martes, 25 de octubre de 2011

En lo baboso del día

Ah, la felicidaT, la felicidaT...!
Atravieso la masa babosa de la felicidá, ese líquido amniótico del que nunca quise haber salido, re-estrenando doble corbatín para que una mano previsora tenga otra vez que sacarme a flote desatornillándome y que así se repita el tiempo de los tiempos.
La felicidádorada, la simple felicidá de lo que fluye sin esfuerzo.
Pero.
pero pero pero pero pero pero
No es como antes. No me complace fácilmente mi nuevo viejo estado branquial. Ni los procesos de ósmosis y vejiga natatoria -todo es tan extremadamente celular.
/recuerdo el aire
el frío aire del in(v-f)ierno
porque quién carajos cree que el infierno arde
y que en el junio sureño no se puede morir quemado
pero yo recuerdo el aire
cortante
que me enseñó los caminos de la espada gemela
y del preciso escalpelo cirujano
y con eso a cortar la baba babosa oleaginosa y magmática
de lo feliz doloroso amoroso odioso y todo los osos
que te embadurnan la mirada
como melaza negra del color del cielo que
bien sabemos
es blanco/
Alguna vez recordé el aire
y el azul intenso de los ciclos otoñales
-arriba azul
abajo ocre crujiente y dorado-
y las ganas de correr y el infinito campo combo del todo espacio
y las zarpas zarcillosas de un barro muertito pero ávido que me encerraba en esa casa en ese cuarto protegida de la propia luz y de la propia mirada atrapada entre cuatro paredes y un laberinto artero en donde abrir una puerta era lo más parecido a cerrarla y arreciaba el silencio al mismo tiempo que a cocción lenta se cocía la voz clara y los ojos negros invocaban algo de lo que nunca sabré el nombre pero se siente como casa
/ahora mismo recuerdo el aire
la libertad del aire
corriendo incansable riendo como loca
las enseñanzas del aire
sus lecciones acerca de la nadidad y de lo pesado
su débil sustancia
que permite la música
y todos esos demás dones que de algún lado me tocan
y me gritan
recuerdo el aire
y dice mi nombre/
Entonces vuelve la felicidaT con sus manazas de madre asesina.
Pero gracias a dios o a alguna otra cosa que no soy yo pero me habita, gracias a eso, descubrí los 'peros'.
Y es 'Madre asesina, venga a tomarse unos mates. La vida es dura, lo sé. Qué se le va a hacer. No se preocupe. Tome, tenga un sacramento o un cañoncito de dulce de leche. Pan con manteca y azúcar. ¿Yo? No, yo a la manteca le pongo sal. La insulino resistencia, sabe.'
Y la acaricio con la mirada, y la escucho en su miedo terrible de perder y de ser nada. Y la amo. Madre asesina. Y lo amo, Padre ausente y aterrorizado(r).
La felicidaT ya no es almíbar para un duraznito bebé. Es esta agridulce sustancia en la lengua y por fin el aire entretibio de los ciclos intermedios.
/es que recuerdo el aire/
Y me ducho con las caricias de un hombre y me duermo con su pija innombrable clavada bien adentro en acto de posesión, de tierra conquistada.
/aunque ojo, yo recuerdo el aire/
Nunca pacto ni traición, testigo pequeñita memoria inmensa. Amo los caminos que se alejan de la academia. Y que se alejan de los que se definen por su distancia de la academia. Mi felicidaT se escurre en adoquines y cordones mal picados, repica como campana en las maledicencias vecinales y estalla en los ojos de una parroquiana de lengua mordaz o en las galanterías del fiambrero del barrio.
/recuerdo el aire de esos días
cuando dejábamos mazanillas en el busto abandonado
en los talleres vacíos
del ferrocarril Belgrano
y la libertad de un fasito a escondidas
la libertad del aire
cuando la felicidad
dicen
no era mía/
Madre asesina. Padre ausente y aterrado(r).
Esta es mi vida.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La devoradora.


