra pero está tejido por imágenes de las que nunca te he hablado, la magia secreta que hace que una cadena asociativa de lleca parezca un ejercicio sublime de la imaginación. 
El secreto de la puesta en escena. Las palabras y sus modos de decir, todos ellos sin rango entre los dedos los ojos entrecerrados el zumbido el cuerpo el mundo
enumeración -a propósito descamino los sintagmas, a propósito enumero como balbuceando pero NO estoy balbuceando al menos no todamente
entonces
alguna frase sobreviene
una frase en latín mientras a mis espaldas un personaje de ficción explica por mayonésima vez que el asunto no es por qué mata a algunas personas sino por qué no mata a todos y lo dice en inglés que es el sonido mudo que más me acompaña cuando estoy
acá

domingo, 10 de julio de 2011

Caravana 2.

El corazón de la ciudad se abrió como una granada y su sabor ácido, rasposo y dulce nos guió bajo la noche amarilla.
Gente, montones de gente en murmullo ensordecedor y masticación implacable, cubiertos pelados sin mantel, meseros sin minué y una masa dorada bajo el astro mayor, que porta la corona de los frutos de la tierra (vemos como lo universal nos atraviesa, coordenadas multidimensionales tensadas para que explote lo indecible).
Atravesamos entonces el umbral de la cordialidad cobarde. Entramos en el terreno del te digo lo que pienso. Y me enojo, me hiervo, me aplaco (hacés tus movimientos surfer sobre el oleaje de mi furia), expongo mi odio milenario ante las prácticas sectarias y entendés entonces lo cierto que hay en el llamarme ácrata de rioba.
Vadeamos otras aguas, en busca de la intensidad keniata o colombiana que invite al día. Pero no. Lo que se dice keniana tiene el aguado gusto de las multinacionales, mientras noto con incomodidad que los hombres me miran los aros y probablemente el peinado diesel punk. Vos desparramado en un sillón, no te dejás llevar por pequeñeces y contemplás de frente cómo se entrelazan nuestros claroscuros sobre la mesita ratona del bar.
Sin obvia intención hacemos la lista larga de las razones que a pesar del tiempo nos convocan. Cómo, a diferente distancia y en dispar relación con los aspectos pétreos de la existencia, tiene sentido habernos cruzado y de allí en más seguir tejidos en forma imposible de explicar convencionalmente.
Vos, con tu avidez predictiva que calme el pánico ante lo desconocido.
Yo, con mi puño alzado que procura rajarle a las condenas de este mundo. Que no son las cosas que ya sabemos que pasarán (la muerte, ponele), sino la promesa obtusa de que si somos de tal o cual manera seremos recompensados.
Me llamás rebelde cuando desarmo pieza a pieza los mecanismos de tu creencia. Que son básicamente los mismos que los de la mía, nada más que mi creencia se basa justamente en esos mecanismos (esa pasión por tener la última palabra jodedora e inconcluyente, entre burlona y cejialzada).
Me llamo al silencio cuando reconozco que es eso, y nada más que eso, lo que queda por decir.
Reiniciamos la marcha por calles a punto de ver el día.
La despedida es rápida porque se me va el colectivo.
Vos te quedás mirando desde la vereda y hago payasadas a través de la ventana del bondi. Te doblás de risa.
Y sí. En camino a territorios conurbanos, se abre ante nosotros el umbral de lo entrañable.

sábado, 9 de julio de 2011

Amoris causa.

Dije:
-La noche ha perdido su altar de sacrificio.
También:
-La noche ha cambiado de credo.

Porque no más esa entrega a dioses que solamente viven en tu deseo. Esa puta complementariedad utópica nacida en el costado herido del cuerpo. En su partecita apaleada, buscadora compulsiva de promesa de lo que no hay, para escaparle al dolor y a la ausencia.
Cambiar de credo es creer en el presente. En la tierra seca que se desliza entre mis dedos y es la cuna de futuras cosechas.
Porque la ausencia no es la mera inexistencia.
La ausencia es lo inexistente combinado con una espera. Un espectro que se mueve llenando aquello que no toleramos.
Bien.
Abajo la tolerancia y la intolerancia.
Voy detrás de la arena que quema los pies y no promete nada.
Pero quién sabe.

(La montaña es inhabitable.
No es el único lugar inhabitable.
Sin embargo es el lugar
de los que han muerto
de frío)

El amor ha de nacer lejos de las palabras.


Cuando un hombre se acerca a mi vida, lo huelo como a invasor inminente.
(ycalloesasotrasvocesctónicasq​uelollamanymellamanynosconvier​tenendiosesdebarroembebidosenm​ielresinasangresustanciasuntuo​sasdelcuerpo).
Lo observo moverse, y escucho atentamente sus palabras, para detectar artilugio o exposición del alma.
Siento en el cuerpo si me invoca como reconstructora de su cara. Y lo rajo.
Siento en el cuerpo si me llama como pasatiempo evasivo sostenedor de ego. Y lo rajo.
Siento en el cuerpo si propone una letanía monocroma de rituales vacíos. Y lo rajo.
Siento en el cuerpo si invita a caminar sin saber a dónde, con su carne expuesta.
Y ahí
rajo yo.

