Congelo el movimiento del cuerpo estando a punto de tipear.
Cierro los ojos y sobreviene todo lo que sé, todo lo que he aprendido en estos últimos días (y no lo comparto).
Tomo conciencia de que mi gesto es diferente (y no lo describo).
Pasan por mi mente las instantáneas que me hicieron aceptar mi destino (y no las recreo en palabras).
Siento esto en el pecho (y no busco las metáforas que te lo hagan accesible).
Es que solamente el silencio puede hacer justicia
a la potencia que hace su nido al reparo de mi nombre.