Es una mujer hermosa. Al margen del diseño mercantilizado del cuerpo. O de los antiguos diseños rituales. Su carne encarna la maravilla de la resistencia. Marca sobre marca, su piel es el mapa de todas las cacerías y batallas. Andar desandado, cantar rasposo, mirar de costado.
Esta mujer hermosa ríe como cualquier entidad del infierno.
Pero no.
Se filtra entre biblias y calefones. Entre artículos de toilette y cremas para las erecciones. Entre controles remotos y libros conseguidos en las demoliciones.
Su sombra se desparrama por las paredes y cielos rasos como una cría impredecible e inquieta. Hermosa de toda hermosura, puede asomar su mano de uñas largas y marrones por debajo de tus sábanas. Por detrás de tu almohada. O rasquetear incansablemente las puertas corredizas de tus placares hasta que Pompón despierte y maulle su cantata lunar y dormir sea imposible.
Su hermosura repta onduladamente sobre rastros de humedades insondables que manchan la alfombra y queman el piso flotante de roble de eslavonia. Sedas, oropeles, cascabeles y colecciones completas de la taschen, todo mancillado por la arcilla degenerativa de su tacto gomoso (ella, tan hermosa).
Y también en cacerolas y cocinas económicas. En planchas de lavar, en planchas de asar, y en las planchas de simplecitamente planchar. Todos los enseres domésticos tienen su toque medular de hermosura gracias a ella, aunque más especialmente las batidoras y todo lo que así asemeje al órgano prescindido y, por ende, ya remplazado.
Las ventanas. Las ventanas semiopacas donde se refleja para limpiarse los dientes cubiertos de podredumbre y metal que son su orgullo. Los postigos que se cierran a su paso y la risa desbordada entretejida en cánticos y letanías. Su llamada persistente en cada puerta de cada casa de cada cuadra de cada barrio cada noche de cada invierno de cada año bisiesto en que llovió el 29 de febrero (su hermosa pasión por las disimetrías).
Es que ella es una mujer hermosa. Más allá, a través y por gracia de, vive entera detrás de tu espalda, en el rabo cortón de tu ojo y al límite justo de lo que sos capaz de escuchar.
Ella te toca. Se complace en tu inconciencia. Te mete dedos, te mete lengua, te metería una pija si tuviera. Te llena la boca y te sofoca en sueños, por eso despertás con ese regusto aconchado entre los labios y decidís cambiar el cepillo de dientes u omitir los enlatados a la hora de cenar.
Ella te roba prendas usadas y se regodea en sus olores rancios. Deja que crezcan todos los hongos y que se lluevan las paredes, que se tejan las telarañas y que ácaros y hematófagos te saltimbanqueen a la buena hora del descanso.
Ella te habla por sobre el hombro, te chupetea la nuca y te llena de mocos el cabello. Roba recortecitos de vello púbico y las colillas que acabás de descartar. Bebe de tu mismo vaso, de tu mismo lado, para inundarte con todos sus secretos que te empecinás en olvidar.
Ella.
Abre la boca.
Hermosa cara dentro de la vasija del inodoro.
Y te reclama toda tu mierda, mientras inocentemente creés que sos vos el que decide cagar.

Los putos del clavo.


Travestidos
adornados con confites de otras ceras
reverseros reversibles con reserva y contramarcha
altaneros de plataforma y lamé
lengüetadores de la raja sudorosa del mañana
los malhablados suripantos del filo
soplanucas levanta tapa de los sexos
ellos
en la sombra virgen de su sombra
se dejan
y se clavan.

Señor Perfectito II


Alergia a la palabra rimbombante
y a los poetas franceses del siglo diecinueve
a las marchas galanas en pos de la victoria
y a los llantos interruptus del que no puede ni quiere.

Tanta anormalidá
circunspecta rebeldía del detalle
salta /hagocomoquehagocomoque/
y la historia te dicta su dictado gerencial
-vos, putita secretaria
dactilógrafa del invierno-

sábado, 15 de octubre de 2011

mambl rambl fai

...los confines lejanos, la palabra añeja, la visión perenne y los bosques caducos que se reciclan y otorgan una dimensión nueva al concepto de eternidad /la eternidad que se revuelve en sus múltiples diferencias internas para no ser más ni menos pero tampoco nada, tampoco muerte ah esa señora enseñoreada a la que le dedicamos palabras y silencios, puños furiosos cejas alzadas y mucho más en formato mambl rambl así todo apalabrado como para ocultar que el sentido se crea justamente aquí/ entretejido en conceptos y poéticas, el amor navega territorios hostiles como un héroe manco y un rey tuerto, acariciados por las alas de los cuervos, pendientes del sonido aireado que indicará la buena hora de completar el monumental destino que hoy es solo un delicado pero definido tapiz de lo (h)a(c)sible y accesible o no sé si tanto, pero el derrotero del amor sale de su rémora de derrotas, remueve los rescoldos de la memoria *sobre todo de la más poderosa que es la memoria de lo no acaecido -que no confundo con la memoria de la promesa que te alecciona sino que es la memoria de las alas que alguna vez hacia adelante ya habías tenido/ y ves las alas de lo pequeño comiendo empanadas bajo este sol, en este día, viajera de las noches, de todas las noches y de esta noche, bajo este sol en este día que será incapaz de borrar la noche que en sí misma te constituye, ese momento silente al margen del mundo en el que te das cuenta de que el corazón del mundo está en sus márgenes

y allí latimos

en los espacios improbables

poesía ardiente poesía mansa y subrepticia

celebración de una especie que

dormida soñada o en vela

aún así
insiste.

domingo, 9 de octubre de 2011

We are golden we are golden!!!

