viernes, 30 de septiembre de 2011

Pilates


Y uno.
Y dos.
Y uno.
Y dos.
Y uno.
-enumerame catalogame mapeame engrilletame con taxonomías en enciclopedias diccionarios tratados del buen ser y del debo darte-
Y dos.
-enceguecete embotate sedate pasteurizate con un saché de la serenísima en la lengua y un tetrabrick como cuatro ladrillos sosteniendote como para que cagues más arriba que el orto-
Y uno.
-perdeme olvidame ignorame escapame sí, rajame como se le raja a la muerte perro negro gato blanco y tantísimas metáforas del no ser más-
Y dos.
-escondete escondete escondete cobarde detrás de tus mamotretos teóricos sin escoba y tus gafas de sol apropósitamente demodé para que parezca desprecio lo que no es más que miedo miedo miedo y no poder-
Y uno.
-no me rindo ni me escapo ni me amoldo ni me rebelo que solamente con v corta es que sirve el verbo como al papel fotosensible sumergido en sus líquidos que harán nacer la imagen y tantas cosas más de la realidad que anuncian proclaman y gritan-
Y dos.
-así no se existe y la nada persiste hagas lo que hagas, gilún-

martes, 27 de septiembre de 2011

Meditaciones con los pies en la palangana.


La vida es dura y uno saca callo. La vida es dulce y uno se vuelve insulino resistente. O sea, podólogos y endocrinólogos en pos de una normalidad de lo más parecida a la muerte.
Y uno que se queja: el agua está muy caliente, el jabón no espuma, el callo no ablanda, el garlopín se desafila, la noche pasa y mañana me tengo que levantar temprano.
Y sin embargo, ese listado de tragedias insalvables es el que me lleva, a propósito o sin él, a amanecer.

Decime qué te pica.
¿Un bicho atroz instalado en los intersticios de tu ego?
¿Una sombra falaz acorralada entre tu 'yo debo' y tu 'pero yo soy'?
¿Un grano de pimienta en un supositorio de fabricación hogareña, destinado a oscuros placeres resumidos en un frenético 'sacamelósacamelósacameló'?
¿Un forúnculo en la zona del asiento, que te impide quedarte quieto en los lugares de trabajo, o de viaje, o de tranquilo esparcimiento?
¿Una pústula en punta de la poronga, lo que te provoca dudas a la hora de mostrarla en esquinas y baldíos?
¿Un piquete en la avenida de la autocrítica?
¿Una avispa en la cortada de la pasión?
¿Una picana en el rabillo del ojo para que dejes de mirar a los costados de la zanahoria, burrito domado?
Yo no sé. A mi me pica todo el cuerpo, en una sarna que me llama a andar. Sarcoptes rebeldes y exogámicos (yo ahora uno con ellos) buscamos compañero para una rascada feroz.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Te lo agradezco pero no.


Tomá. Te devuelvo tu belleza. No, no lo tomes a mal. No es desprecio, es que a alguien le puede venir mejor que a mí. Yo tengo la mía. Una forma bella como bailarinas clásicas hipopótamos, o como araña culona que teje palabras. Sí, sí, te entiendo, querés salvarme de los suplicios a los que la sociedá condena a las mujeres feas. No te preocupes, metete la salvación en el ojete. ¡Epa! Si fue bueno para el nuestro también lo es para el tuyo, que el ojete es una región anatómica transgenérica y libertaria.
Acá te la puse, con un moñito a tono. Tu gusto es dudoso y la dejé en el mejor estado posible para que le agrade a quien se la des. No es resentimiento, no malentiendas. Queremos andar livianas, pintando bellezas con aerosoles en los murales de nuestra casa, patear calaveras mejicanas con piernas sin depilar y hermosos vellos dorados al sol celebrando nuestro presente bestia, conchas ruludas de hembra grande y no remedos de lo que no te atreverías hacerle a una niña.
Para esas cosas, y otras tantas, tu sello de pasteurizado nos molesta. Es la misma sensación que usar pantalones chicos que te aprietan los huevos. ¿Qué cómo lo sabemos?
Siglos de modas que nos apretaron las tetas para tu placer y beneficio.
Décadas de estudios que nos aprietan las tetas para tu lucro y dominio.
Y el pavor de ser un cuerpo que no nos pertenece.
Por eso, gracias.
Pero por fin, NO.