Hay toda clase de desborde. En una época como esta, donde te conducen a pensar que la máxima libertad está en el desborde y en la intensidad desmedida (toda una máquina publicitaria me da pie a pensar de esta manera), yo me preservo en los medios, mostrando los dientes y achinando los ojos, sospechando de todo, incluso y sobre todo de mí misma. Nadie está a salvo, nadie es más puro ni más inocente ni más agudo ni más rebelde ni más nada que lo resguarde del simplecito hecho de ser con toda la mugre y la luz y la marencoche. Entonces, verduga y ruiseñora, rajo para preservar mi espada y mi canto. O bien, me quedo, para ponerlos a prueba.


Hay tanta larva pobre pichi.
Nananananana. No te hablo de loser o la aplicación de taxonomías pedorras por el estilo.
Hablo de otra cosa, en un intento casi metodológico por operacionalizar en forma intersubjetivamente contrastable algo del sumierdero que llevo adentro.
Es que 'Veo gente muerta'.
Y no voy a ser yo la que le ponga el vestidito a lo que no tiene los colores de la vida.
Que se curtan.
También 'Veo gente viva'.
Y allá voy, quizá yo misma zombi en búsqueda de redención.


Por eso, volvemos al horizonte de jazmines del cabo. La exposición cruda y curda de mis procesos re-creativos sin filtro (bueh, no jodamos, años de entrenamiento en el arte de enmascarar, aún así...)
Ese territorio es llano de batalla. Pero en alegre batallar, hombres y mujeres como manada laboriosa tras luz indefinida. Comparado con eso, toda la puesta en escena disciplinada del buen desborde, me tiene sabor a pieza de metal punzante y oxidada en la boca: aburrido.
Por exceso de disciplina o no sé qué, mi desborde es constructivo, un gran tetris que sin embargo se banca sus propios agujeros ineludibles.
Es una gran cosa no temerle más al orden ni a las versiones oficiales de los hechos. Me deja tiempo libre para jugar.

sábado, 2 de julio de 2011

.

Palabras de una mujer sola.
Metáforas para dejar en claro su trayectoria irregular, proyectil atirabuzonado (tomo de mi lengua hermana el hábito empírico de conjugar toda clase de palabra, recombinar sintagmas atravesando paradigmas del buen decir, siempre tras la precisión medida en torno a algo que no se dice pero se triangula, oh, pueblo navegante) lanzado hacia los no sé dónde, pero bien consciente del ya te lo dije y del más te vale que.
Los umbrales del dolor y del espanto siguen ahí. Como todos los umbrales.
Pero una mujer sola los camina, los trasciende, los penetra, los incluye en su real anatomía (real como cuando nos dejamos de joder con las multiplicidades del sentido y las veleidades de los negadores de la piedra y aceptamos la carne carnita doliente y nacedora que somos) y se constituye psicopompa de jabón mientras una niña abrepuertas sopla mundos a través de ojalillos de metal.
Mujer sola, despoblada de los rituales del amor, incide en el espacio donde el amor se desguiona, se hace magma incontrolable  y por eso duele.
Hasta que no más.
Sola. Descubre el umbral del dolor sordo que acompaña y da identidad y da coraje fuerza agudeza perseverancia inefable alegría amor irreverencia luz sombra noche furia fragor y gracia.
El dolor de los dioses cuando se reconocen enteros.
El dolor de los hombres cuando se reconocen dioses abandonados.
El dolor de la mujer cuando se reconoce mujer y con ello, fundadora de la tierra.
Esta tierra.
Este mundo al margen de decálogos y decamerones. Muy adentro de la sabiduría de la vida (esa sutil inteligencia que religa lo concreto).

sábado, 25 de junio de 2011

Disertaciones de la piba Escalper: la fiesta.

Nos debemos a la fiesta,
al viejo ciclo de celebraciones
de nuestra especie
anterior
a la Organización de Eventos.

No es vanalidad.
No es vacuo
alimentar corazones ardientes
con el ritual vivo
de SER NOSOTROS.

Quizá
amedrentados como estamos
por el 'Manual del buen joder',
dejamos que la alegría se vacíe
en escenas guionadas
repeticiones disciplinadas
del supuesto descontrol.

Puede ser que
tristes de toda tristeza
por el duelo de los sueños lejanos
-entiéndase utopías-,
nos enredemos en lamentos.
Y no sepamos salir de ahí.
Alejando aún más
esos horizontes luminosos.

Ahora bien
en este poema académico
que bien podría usar levita,
se agita el pececito sin una aleta
que aspira a ganar los mares
-léase, Nemo.
Y con él, todas las cuestiones prácticas
y mínimas
e insignificantes del día a día
que
como una mano en puño
enseñan resistencia.

El sueño es lejano e imposible,
SI.
Pero en nuestras fiestas,
el sueño
se hace AHORA.
Y se abre al cambio.
Y vuela.

miércoles, 22 de junio de 2011

Nacimientos.

Nos resistimos a nacer.
Creés temerle a la muerte
pero básicamente
le rajás al nacimiento.

Todos los discursos todos
acerca de lo que nace
espléndido
radiante
poderoso.

Pero la realidad,
la que te da pavura,
es que todo lo que nace
nace sucio
pegajoso
confundido
vacilante
en necesidad de cuidado
o guía
o ala amable,
carnita tierna y lenta
frente a la sublime maquinaria predadora.

Por eso, encantados con las instancias de la muerte,
las repetimos,
convertimos los adioses en poema,
las ausencias en shou de tevé.
Las revivimos una y otra vez
contentados en el dolor conocido.
Y nos resistimos a nacer.