martes, 27 de julio de 2010

Circunvoluciones y rulos dialécticos de una mente conurbana

*Nikka pone música folklórica de un cd que nunca antes había escuchado.
Las cosas que una atesora sin saber...

Lairararaaaá...

Atardece apaciblemente y espero que sea el momento justo para ir a comprar jabón de lavar líquido en lo del señor que vende todo suelto.

Intercambio mensajes instantáneos con un conocido de la época de scalper incipiente, acerca de la paja que nos da intentar siquiera estar en pareja.

Se oye un canto mañaneeeero... a la oriyita del río....

Mientras colgaba la ropa y sentía el sol caliente en la piel, pensaba en las veces que las mujeres de nuestra especie repitieron esos gestos. Me siento más universal cuando revuelvo una olla que cuando evoco los confines del espacio, la racionalidá, la posmodernidá y la sociedá perfecta pos-revolucionaria.

Oigo una quena, cierro los ojos y es música de viaje (pasión por los paisajes que se alejan tras la ventanilla del micro, y por los que irrumpen con variedad de aguas, aves, plantas y olores). Me río a medias, con la expectancia de una niña que espera el próximo gesto irreverente del tío gracioso -ése que se hace el mago- y confirmo paso a paso que la tierra es un campo de juegos.

*Nikka se moja los labios y sigue el compás con la cabeza.

Sonrío abiertamente con el alivio de la que se da cuenta de que puede viajar el día y la noche, anidar en atardeceres y amaneceres, aquerenciada a las transiciones y a la esperanza de lo que nace, sí, pero a sabiendas de antes haber vivido.

Las gallinas... las gallinas comen mais....

*Nikka carga su mochila liviana y se andentra con su casita a cuestas en el conurbano bonaerense.

lunes, 26 de julio de 2010

Das Scalper

Volviendo, uno-dos-tres.
Respiro estirando el cuello fuera del agua de la lógica de la estrategia empresarial.
O del maremoto que se hace su ausencia.

Este aire es bueno:
Navego en mi barquito que es una cascarita de melón.
Bordeo las costas bulognienses, los caminos del barrio, las voces diversas de la cotidianeidá.
La sonoridad ítalo-boliviana-arrabalera que baña estas playas, y su olor a río con matices de quema y pez.

Volviendo a la hiperrealidad de la palabra escrita y la foto -todo demasiadamente cerca/adentro.
Argh! Casi no recuerdo esos ruidos discordiantes, tales como efectividá y cumplimiento de objetivos.
Entonces
Barro con la mano abierta los residuos anónimos de las estaciones de tren
Y con un ojo certero le atino al presente.