Invocaciones III


No me des tu paz, que para vivir escondidos en la mutua complacencia sobran los días y los libros de historias de vencidos.
No me des tu casa, que escalón a escalón he construido este altar al mundo que soy yo misma y no necesito ni tus techos ni tu almohada.
No me des palabras de consuelo, que ya no quiero tapar la atrocidad con el pañuelito bondadoso de la piedad y el autoengaño.
Si querés, solamente si te querés y si te place y si se te canta, dame tu mejor batalla, tu aspiración desmedida que realmente pueda plasmarse en esta tierra un día cualquiera de los que podamos encontrarnos, decir sí, decir no, y seguir juntos, y pares, y adelante.

Doméstica: con fritas.


Se me quemó el pancito, y se doró por demás la hamburguesa de pollo. EL mundo se vuelve crujidor y mis dientes tipean letras inanes sobre las paredes de la cocina-living-estudio-comedor-mazmorra mientras mi mente cita pequeñas citas de autores ignotos que usan la palabra inane y aún así como yo desconocen qué significa.
Resumiento: googleo pancito googleo hamburguesa y la wiki-al-pedia me cuenta cosas interesantísimas tanto que no recuerdo que en realidad buscaba otra cosa pero si esto me satisface es que evidentemente cita y de repente brilla la luz de la memoria a sabiendas de que lo que altamente se ilumina altamente enceguece y genera oscuridades más o menos insondables que hacen prácticamente imposible retomar el hilo pero como me paso por el orto las determinaciones teóricas acerca de lo práctico vuelvo a mi pancito quemado que reclamo como mío básicamente por el fuego sometedor al que en mi mazmorra conurbana lo he nacido y la verdá que para resumen esto resulta algo extenso y poco proclive a detectar los puntos candentes de un tema que de todos modos abordo entrando y saliendo como aguja en ojo bueno o aceituna en hemorroide y claro dirás pero qué fértil o pútrida imaginación la de esta chica lo dirás sí por desconocedor de los caminos colectivos que construyeron estos códigos secretos y por ignorar estos ojos ni mansos ni nuevos que ya no condicen con la palabra chica.
Entonces, el pancito yace quemado y ahora partido, expectante de su destino sánguche. Para que no sea menos, la hamburguesa rebosada se abre en dos dejando salir un rezumo de espinaca. Y eso es, más o menos, lo que dispara estas palabras.

(El lenguaje no merece tanto mimo. Con dos o tres pataditas en el culo, ponedlo a andar en pos de las cosas de este mundo y las visiones maravillosas de lo posible. Prestad atención a las fechas de caducidad. Como buena ama de casa o matriarca tribal, no dejaréis que vuestra gente lea mierda.)

