martes, 7 de diciembre de 2010

los tilos los jazmines las oleas  el estallido de santa ritas y jacarandaes
la ventanilla abierta el cabello revuelto los aromas florales y los del asado de fin de semana
los autos la fiesta las idas y vueltas los amontonamientos los encuentros en la calle
los cruces en espacios sin nombre las casualidades de la vida la respuesta que no se espera
la mirada de ojos achinados que rezuma dulzura en medio de un desierto helado
la esperanza incierta el ensueño confuso el destino que no se revela sino paso a paso
hoy vos frente a mí sin preguntas ni símbolos arcanos
hoy yo frente al mundo
tejedora de mi propio camino
sola
en el mismo maldito silencio

viernes, 26 de noviembre de 2010

Reportera de los umbrales.

Uno, dos, tres...Volviendo, volviendo...

Scalper reportando desde el lugar de los des-hechos. No poco ha ocurrido desde que la corresponsal, domiciliada en territorio Comanche, decidiera incursionar allende la frontera.

Descartando de plano la modalidad de malón debido a razones de insuficiencia numérica, optó por el tradicional esquema de operaciones de comando, con la posibilidad de infiltrarse entre la población incivilizada con un alto porcentaje de éxito.

Sus objetivos eran precisos: sondear las relaciones inciertas, mapear senderos sin trazar, ponerle música a los intersticios no normados, entrenarse en el hábito de guarecerse en los umbrales, y finalmente, cerciorarse  de que sus estructuras defensivas fueran tan sólidas como ágiles los puentes levadizos que la conectan al mundo.

El arsenal inicial era precario, por lo que fue eligiendo sus misiones en función de la posibilidad de saquear pertrechos. A lo largo de dicho proceso fue ganando expertise en el uso de la mirada aguda, la desconfianza no avasalladora, la sospecha sutil y el afecto llano. Poco a poco, como beneficio colateral, encontró rastros del corazón combativo y las demás alimañas que la acompañaban de pequeña, para culminar esta primera etapa de expansión avanzando sobre territorios antes dominados por el abismo de lo desconocido, el granizo de las convenciones y la niebla de la promesa/amenaza.

Cabe remarcar que estas condiciones geográfico-climáticas no han cambiado, ni se han sumado adeptos a la causa. El logro de estas incursiones radica en haber sobrevivido al camino con la mirada feroz y la alegría intacta.

Los próximos pasos incluyen un severo entrenamiento en condiciones de alta realidad, siguiendo el curso de los últimos intersticios descubiertos.

Fin del reporte.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Orillera...


Por fin puedo verte de frente y reconocerme hija del mar y de la noche. De pie junto al eterno roar, con el viejo viento en la cara sacándole humedad a mi nariz, miro hacia lo profundo y descubro un espejo.
Por vez primera puedo alimentarme de tu motor eterno, y puedo saborear la sangre de marinos aventureros que te recorrieron con ansia y locura.
Sola, con los pies semienterrados en arena espesa. Las raíces que me engarzan a la tierra.
A mis espaldas, los seres entrañables de este mundo, que conforman la red vital que me anuda a esta versión mejorada de mí misma.
Detrás, las luces amarillas de los pueblos costeros.
Mucho más allá, las luminarias del muelle, y la promesa de más ciudades y caminos, y barcos y micros, y ruidos y canciones.
La alegría recorre la playa. La música es punk y gitana. Nuestros cuerpos bailan.
Golpeo con un talón la faz de la tierra.
Y marco los límites de mi humilde casa.

sábado, 6 de noviembre de 2010

¿En qué ando cuando no escribo?

Miré la fecha del último post. Fue la noche en que murió la gatita sin nombre, y me asombré de la levedad de las relaciones humanas. De algunas de ellas, bah.
Me dije, 'uy, cuánto hace que no posteo', como si eso fuera señal de una negligencia imperdonable.
Veamos, ¿en qué ando cuando no escribo?