Dorados. Como la niña del sol que supe ser. Como el tequila que me besó en los labios esta noche. La eterna novia de lo oscuro, prometida de los sueños prontos a ser reales. La amante de los días de paso, concubina de los amaneceres. La curtida esposa de las palabras. La serena viuda de toda esperanza.
Las calles, las casas, las publicidades en vía pública -con mis dedos de uñas color obispo dibujo sacrílegamente constelaciones imaginarias con aroma a sangre de ágave corriendome en las venas- porque la noche es casi casi un mambl rambl preñado de adioses y de nuncas, de cosas que el tiempo ya no permitirá y revuelan con su pila de cuentas pendientes sobre la nada para volver a mí así dorada como una niña, como el tequila, como el ron, salada como margaritas del desierto y dulce, dulce, dulce como estos ojos que saben reconocer tu costado luminoso y saben cuidar y amansar tu costado de tormenta, mientras la risa alimenta la firme noción de no haber perdido y de reclamar lo propio y de tocar el cielo, yo, conocedora de mezcales y otras aguas, despido barquitos de papel al pie del torrente y vuelvo a mi hogar a cantar los cantos de bruja solitaria que tejen otras estrellas en la aurora sureña de mis días.

viernes, 7 de octubre de 2011

El fungoso desierto de lo mojado.


El sol ardiente dora las calles de Villa Ortohongo, mientras las chicharras ardientes taladran los oídos de las transeúntes ardientes que muestran indiferencia a los piropos e insinuaciones ardientes de jóvenes y señores de la tercera edad...totalmente mojados.
Con delicadeza de gacela y tersura de glaceado salto los torrentes de lava ardiente que labran los cordones de las veredas, esquivando bultos y abultados en pos de nubes vaporosas de enduido y pintura hidrófuga. La consigna es simple: No pasarán.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El sueño de los que quedamos.


Voy a pensar una hijaputez.
Se lo prometí hace tiempo a un amigo que se iba.
Y se lo prometí a otro amigo que aún está.
El sueño de los que quedamos. De los que seguimos en la senda, bajo el ardiente recuerdo de los que no están. Ellos, aunque no ellos sino lo que de ellos hacemos una vez que ellos ya no pueden hacer nada por sí mismos, libres de su color humano, pantalla de nuestros miedos, dolor punzante y agudo que ensordece las pequeñas miserias crónicas. Engrandecidos por su ausencia. Divinizados por la distancia. Mármol o granito de nuestras construcciones monumentales.
Después de su partida, de su deshumanización terrible (de su doble muerte), ¿cómo animarnos a soñar otra cosa que lo que fue su sueño? ¿cómo decirle que 'no' a una sombra que nos acusa por seguir adelante?¿cómo escapar de esa insana envidia a lo que ahora por fin es perfecto, e intocable y más grande que la vida?
Pues con coraje y con furia y hasta con rabia, muertos de mi historia y de LA historia, los siento hirviendo en esta sangre, la de mi cuerpo, la de mi vida, la que está llena de sueños propios y camina consciente y amorosa hacia su propia despedida, sangre sagrada y viva con la que exorcizo todos sus fantasmas.

domingo, 2 de octubre de 2011

Feliz domingo.


Es domingo.
El barrio huele a flores blancas
preparándose para las comuniones.
Al margen de los ritos oficiales
camino las calles bien sabidas
hago las compras bien compradas
calculando el peso
que siempre me falta
y proyectando la alegría
en regalos reciclados
para mi niña bien amada.
Me reciben con pinceles
y macetas para pintar mímoras
y ponerme enormes lentes de sol,
comprar helados de banana
que nunca hay
Y tan luego reemplazarlo
por lo que buenamente haya.
Acompaño a mi viejo al baño
corremos la mesa para que pase el andador
escucho como música en la tele
los mismos programas de mierda
que siempre odié
y hoy
marco del recuerdo
y marco del futuro
extrañamente suenan
a bien.

sábado, 1 de octubre de 2011

U.


Granito de pus.
Cucusito mío.
Pedacito de acelga en las profundidades de los dientes.
Cachito de carne para el servicio nocturno.
No puedo más que amarte, por sostener mi alegría a las espaldas de tu berreta existencia que no llega a los talones de la verdadera miseria.
Plastiquito de las compras compulsivas para saciar mi hambre de ser otras, teneme las bolsas que me quiero probar esos zapatos.
Pool escolar que me lleva y trae mientras relajadamente pienso en otra cosa que me mueve el piso.
FM Rutina que musicaliza con letanías costumbristas pobladas de enfoques teóricos, literatura, vino de marca y broncas autocompasivas.
Por todas esas cosas te amo.
Reflejándome en tu mierda, aprendí a limpiar mi propio culo.
Y sacarte de encima.