viernes, 23 de septiembre de 2011

Invocaciones II

Te llamo.
Desde todos los siglos te llamo.
Te llamo ésta que soy ahora construida con escombro y tierra nueva vieja vieja o más vieja que las catedrales -pero y hasta por eso, más humana.
No puedo gritar ni cantar ni susurrar tu nombre porque este llamado es a lo inaudito. No sabría cómo predicarte.
Aprendedora de los recovecos del lenguaje, así como de sus revocaciones, lo indecible me acuna. Incluso me ampara.
Y así te llamo: cuerpo prometido, materia ordenando el universo cercano, visión de los atardeceres en campos labrados o ciudades enteras que se mueven de regreso a una casa originaria digamos mítica pero real.
Cuando los dioses se ponen a revolver la sopa te llamo.
Donde ángeles y arcángeles dan vuelta las medias para zurcirlas te llamo.
Porque las divinidades ctónicas reclaman un asadito bajo el sol del mediodía te llamo.
Y no sé si vendrás y eso no importa.
Me basta saber la invocación volando en el aire dibujando mis gestos habilitando pequeñas puertas de servicio para saber y no saber hacer y no hacer decir que sí decir que no.
Me es suficiente encontrarme en el espejo de mis ojos tipeando entre mocos este llamado poetizado que apenas logra vestir dignamente el llamado más de tripas que lo enuncia donde vale lo simple y llano y también lo complejo y revuelto porque de todo eso está hecha la vida o al menos lo que podemos conocer de ella.
Y a lo lejos y tan cerca tiene sentido llamarte porque alguna vez escucharás o sentirás la misma ausencia y buscarás encarnar esa falta -héroe de calle de barro o adoquín impío- nacido en esa tierra de nadas que solamente habitan los que no matan la memoria según los registros oficiales.
Y verás -si es que ya no estás viendo- lo dorado brotar cuando los cuerpos hacen la alegría, lo azul danzar cuando los cuerpos escudriñan la materia y revierten los mapeados en pos de esa alegría, lo rojo brillar cuando los cuerpos se unen para perpetuar esa alegría pero todo mansamente, sin grandes fastos ni el nefasto pisotear marcial de las utopías convenidas.
Verás, dijimos, que el u topos es más poderoso cuando es sencillamente topos en camino hacia el u. Y no reniega de su semilla ni de su vieja raíz. Porque es todo ello lo que lo lleva nomás a levantar su copa caducifolia hacia el sol.
Y de vuelta en este hogar minúsculo de mí misma y mi llamado, no te nombro, abriendo la posibilidad de la presencia impensada, la llegada sin anuncio ni panfleto, caminando al borde del precipicio con tu atado de potencias al hombro y un perro fiel ladrando al paso del peligro.
Te llamo mediante el deconstructo caótico y coherente que hice de mí misma habiéndome en principio profetizado y luego herejizado los libros sagrados de mi propia redención mítica.
Te llamo desde donde llamé niña y nadie vino.
Te llamo desde donde llamé joven y nadie vino.
Te llamo desde donde llamé mujer. Y vine yo.
Porque a partir de eso supe que es posible. Empecinada, te llamo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Evidence.


El misterio es el silencio de un cuerpo que se niega a la metáfora.
Entidad no reversible pero sí flexible e insoportablemente artera.
Placenteramente artera.
El lenguaje, nuestro habla, lo viste y lo amansa.
El cuerpo se deja, al menos por un rato.

/lejos de las variaciones lúdicas y lúbricas de la palabra o no lejos sino más bien
desapegada, no deposito en el susodicho don saltarín e ingenioso ninguna de las aspiraciones a lo cierto ni a lo bellamente enunciado siendo que la belleza me nace en la tensión entre lo cierto y lo que digo y no simplecitamente en la más o menos novedosa forma de decir/

Y al rato, el cuerpo no se deja.
Se abre al vacío con la memoria de caricias y de patadas ausentes. Añora sentir, en su forma vaga tanto como en su forma precisa. Se sacude los ropajes que lo enuncian y lo evaden o que evaden su callado reclamo, su hambriento reproche.
Fuerza animal, piel de cachorro, tetitas de virgen sangrante.
Y nada es como si.

domingo, 18 de septiembre de 2011

mambl rambl...fai?