Clases. Esos momentos que siento iluminados. Cada vez más convencida de quién soy al decir lo que digo, al proponer esas puertas alternativas, y esos escapes de emergencia a través de las ventanas. Pienso como quien elige el menú de la noche... ¿qué les daré a ver hoy? Elijo los videos, o los textos, y me pongo en sintonía con lo que hará falta usar para que esa clase sea.

Gestiones. Copiar, pegar, diseñar, retocar, redactar, atender, contestar, explicar, informar, calcular, comparar, graficar, deducir, proyectar, conversar, alentar, corregir, hacer reír. Luchar y brillar.

Derroteros nocturnos que tienen el sabor de la derrota. Bueno, esas noches vacías, las que tan bien conocemos. No me afectan demasiado. Me dejan deseando haber hojeado esos libros o leído mis runas, alguna que otra actividad productiva y cierta. Pero claro, es necesario buscar la alteridad. Aunque más no sea para seguir amando algunos libros y los mensajes que de algún lugar emanan. Pero siempre esa curiosidad queda, porque quizá detrás de tanto vacío haya....

Encuentros fortuitos. Con mis ojos negros livianos y los rulos desprolijos camino la calle hacia el lugar de citas extrañas. A veces pasa poco, rara vez mucho. Casi siempre nada. Entonces pongo stop, eject, y a otra cosa (oh, dios, qué retro!!!).

Regreso al lugar del nacimiento. Me acicalo con detenimiento. Me preparo para la visita al ser más amado sobre la faz de la tierra, y por debajo y encima también. Me preparo para hacerla reír, para hacerle saber su belleza insalvable y para honrar su mirada por sobre todas las cosas, en medio de todas las cosas, como la luz más verdadera con la que he tenido en suerte dar en el camino.

Tareas de supervivencia. Mojar, espumar, hervir, pagar, caminar, comparar, charlar, seducir, barrer, lavar, cortar, regar, alimentar, cuidar, amar.

Amar.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Dormidita en el papel

La venció el sueño. Acurrucadita en su cucurucho de papel, no logró encontrar el camino hacia la vida en forma de teta rezumante.
La sostuve un rato en las manos (manos hechas tacita) para ver si se movía. Sí, era inevitable, pero no la entregaría a la tremenda oscuridad si todavía tenía un poquito de conciencia.
Cuando el hociquito estuvo evidentemente seco y su cuerpito tieso, cerré el cucurucho de papel. Busqué la consabida cajita -cuántas veces papá y mamá hubieron de hacer eso- y sellé su descanso.
Pedacito de carne alguna vez vivo
vuelve a la cuna penumbrosa de la vida.

martes, 12 de octubre de 2010

La Tejedora regresa del exilio de sí misma.

