martes, 30 de agosto de 2011

Horizana 2.


Río de costado y con alivio.
Lo que dejo atrás parece un set de muñequitos de papel pensados para bocetar la realidad. Precarios mapas.
Levanto las dos cejas y hago un mohín entre divertida y espantada.
Lo que no veo por delante se anuncia en la brisa con el perfume picante de la sal de los mares.
Suspiro. El peso de las mil cosas se me sale de encima para dejarme en esta zona liberada del deber ser. Territorio insurgente que se complace con lo cierto.
Inspiro con fuerza, alisto el cuerpo, achino la mirada. Otra vez me zambullo en el mundo pero ahora en una dimensión más áurea de lo concreto.
Desde la nave contemplo el horizonte nocturno del que nos vamos. Reconozco los faros de la impostura que, en su momento, fueron toda la luz que necesitábamos para recorrer este camino.
Y ahora.

domingo, 28 de agosto de 2011

Aceptación del Tao.


Sea tu indiferencia. Que sea.
Sean tus nubes alucinógenas, la visión mesiánica de salvar el destino de una masa borrosa a la que ponés un nombre que sentís 'nosotros'. Sea.
Sea tu voluntad de convertir en anécdota las voces divergentes y de desaparecerlas tras el manto de sospecha sembrado hace tiempo. Sea.
Sea tu gran fiesta maniquea que calma, da certeza y marcha triunfal para los ejércitos de una raza perfecta, maquinaria masticadora de lo que dice 'no' o encarna un 'pero'. Que sea.
Sea tu ejercicio del disfraz del día o de la era, desarraigo de la humilde certeza y la honesta correspondencia entre lo que se siente justo y lo que realiza esa justicia. Sea.
Sea este recital de pobres arrojándose bengalas a conciencia. Sea la versión oficial de los hechos, del pasado y de todo lo que antes quizá pudo decirse nuestra casa. Sea la repetición infinita, la apropiación de retoños y de futuros, la celebración festivalera que reemplaza las pequeñas formas que devienen en cambio del mundo. Que sean.
Sea este silencio ruidoso. Sea este protagonismo de la furia y la ceguera. Sea lo que siempre ha sido, travestida o gatopardamente cuando los que diariamente ejercen de Her Kapitan o Cerdo Burgués gustan de jugar al ajedrez o solamente al melodrama con peones inmovilizados a los que creen marcar el guión y por eso los llaman Pueblo. Que sea.
Mientras, en los diversos matices que conjugan el sonido y lo callado, lejos de esa fantasía compensatoria hecha de escaques y escenarios, unos otros sin nombre ni ascendente algo habremos de seguir naciendo.

martes, 16 de agosto de 2011

Arqueología del ser V

La Sagrada me pega en medio de las tripas. Todas mis categorías preexistentes acerca del deseo se desmoronan como cubos de azúcar en agua hirviendo. No hay cuerpo más hermoso que el que ve esas visiones y camina hacia la Tierra del Horizonte. No hay labios más adorados que esos pliegues tenues y resecos, incansables de decir la gloria y de advenir un sueño.
No es una simple forma del lenguaje cuando digo besar sus pies, acariciar sus muslos, hundirme en su vientre, acunarme en su pecho seco casi inexistente que le da leche a todos los panteones divinos.
La Sagrada de piel claroscura, pero siempre ojos negros clavados en el vacío donde nacerá lo que ella anuncia. Cuerpo amado, amado, amado al precio de desarmar el mío, de desaprenderlo y soltarlo en tierra yerma, tomar la forma  del principio viril de la lanza para clavarme en los futuros que anuncia y hacerla sonreír, así, entre mundos.
La Sagrada  -madre de un cielo y de todos los infiernos que engendra su espera- me rapta hacia su lecho de agonía donde paso la punta de los dedos y tan luego mi lengua por sobre sus marcas-recordatorio del costo que tiene atravesar este mundo con los ojos fijos en lo que lo transfigura. La arropo como a una pasión prohibida, la abrazo como a una estatua de arena que se me escapa -bien sé lo poco que la carne persiste cuando la consumen esos fuegos- le canto canciones de niña para sostenerla en sus nacimientos y que así no marche definitivamente a donde por fin será cierta pero a la vez me será ausente (la Sagrada su piel cortajeada las líneas rosadas y moradas que le dicen al universo acerca del tránsito por la materia y también cómo no acerca de lo que sucede cuando la materia es un umbral hacia el Ginnungagap y y y y 
una hojita sacudida en la tormenta del espíritu o vale decir la tormenta de la nada...)
La Sagrada en su voluptuosidad árida y reseca de cuerpito alucinado caminando enfiebrecida hacia la noche, hoy mujer de calle de tierra, ayer joven operaria o agricultora en Grito o monja pía o maestrita de campo o mujer sola del pueblo y quién sabe qué otras que beberán del río ignoto y serán estaqueadas por su luz.

sábado, 6 de agosto de 2011

Arqueología del Ser IV

El Rebelde Llorón.