se viene el mambl rambl me díjome a mí misma en un revuelo de objetos indirectos escapándose del gallinero cacareando viejas tonadas libertarias y una canción de haditas en celo que anticipa un verano de trópico infesto pero felizmente hundido en humedades de huecos de heteras heroicas en su entrega a la potencia de su hado y demás asociaciones sorprendentes ligadas a través del uso caprichosito de la letra H cuando entonces
porque bailaba bajo la luz de la luna en un cliché asqueroso que de tan asqueroso o de tan cliché se volvía un remedo de hogar o un ahogar en remedios y medicaciones la conciencia de un desarraigo emparentado con la indiferencia que es hermana del apuro que es hijo de un no querer tan grande que se come el mundo y tan luego se indigesta y pare enormes críos de mierda que como toda mierda cuando es mal parida no se suma a la cuna bulliente de la vida para su higiénico y parsimonioso recicle sino que se empecina en ser monumento mierdoso a lo que ni cede ni procede y solamente hace nido en la nada del ser
el tema se perdió en un quinto piso y parece que anda jugando a la play mientras una mujer sube y baja escaleras rechazando la salida fácil de los toboganes y el revuelque lúdico en los areneros y grita grita su nombre a ver si vuelve a tener nombre o algo parecido a saber quién es
una línea de luz se define delgada y a lo lejos para avisarme que los fantasmas la están pasando bien y que puedo dormir tranquila bajo el ala del día que no me dejará verlos como siempre como siempre como siempre
la virgen de la noche
la madama
de los atardeceres

lunes, 12 de septiembre de 2011

Exotérica III

Reina de los Bosques del Otoño, es un refusilo de espada en el dorado-crugiente vegetal.
Sentada en su trono de piedra, corta metal con metal y se libera.
'¿Para qué?', pregunté a la nada oracular.
Y me entrega Reina del Frío Pensamiento, independiente de las demandas de una tierra sensual y fecunda.
Ella me mira a los ojos.
'Para dejar lo conocido de la ausencia y el anhelo. Para abandonar el acto reparatorio de heridas que de todos modos ya son viejas e intentando repararlas solamente las mantenés sangrando. Para ser libre del mandato del amor mundano.'
Cuando me dice eso, siento el corazón estrujarse y gritar sordamente. Es la niñita que se retuerce aquí en la que soy. Recuerdo viejas palabras mías que me marcaban el camino solitario de una bruja, el destino separado del mundo de una mujer sola. Y que dolían como una cuchilla clavada justo debajo del esternón, mientras yo trataba por todos los medios de eclipsar ese dolor, ponerle sordina.
Por eso le pregunto.
'¿Y entonces qué se hace con todo esto -la voluntad de hembra/madre/sanadora/esposa-? No te hablo desde lo que se le pide a una mujer, no te hablo desde lo que me faltaría para sentirme entera. Te hablo desde lo entera y diversa que soy, con estas manos hambrientas por cuidar, con este fuego que me rebalsa el pecho y me retuerce el alma-cuerpo cuando no está ni el compañero ni la cofradía protectora que da sentido. Yo me quemo viva, está bien. Pero no quiero que sea en la nada. Cuando hablo de la ausencia es porque algo alguna vez me dejó la marca de una simpleza y un amor llano, cuidados cotidianos con ruido a loza, desafío, coraje y supervivencia cuando hay QUIENES a los que volver. Ese algo puede ser y seguramente es algo inventado, esos mundos inasibles que me cuidaron cuando arreciaba el espanto y fueron más reales que lo cierto. Pero...¿cómo encuentro un lazo más fuerte que ese amor para atarme a la vida? Si es eso, puramente eso, lo que los demás entrevén y de alguna manera me hace especial para ellos...'
Entonces entiendo.
La Reina de Espadas se ríe cómplice. No tiene que hablar. Hace tintinear su esposa cortada.
Me digo a mí misma.
'Libre del amor mundano para entrar con ojos abiertos en el amor que une todos los mundos.'
Y es la alegre, la alegre rebeldía.
La segunda carta lleva mis 6 espadas dolorosas al comienzo del final de la noche. Incierto, sí. Pero con luz.
: )

domingo, 11 de septiembre de 2011

Puños y letras.