Ella (o sea yo) lee...
"...pero... también sabe que la tejedora enlazó su suerte al mundo, y que con ello abrió una puerta para todos los que visitamos el otro lugar."
Y cierra el libro. Está de regreso justo después del vértigo. Qué miedito volver a perderse en la fuente de todos los potenciales del universo. Pero no. Tal como se dijo en ese cuento, hay una manera de no desaparecer detrás del ansia loca por lo imposible.
Enlazarse al mundo.
Con firmeza, incluso furia, ella había decidido dejar que su corazón fluyera sin importar la forma o el cuidado. Sin cuidarse de que al mirarla a la cara le leyeran el rostro.
Y qué importa, si esta es ella. Si no hay nada que pueda hacer para ser otra, ni nada que quiera hacer... a veces, sí, es cierto, se permite algunos desmanes de la fantasía... pero termina reconociendo que transformarse en ESO, sería ser NADIE más.
Qué importa que no haya una mirada validadora. Hay lazos compuestos de palabras, posteos, charlas mínimas, confesiones y miradas brillantes de alegría cuando entra en donde sea que entre (mmm también habrá de haber de las otras). La felicidad de la irreverencia, en un mundo de espaldas rindiendo pleitesía por miedo o por costmbre (válgame la diferencia).
Qué importa si lleva una vida al margen (aunque duela... nada, nada, nada bueno carece de precio): al margen de los marginales, no es lo suficientemente perdedora o víctima; al margen de los ganadores, no tiene todas las cartas y las que tiene las juega de manera caprichosa; al margen de los diferentes, no se viste tan raro ni anda detrás de lo que los demás dicen para luego hacer lo contrario; al margen de los normales, básicamente por las mismas razones (pero para luego hacer exactamente lo que los demás).
Qué importa que gente que apenas conoce la llame y la tiente al encuentro frío de la sociabilidad convenida para alejarse después (tal como está pautado). También y principalmente están ellos otros: ya no los compañeros imaginarios de sus mundos potencialmente concebidos, sino la gente que la quiere de cuerpo entero, de ojos negros achinados por la risa, y de ceño fruncido y hablar entre dientes cuando el enojo hará estragos. Los que le celebran las hebillitas color fucsia, las medias rayadas y las carteras infantiles en composé. Aquella pequeña que se ríe de puro gozo cuando la llama por su nuevo nombre (probablemente, el primer acto de magia del que se haya percatado).
La Tejedora está ACA. Mirándote. Revolviendo la tierra, buscando los nuevos resultados de lo real que se mueve y no cesa.
La perdida Nikka está ACA, abriendo puertas en lugares que no son estaciones pero sí son tan anónimos como ellas. Rechazando monedas -decía el poema- esperando ver. En la mugre más mugre nacerá lo mejor de la vida. Pero no tan así... digamos, en la mugre que se sabe mugre y se deja transformar en la mayor pudrición para luego ser  de nuevo vida. No el regocijo por ser mugre, o el escudo de ser mugre y por ende la víctima del universo. Ella sabe que todos estamos hechos de mierda. Y también de sol.
La aguda Scalper está ACA, con sus peinados de alto que parecen nido de carancho, sus comentarios-espada, sus payasadas de camisita de corte setentoso y la sonrisa cómplice de costado.
La pequeña Bruja está ACA, leyendo los símbolos de la sociedad, del alma y de la marencoche, preguntando o proponiendo...¿es por allá?.
Entonces ella, la primera ella (la que soy yo), sigue el consejo de una voz sabia que guió su tipear hace años.
Y regresa a construir su casa
en este mundo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Los días buenos.

Como un pasaje difuso del recuerdo -recuerdo de lo porvenir, quizá en ello va lo incierto- algunas tardes me traen escenas de los días buenos.
El disparador es algo sencillo: el rumrúm lejano de la panamericana que pone en evidencia el silencio de mi cuadra; algún recorte particular de la luna que hace que tome conciencia de que es una bola flotando en los cielos, casi casi una fotografía de 2001 odisea del espacio; también la brisa en la piel, ese vientito fresco que dice 'el sol ha caído, viva el sol', y es el heraldo de noches potencialmente cerveceras bajo un fresno.
Es entonces que mientras desagoto el lavarropas, los días buenos me rodean con su simpleza arrobadora y me quedo congelada mirando la noche entrante, respirando el jardín con sus jazmines florecidos y los muchos insectos que habitan esa penumbra prometedora.
Los días buenos...
...la música tan fuerte que se escucha en el jardín; mientras pinto de rojo las puertas del galponcito vos cortás el pasto crecido y mantenés a raya a las raíces de bambú. De mañana cebamos mate, cambiamos el repertorio de música (sí, sí, ya sé que eso no te gusta mucho pero...). Una gata viene medio renga y le curo la patita. No almorzamos, no hay ganas, te vas con los pibes a hacer tus cosas y yo me quedo revolviendo símbolos del pasado. Cuando considero que el infinito ya me ha dicho demasiado, en el mismo tono ritual limpio el baño.
Regresás. Miramos la parrilla del patio (¿te parece?). Casi sin hablar se va armando la noche: los llamados, salidas a elegir el vino, quién trae qué cosa, el fuego (¡alejar la pintura y el aguarrás!), las ensaladas exóticas y la mixta pa la gente de pueblo. Otra vez la música, pero también con instrumentos. Los amigos que llegan, las mesas tendidas, los gestos milenarios de nuestra especie cuando se junta y celebra. El ruido, la risa, la confusión, la pasión por los temas que nos unen y las opiniones que nos hacen diversos. Luego la música. Luego la calma y el silencio mirando la noche.
El rito de la retirada explicitando la fiaca de partir, la renuencia a salir de ese recoveco de la vida que es como un río manso antes de que amanezca. Los dos solos. Los comentarios de la noche. Quizá el amor. Y siempre, el sueño. Lecho tibio, sábanas secadas al sol. Pasa el alba, llega el mediodía, y la vida sigue, sin demasiado pero jamás poco. Cuando se adentre la semana y el laburo arrecie, siguen la calma y los horarios sentidos (son como un mar que impide la tormenta).
Destellos de comidas sencillas, ruido a loza y agua, más amor, cansancio agotador del que se recupera en un silencio tibio. Pequeños espacios propios que no se habrán de renegar.
Esos son los días buenos.
-tejo en el telar del destino, sentada debajo del árbol del mundo, esperándolos-