Oh, nononononó. No es lo mismo que rebelde a secas. Precisamente es su contrario: el Rebelde Llorón es de lo más paspado que hay. Combinación insospechada de mirada avizora y cobardía extrema, es el que utiliza un intelecto privilegiado para fundamentar teóricamente su condición de eterna víctima del universo. Y la de todos los compa. A diferencia de los justicieros que le ponen el cuerpo a su visión de lo bello, lo bueno y lo justo, el Rebelde Llorón le pone nomás el llanto. Un reclamo lastimero, generalmente falto de lógica que se sostenga más de tres contraargumentos y que cierra sus compuertas al grito de '¡Porque vos sos un garca también!' o similares. Odia particularmente a la gente que hace; la mira con desdén, como diciendo 'Pero mirá qué giles, todavía creen en algo...' mientras vive de la caridad ajena o, directamente, hace abuso de la generosidad del otro. Una de las versiones más insidiosas del Rebelde Llorón, juzga a quienes hacen o creen en algo como 'cooptados por el Sistema'. Un sistema que, como todo concepto, también es materia de fe. Pero claro, le viene como anillo al dedo. Y guai que le digan que él también cree en algo (aunque más no sea su condición de oprimido, de loser o de rebelde).
El Rebelde Llorón tiene un poco de la zorra que desea las uvas. Desea mucho, se cree merecedor de todo menos de la parte que le toca: hacer un esfuerzo.
Odia la materialidad y verse tal cual es en ese plano. En vez de asumirse narigón, denuncia los estereotipos de belleza que este mercado inmundo impone a los hombres. En realidad no se banca ningún ordenamiento jerárquico que no lo tenga en la cúspide: quiere ser el más capito de todos.
¿Qué hacer frente a los grandes académicos? Denunciar los mecanismos de poder escondidos detrás de los regímenes universitarios y descartarlo todo. Ser el más agudo y swiiiish, de nuevo a la cúspide con el ego cuidadosamente embalado (¿le pusiste esa tela plástica con bolitas de aire? Sí, sí, vos fumá...)
¿Qué hacer frente a los discursos optimistas que estimulan a las personas a hacer cosas y jugarse por algo constructivo? Pssss... desprecio absoluto y nombres peyorativos. Muchas veces utilizando las categorías teóricas que en otro ámbito combate. Oh, sí. Así de paspado.
Algunos ejemplos de la vida real:
1. El anarquista mantenido por mujeres, que se gasta la guita en faso y cyber, y que se vuelve amante del alambrado cuando su mujer proveedora hereda un campito virgen en medio del Chaco.
2. Tres jóvenes estudiantes de Filo vestiditos de Foucault, que le discuten a la de Medieval con argumentos de la posmodernidad. Ubicate, papá...
3. La chica gordita que putea a esta sociedad consumista y la mirada sobre el cuerpo femenino que genera, pero con gran talento artístico dibuja personajes femeninos estilizados.
4. El jopende agudo que cuando ve que esta vez no va a poder humillar ni ser más punzante que los otros, se hace el que no juega a ese juego y aporta contenido burlón fuera de tema, cosa que los demás comprendan que está más allá de la temática compartida.
También hay una serie de Rebeldes Llorones cuya mención sería políticamente incorrecta, pero en resumidos términos, son los que le enrostran al sistema o al Estado las consecuencias de sus actos. Ojo, jamás combatieron la lógica imperante ni intentaron asociarse a otros que buscan cambiar las cosas. Solamente reclaman que otro se haga cargo de las consecuencias de sus actos, que les joden la vida y por eso son injustas (cuando no son más que consecuencias naturales). Eso no quita que intentemos ayudarlos. Pero tampoco resta mérito a esta exhumación delicada de entre las sombras del ser. Definitivamente, son Rebeldes Llorones.
Afortunadamente a veces sucede que a fuerza de arrejuntar llanto, se empieza a perder la cobardía,  secan las lágrimas y de las sombras emergen otras formas del ser que, a su manera, alzan un puño, ponen el cuerpo...y callada, minúsculamente, cambian el mundo. Pero ellos se merecen sus propios textos.