1. Tengo estos puños. Miralos. Miralos bien.
Que las uñas estén pintadas del color de los pequeños ponis no es la cuestión.
Vos confiate nomás, total, por mí...
Confiate en las formas suaves y las palabras musicales que me rodean. Creé afablemente que este par de puños agnósticos y ácratas van a trabajar en tu nombre. Creé que operaré en tu servicio. Vos, que te adornás con el perfume barato de los grandes objetivos y la naturaleza mesiánica de tus declamaciones.
Fumá. Fumá tranquilo, descansá en los pilares de estos puños que hace décadas se visten con los dos mismos anillos y un persistente sentido secreto.
Ya sé, no entendés esa clase de coherencia interna. Solamente los esperás predecibles en el retorno de la inversión o en la chupada de pija que te es vital para conocer algo placentero.
Ponete cómodo. Esperá tranquilo. Contá tus vaquitas (profundamente ajenas). Sumá las piezas de tu discurso (autocomplaciente y sin arraigo en lo real). Elegí una de las opciones que mejor describa cómo te percibís:
a. Socialmente responsable
b. Innovador/a y estratégico/a
c. Ecológico/a y sustentable
d. Un/a tremendo/a pelotudo/a que no tiene idea acerca de cómo lograr todas esas cosas que lee en las revistas de gestión pero por las dudas se aprendió el vocabulario de memoria.
Para finalmente ser lo que sos: un animalito carroñero reidor tratando de copar la leonera, matando cachorros ajenos y dando por sentado el sentido de esos puños que te parecen dóciles aunque no termines de entender por qué forman parte de un cuerpo ROJO y NEGRO.
Por eso, como ventaja te digo. Miralos.
Miralos bien.
Mientras te quede el poquito de calma que resta entre este tiempo, y el tiempo de estar despiertos.


2. Busco sangre viva. Sangre en sus venas llevando el batallón químico a cada parte del cuerpo cuando la realidad lo exija.
Basta de espejos a la nada, imágenes congeladas, socialmente operadas, pajerilmente dispuestas para que te sientas un winner o un guacho bárbaro (aburrimiento ante las coreografías del deseo que está bien y es seguro aunque parezca que trasgrede; qué mierda es transgredir cuando la libertad oficial tiene ese discurso normalizador de que la norma no existe y a la vez hay que violarla para ser uno mismo -entonces ser uno mismo es simplemente encarnar la nueva normativa del desborde y luego, tras brutal ocasional descarga, volver al rebaño a producir conformismo- no?).
Por eso busco sangre viva que se entregue a visiones sin nombre, con apodo nomás. Una llamada familiar entre pocos, la razón de la pequeña manada que sin aspiraciones-de se puede volver: universal. O no tanto (veo martillitos caminar cada vez que se aspira a la universalidad uniforme), al menos abierta e inconclusa.
No puedo evitar hacer de cada acto respiratorio un acto político /porque el poder se me mostró de las más impúdicas formas en el mundito privado que existe entre una cocina y una mesa/
entonces
Busco sangre viva. Gente que duda, prueba y aprende. Gente que ríe con la vieja música de los que trabajan la materia, y se ensucia y se duele y llora y se juega a su manera única -descartando el criterio cobarde de ser políticamente correcto pa aparentar-
En estos días, la tristeza tiene la cara de unas pocas nueces.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Este texto no es hermoso.

Aprendí a ser la voz o imagen amigable en tu cabeza, haciendote sentir mejor con vos mismo. Aprendí a crear camino entre mis ojos y la nada, y de ello hacer el hilo delicado que entrelaza el camino hacia vos.
Aprendí a hablar sin pensar y en ese irreflexo transcurrir surfear la ola de una verdad tan inmensa que no se puede encerrar en un puño (pero sí acariciar).
Aprendí a estar uno o dos pasos por delante del vacío, incansable sumando palabras como baldosas que me saquen de la inexistencia.
Aprendí a zambullirme en la corriente inmensa de los otros sin perder la esperanza.
Aprendí a crear la alegría a fuerza de épica y risa y una ceja alzada y el desafío de la libertad y del abrazo que celebra y que protege y que te dice que podés. Oh, sí. Que podés.
Aprendí a mirar al mundo callada y admirarlo en su belleza trágica.
Aprendí a escarbar los caminos interiores, a esculpir mis caras y reflejos con los cinceles más delicados.
Aprendí a reconocer los perfumes de lo real, dejarlos entrar en mí para leer lo que me rodea.
Aprendí a soportar, a apretar los dientes, a defender lo que vale, a tomarme un tiempo cuando mis ángeles demoníacos enturbian todo y soy mi mayor peligro.
Más recientemente, aprendí a sentir por debajo de las pasiones, con una paz que es más fuerte que todo lo que antes haya conocido.
Aprendí a renunciar. Aprendí la derrota.
Aprendí a dejarme ir lentamente. A apreciar la larga despedida.
A acompañarme con las figuras de la ausencia. A esperar disolverme en nada y que algo mucho más grande me releve de esto.