domingo, 10 de octubre de 2010

Yo no me olvido

... de la noche que nunca se acaba, del sueño que no viene por la mente encendida, de la soledad que espera algo como si lo conociera pero es imposible ponerle nombre a eso ausente que sin embargo se siente que está al nacer...
No me olvido de la mirada lateral desde bondis, remises, autos amigos, trenes...ellos sonríen como en publicidad de quilmes y yo mirando en sombras, buscando caminos para reencontrar la sensación de ser con otros, tras un recuerdo extraviado donde entreveo la risa y dedos índices señalando horizontes a lo lejos, como diciendo... a por ellos, compañeros corsarios, extraño espacio de camaradas que no tiene lugar preciso en la memoria pero sí en mi cuerpo...
No me olvido de los rituales marionéticos que contemplé con ceja alzada y gesto de gatito sorprendido, ni de ese minué silencioso en que se convierte cada día cuando nada de lo que se hace lleva a alguna parte... girando en cajita musical danzándole a la nada, ni siquiera al presente porque la danza no es de este mundo sino de esos territorios congelados del deseo atado a una promesa distante y aleccionadora...
No me olvido de las cartas de fuego, las cartas de ensueño, las cartas de encanto y embrujo...cartas de promesa visceral y caliente, la llama de un deseo atado a la especie, el sentir común de la manada y el camino irresuelto del que se separa de ella solamente para volver UNO y ENTERO... pero eso es ahora, en ese entonces eran cartas a este tiempo, cartas para no olvidar que la identidad se cocina en lo oscuro, se revuelve brujerilmente con cucharas de madera, se deja levar, fermentar, macerar... todos los procedimientos de cocción del alma para ligarla al cuerpo y sus lazos reales, para arrancarla de las comarcas del frío donde nada nace y todo muere a la espera de ser apolíneamente bello...
No me olvido del frío. De su seducción mortal, de la famosa mismidad que combatí desde las letras y padecí en el cuerpo... ni de las marcas sobre este cuerpo real, el cuerpo de Karina, el que cobija y da sustento a todas las demás que somos por acá.
No me olvido del precio.
No me olvido del camino.
No me olvido de los compañeros quedados atrás, ni de los seres oscuros que a través del dolor corrieron los cortinados de la casa y de ese modo sin querer me enseñaron que la luz solar no me destruye.
Ahora, detrás del horizonte, detrás del alba, piso estas tierras del día con la memoria ardiente de la que salió de la noche oscura del alma caminando sola.

