domingo, 25 de abril de 2010

Vértigo

Como mirando las olas gigantescas que tendré que remontar para llegar a mis puertos. Y aceptándolo, sin espacio para pensar que eso no es posible.

Contemplando la cresta espumosa de esas fieras marinas anticipo los dolores, los cansancios, los fríos helados pegados al cuerpo, los segundos de nada al atravesar sus paredes de agua salada, inmersa mi nave en la oscuridad más olvidada del universo.

Pero allí estaré yo, mi propio faro, mi propio lucero vespertino, mis propias constelaciones hacia el mediodía.
Allí estará el recuerdo de mis amores, la presencia de mi sangre vieja, los ríos de dolor y soledad que aprendí a domar y a los que ahora simplemente llamo venas. Me acompañará la mirada de mis seres entrañables, su deseo feroz, su amor sin límites, su alegría sincera, pequeñas antorchas que acortan el camino que lleva al alba.

Este no es un texto nocturno: son palabras de viajera incansable. De luchadora empedernida. De sirena que le canta a la vida y entiende a la muerte como parte de la misma. Es la carta destinada a la corriente del mundo, mirando de frente al sol que se eleva sobre el océano crispado.

Más allá. El corazón me lleva más allá. Los fantasmas que otrora empañaban mi mirada han caído, y ya nada puede atarme al miedo. Llegar al hogar de los dragones, de las serpientes aladas, o bien a los pequeños pueblos costeros donde las letras mayúsculas se usan para moler el grano.

Siento en el cuerpo la electricidad del camino abierto y la mochila ligera.
El aire está frío.
Pero corto la niebla con la luz escalperiana de estas palabras.

viernes, 23 de abril de 2010

Tocar sentir soñar amar

¿Cómo romper estas murallas transparentes?
¿Cómo alcanzarnos, tocarnos, darnos cariño manso, darnos calor y consuelo?

Siento que las conozco a casi todas: las murallas de la distancia camuflada tras la proximidad de una pantalla, las murallas de la sociabilidad convenida en los espacios donde nos exhibimos al mundo... Las de la querencia cotidiana que no querriamos quebrar mostrándonos auténticos. Y van...

Todas esas preguntas que nos devoran los sesos: ¿Y qué va a decir, qué se va a creer, qué va a pensar, y qué va a hacer, con quién lo hablará, vendrá, se irá, qué me dirá? O peor aún: ¿qué pasará?, que viene a ser como ¿qué escena seguirá en el guión de las cosas que deben pasar?

La sensación de que haciendo esto o lo otro alteramos el sentido del universo. Bueh, es cierto. Pero NO haciéndolo, también. Y verdaderamente, no alteramos nada: el universo es la suma final y total de todos los derroteros posibles, donde todas las decisiones han sido alguna vez tomadas.

Aún así no da lo mismo esto que cualquier otra cosa. Más allá de esas preguntas que te devoran los sesos, más allá de la vida guionada y de la sensación de ser el ombligo del mundo. Más allá de todo, estás vos. Estoy yo.

Y estas murallas, que nos separan de todo lo auténtico.
Bah, me cansé de esas preguntas.
Dejaré que el corazón marque mis pasos en estas batallas.

viernes, 16 de abril de 2010

tarde

a veces es demasiado tarde para que las cosas sean como las deseamos
pero no demasiado tarde para que las cosas simplemente sean
ya sé
ya sé
es tarde para pensar en compartir el brillo de tu luz transformado en amor
pero no es tarde para estar siempre ahí
fiel a la belleza que irradiás
a la mirada luminosa
y a los horizontes lejanos
sublimemente luminosos
que invocás
en cada una de tus palabras
tan parcas
como reconstructor de mundos es
tu abrazo