Pero todavía no aprendí a pedir ayuda.
Y el silencio manda.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Invocaciones I

Viniste a mí con una carpetita sencilla y prolija, nada que ver con las carátulas corporativas que me llegan por correo oficial (vos entraste por la puerta lateral que da a los tilos).
Al principio sentiste pudor. Quién te habrá dicho qué cosa de mí, de este lugar, de sus paredes, su equipamiento y los azulejos impolutos que de tanta pureza se parecen al camino hacia lo muerto.
Yo te pregunté. Vos me contestaste. Y te volví a preguntar. Ah, sí. Además señalé. Con este dedito impertinente de escarabajo de hojalata. Sí. Señalé.
Sonreíste con la boca entreabierta y echaste la cara un poco hacia atrás, tomando distancia de lo que no te esperabas. Pero no tanta, no tanta.
Te conté del viejo sueño. Era como si las dos, y alguna más, lo hubiera también soñado.
Dijiste que sí, que era así. Y que además, entonces, por eso y claro.
Ahí arrancamos, sumando otras tejedoras al telar de lo posible.
Después salí de cacería, usando la misma artillería originaria de mi voz, mis ojos y mis sueños. Más la verdad que liga todo eso como a una masa que leva ante un soplido, y se monta en mis palabras.
Ellos vinieron, respondiendo a ese pregón solitario al borde del acantilado. Cruzaron sus mares, siguieron tu faro, escucharon mi casi-huayno disfrazado de desafío rocanrolero.
Pronto volverás a mí con una carpetita sencilla y prolija, para conocer a los nuevos hacedores de lo nuevo.
Lejos -o ni siquiera- en una dimensión imposible para las carátulas y las corporaciones, no sentirás ya pudor.
Y nadie te dirá cosa de mí, ni del lugar que habitaremos, ni de estas paredes que me guardan del mal, ni del equipamiento que moldea el bien, ni de las venecitas desparejas de colores que, traídas de las demoliciones, son los rasti del camino que rechaza el cielo.
Y haciendo persevera.

porfavorsilencio

1. Busco una palabra.
O, para ser precisa, no la busco.
Tampoco he de decir que dejo que me encuentre.
Es que me escondo de un silencio. Sencillamente la palabra toma ese lugar.


2. Juego con un cachorro de paréntesis sentado en mi hombro derecho; amaga con saltar sobre el teclado o enlazarse a algún caracter del monitor. Le chisto para que se quede quieto, se enoja y se cierra sobre sí mismo transformado en cero.
Mientras tanto, un punto y coma viejo y desdentado se amorronga delante de la estufa garrafera, y me muestra las encías evocando antiguos gestos de batalla al darse cuenta de que entre aburriente, divagada y meditosa, aún le clavo la verga a la palabra.

mambl rambl for

las manos tus manos que cuidan el universo cuando deciden amansar el hambre y celebrar la lengua o bien agitar la sutil cocktelería de la palabra y maridarla con la primavera callejera y conurbana que huele a flores blancas apenas nacido septiembre o sea no jazmines sino probablemente lluvia de paraíso mientras se espera el bondi y las cuchillas se afilan en alguna esquina tan cercana que parecen chicharras de estío pleno y evoco los veranos donde todo era confuso y prometedor con toda la pulenta de la amenaza entonces me viene este alivio de dos cosas que son la claridad limitada necesaria apenas para dar tres pasos y el abrigo de lo oscuro siempre vital para vadear lo desconocido y es por ello que celebro tus manos porque existen tus manos porque insisten tus manos porque
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