jueves, 7 de octubre de 2010

y más

La noche vacía, los tránsitos urbanos por las vías que siempre me traen a casa, las charlas extrañas con taxistas extraños que hablan de sus amores, de sus tantas cogidas, de su éxito imparable en la city y de su tremenda soledad día a día mientras se aproximan vertiginosamente a los 50.
Y más.
Los comportamientos erráticos, el abandono en las calles porteñas cuando solamente quedan los que huyen a casa o los que no la tienen, los colectivos vacíos, los colectivos que ya no pasarán.
Y más.
Los tránsitos conurbanos, el tequila barato, la admiración de los hombres jóvenes, el calor de cuando éramos otros y la música de los que somos ahora, el GPS que dice que nuestros amigos todavía habitan esta tierra, los lugares donde nos reconocen por anécdotas pasadas, la risa de un angel-duende cuando por teléfono le decimos nuestro nombre.
Y más.
El cuerpo que avanza, la furia que no se guarda, el cansancio que no embota, y el cuerpo que sigue mientras por la ventanilla pasan comercios, miserias, saltimbanquis, policías, putitas, ejecutivos en fuga, post-adolescentes fervorosos, mujeres que pactan, histéricos que se pavonean, costureras con cara de cielo y boquita de frutifru...
Y más.

martes, 21 de septiembre de 2010

colmenas colmadas de silencio

Y es un silencioso zumbido en tu cabeza el que te queda cuando ya no quedan fuerzas.
Gastado, vaciado, disecado por dentro regresás a tu hogar, que ahora se convierte en el receptáculo de un cuerpo aterido y una mente divagante y ausente.

Encendés la tele para que no se note. Te duchás con música para simular que no te das cuenta. Por un segundo recordás alguna buena idea que dejaste para la noche. Desgraciadamente, el zumbido devora las precisiones y solamente sentís que algo se agita como un pececito debatiéndose en agua turbia.

A pesar del adormecimiento del cuello, de las sienes y de los ojos, te resistís a acostarte -algo te dice que no era ese el destino de estas horas previas al descanso. Entonces ponés el capítulo estreno en Sony Entertainment o la enésima repetición de Law & Order. Es claro que ése tampoco lo era, pero su ruido se suma al zumbido de tus abejitas cerebrales.

Y todo se acalla.

Me propuse caminar el día con palabras

undotré - undotré - undotré
El frenesí de un vals vienés te lleva a correr de una promesa a la otra. A pesar de ello, te pegás a la pared de piedra de la prisión y empezás a arañarla. Ese rasqueteo rítmico te recuerda los grandes propósitos de la mañana. Con mucho esfuerzo subís uno a uno los escalones hacia tu propia persona. Vas dejando el zumbido a tus espaldas, aunque cabe destacar que nunca, pero nunca desaparece del todo.

Las palabras empiezan a ser más precisas, tanto como las formas y la definición de los antiguos sueños y deseos. Entonces reís de costado y te decís 'ah, claro... si este soy yo... y lo otro?'
Lo otro no tiene nombre.
Sigue agazapado allí debajo, zumbando en el escondite donde le rajás a tu propia sombra.

El pegote inmundo de una colmena desquiciada.
Una vez despejado el estupor del enjambre, retirás delicadamente las tiras de piel seca. Es cierto, no huelen a nada, o mejor decir que tienen el perfume del anonimato.

Tu piel fresca rezuma aires de niño recién nacido. Entonces punza fuerte el recuerdo de un espacio y un tiempo donde el zumbido no había dejado su marca en la mirada. La memoria reptil y olfativa se cuela por entre tus ojos. Levantás la vista. Te sorprende genuinamente la tamaña falta de hogar con la que regresás a la vida.

 La sombra es un territorio escarpado.
Te das vuelta. Mirás ese montón de montones enterrado bien en el fondo de la celda. Te das cuenta de que en verdad estás pero no estás solo. También están el zumbido y la colmena, es cierto.
Pero en vez de salir al aire, puro y limpio como estás regresás al cieno. Te zambullís por completo. Atravesás el barro de lo incierto. Y ahí sí: renacés, pero esta vez entero.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Queso y dulce

Es así, en lo cotidiano del asunto los sabores entretejidos del queso y el dulce.

El tema lo trajo a colación Joaco, uno de esos seres iluminados que me rodean. Y yo lo apalabré de taos y dialécticas, dándole la tranquilidad de que no necesariamente era marxista (pero falsamente, ya que nada más materialista dialéctico que el queso y dulce).

Ah, la vida, la vida... los postres sencillos, la música inconfesable que todavía nos emociona, los deseos secretos que jamás admitiremos en público. La debilidad ante los sentidos, ante el océano incontenible de las pasiones.

Una estrella lejana puede enamorarte, pero no te alimentará cuando estés caído.

He aquí que, entre frases inconexas, se abre un camino.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Despedida

 Te quería con alegría. Cuando veo una foto tuya, recuerdo que te quería con alegría. Con bastante inocencia, sin por eso convertirme en mártir. Como parte amada de mi cuerpo, con el cobijo que se dan los que saben que han sufrido lo suficiente (por eso la falta de sentido cuando hundiste alegremente la daga).

No sé cómo hacer ir el dolor que dejamos entrar en mi vida, puesto que hay salidas que ya no me permito. O que ni siquiera amagan en aparecer (sí, nuestro bien conocido 'efecto benéfico del mal').

Hay tantas cosas que no te puedo decir.

Ni siquiera en este lugar anónimo, perdido en los callejones de la virtualidad.

Lo que sí puedo escribir es que por este lado han florecido la amistad y el amor por la propia sangre. La pasión por abrir puertas (la del conocimiento y la de la risa compartida...). Finalmente he llegado a ese lugar brujeril y solitario que mis cuentos anticipaban.

Y finalmente se hace patente, pesada, enorme una ausencia que NO ES LA TUYA.
La marca de alguien que no sé si pasó por mi vida y está oculto donde ya no pueda joderme, o es que me espera y lo intuyo, o es la proyección de lo que todavía me queda por conocer de mí misma. Todas estas posibilidades antes tapadas por las idas y vueltas de nuestra vida juntos.

No tolero hablarte civilizadamente. Cuando terminamos nuestras charlas siento otra vez ese desgarro en la mitad del cuerpo. No es que te extrañe. Es la conciencia de la marca del desamor, de la traición y de la pérdida de fe en el otro. La conciencia del tiempo que no fue, y de las posibilidades que ya no tienen cabida.

Es como si esta vez realmente se hubiera despertado una Nikka pretoriana que no deja que el amor de pareja me toque, por el terror de quedar así de vulnerable de nuevo. Cuando veo tu foto, me recuerdo a mí misma enamorada. Y después de algunos intentos fallidos, me doy cuenta de que esa habitante ya no volverá a esta casa.

Me despido de ella. Me despido de vos.
Y acepto lo que estos ojos descarnados tienen ahora para darme, sin pretender negar el amor que alguna vez te tuve.

Palabra vieja, mirada como de recién nacida.

Ante

Pidiendo por una voz de humo
ligero
cerrando los puños nocturnos
los candorosos puños de la noche
vírgenes de toda espera

te alejarás del vórtice
no te sumirás
en profundas cañerías
los drenajes del gran día
que no existe

aunque no hubiere otra manera
ya que el conocimiento no calma
el dolor
(mas bien lo aumenta)
y las aves no migraren
tras desconocidos veranos,
y no nos dejaren
atrás
como fantasmas apagados,
cenizas de algún lugar.

jueves, 19 de agosto de 2010

de libris, liebres y libélulas

A veces la carrera loca se interrumpe, la liebre se detiene a tomar el té en tacitas de plástico vacías respetando el riguroso ritual que juegan las niñas -y a veces yo cuando aún lo sigo siendo.

Debajo de la premura se encuentra el instante eterno. Lo sé, lo sé hace tiempo y es por ello que miro extrañada algunos manuales de procedimientos que pretenden ordenar la vida como si realmente algo hiciera mella.

Rasqueteo con una uña infantilmente curiosa las mellas que los intentos vanos dejan en el tejido del mundo. Y esquivo con elegante saltito los abismos causados por los intentos exitosos. El mundo es marcable. Pero por su debajo corre el río que no corre y que desmiente todas las distancias.

Es como, por ejemplo, cuando leo, y los diminutos dragones enlazan luminarias con mi mirada.

domingo, 15 de agosto de 2010

Otra vez nunca!

Otra vez me dejé discurrir a la busca de lo que es imposible encontrar en ciertos lugares.
Perder el tiempo esperando un milagroso encuentro que abra puertas!!!!
En fin, el milagro en sí ha ocurrido: el milagro soy yo, diciendo no con suma amabilidad, aunque el otro muestre los dientes del desencanto.
Pero bueno, qué sería de mí si a estas alturas no pudiera poner a mi niña verdaderamente a salvo de los depredadores...

martes, 27 de julio de 2010

Circunvoluciones y rulos dialécticos de una mente conurbana

*Nikka pone música folklórica de un cd que nunca antes había escuchado.
Las cosas que una atesora sin saber...

Lairararaaaá...

Atardece apaciblemente y espero que sea el momento justo para ir a comprar jabón de lavar líquido en lo del señor que vende todo suelto.

Intercambio mensajes instantáneos con un conocido de la época de scalper incipiente, acerca de la paja que nos da intentar siquiera estar en pareja.

Se oye un canto mañaneeeero... a la oriyita del río....

Mientras colgaba la ropa y sentía el sol caliente en la piel, pensaba en las veces que las mujeres de nuestra especie repitieron esos gestos. Me siento más universal cuando revuelvo una olla que cuando evoco los confines del espacio, la racionalidá, la posmodernidá y la sociedá perfecta pos-revolucionaria.

Oigo una quena, cierro los ojos y es música de viaje (pasión por los paisajes que se alejan tras la ventanilla del micro, y por los que irrumpen con variedad de aguas, aves, plantas y olores). Me río a medias, con la expectancia de una niña que espera el próximo gesto irreverente del tío gracioso -ése que se hace el mago- y confirmo paso a paso que la tierra es un campo de juegos.

*Nikka se moja los labios y sigue el compás con la cabeza.

Sonrío abiertamente con el alivio de la que se da cuenta de que puede viajar el día y la noche, anidar en atardeceres y amaneceres, aquerenciada a las transiciones y a la esperanza de lo que nace, sí, pero a sabiendas de antes haber vivido.

Las gallinas... las gallinas comen mais....

*Nikka carga su mochila liviana y se andentra con su casita a cuestas en el conurbano bonaerense.

lunes, 26 de julio de 2010

Das Scalper

Volviendo, uno-dos-tres.
Respiro estirando el cuello fuera del agua de la lógica de la estrategia empresarial.
O del maremoto que se hace su ausencia.

Este aire es bueno:
Navego en mi barquito que es una cascarita de melón.
Bordeo las costas bulognienses, los caminos del barrio, las voces diversas de la cotidianeidá.
La sonoridad ítalo-boliviana-arrabalera que baña estas playas, y su olor a río con matices de quema y pez.

Volviendo a la hiperrealidad de la palabra escrita y la foto -todo demasiadamente cerca/adentro.
Argh! Casi no recuerdo esos ruidos discordiantes, tales como efectividá y cumplimiento de objetivos.
Entonces
Barro con la mano abierta los residuos anónimos de las estaciones de tren
Y con un ojo certero le atino al presente.

viernes, 21 de mayo de 2010

Carta vieja de cuando Nikka Scalper volvió a vivir.

Allá por diciembre del 2008.

toc toc
La puerta se abre sola ante la presión de dos golpes no muy insistentes.
Entro a este lugar.
Regreso a este lugar.
Nada está como entonces. Bah, son las mismas cosas, algunas posiciones cambiadas, no mucha diferencia pero
Nada está como entonces.
Los colores cambiaron. Un velo apaga los tonos (que recuerdo) brillantes.
El silencio también es diferente.

Me siento frente al escritorio, frente a la pc y empiezo el ritual del encendido -oh, máquinas lentas de antaño, sistemas operativos pedorros de hoy y de siempre...
Vuelven las voces, pero esta vez susurran a mis espaldas y se ríen por lo bajo. Se ríen en sus juegos que abandoné hace tiempo y váyase a saber en qué habrán mutado. Algo pasa torpe y rápido detrás de mí. Apenas alcanzo a verlo con la punta del ojo derecho. Se esconde detrás del Escritorio del Padre.

El Escritorio del Padre está vacío, solamente algunos papeles abandonados. Sus cajones ya no tienen ni dinero, ni cortapapeles, ni medicación psiquiátrica. El teléfono no anda y la bombita de la lámpara con la que saqué mis primeras fotos florales está quemada.

Se escucha el anuncio de gloria: arrancó Windows. Abro el msn de juana calanha, me registro en el Café Literario como Scalp.

No hay nadie. No hay nada.

Busco cartas viejas, cartas en blanco y negro con algunos colores contrastantes. Cartas de poesía y de anhelo.

El amor.
El Gran Sueño.
El Espejo.
Cuidados dispensados a la distancia.
El compromiso de sostener al otro con nuestros ojos, tender los puentes, apuntalar el sentido de una vida que de por sí, no lo tiene.

Las voces están más cerca y miran sobre mi hombro. Leen también. Son más que antes.
Es como una navidad élfica. Y está bien.

Me acomodo en esta silla, yo, que nunca me senté aquí, yo, que en ese entonces no tenía estos ojos. Ni este sexo florecido en medio de la frente (lugar delator si los hay).

Y vuelvo a escribir
mis botellas al mar
sabiendo a qué puerto
de tabaco, whisky y narguile
quiero que lleguen.

domingo, 16 de mayo de 2010

Acurrucada

Acurrucada en los rincones de la vida, a veces la esperanza parece disolverse en nadas.
Pero no es así.
Se disuelven las configuraciones momentáneas de la esperanza, para que podamos dotar de esa luz iridiscente a las menos pensadas de las formas de esta tierra.

Cuando el mundo se vuelve fusta, cuando la propia mente y el propio deseo son el látigo de un tirano desconocido -o pretendidamente desconocido- vuelvo al pequeñito lugar del nacimiento: yo misma.

Yo misma mi corazón y lo que buenamente siento. Yo misma y aquellos seres que atesoro entre mis afectos y he vuelto entrañables, parte de mí, dolores y goces de mi propio cuerpo.

Acurrucada en este minúsculo rincón en sombras después de la caricia salvadora, y de la palabra franca reconstructora de mundos, después de mi propio arrojo frente al vacío de lo que siento... Aquerenciada a este lugar sin nombre que sin embargo no me ata al pasado, me pongo de pie, camino hacia la terraza nocturna sobre la ciudad siempre desvelada y enciendo esta pequeña tea, la luz balsámica sobre las heridas de los que están solos y sin embargo, hacen y esperan.

No podré prometerte los órdenes convenidos... de todos modos, ni el orden ni la conveniencia pueden iluminar los caminos por los que de aquí en más me adentro. Oh, no, no es rebeldía ni extravagancia. Es solamente seguir la senda de lo que siento cierto.

martes, 4 de mayo de 2010

Acerca de El Árbol de la Vida



Contemplo El Árbol de la Vida, de Klimt.
Las circunvoluciones de sus ramas, sus incrustaciones, sus filigranas, que son casi una fiesta pagana sirviendo de fondo a la escena.
A la derecha, están ellos. Enlazados en el abrazo amorfo de los que se funden en la mutua necesidad, aquerenciados sus ojos a la distancia mínima que imponen tanto el beso como el hambre.
A la izquierda está Ella: hembra exonerada o serpiente, da igual.
Ella los mira, Ella una solamente una, bella y entera, recortada con líneas precisas sobre el horizonte revuelto.
En su mirada leo un dolor ensordecido, casi un amigo, quizá la única compañía fiel que la ha respetado en su diversa forma de habitar el mundo.
Esos ojos, ese gesto de dignidad ofendida, su estampa principesca erguida, todo refleja que aún no se ha dado cuenta de que ha nacido libre, y de que es poco el precio que ha pagado, comparado con el imperio sobre sí misma que ganó si ley.



domingo, 25 de abril de 2010

Vértigo

Como mirando las olas gigantescas que tendré que remontar para llegar a mis puertos. Y aceptándolo, sin espacio para pensar que eso no es posible.

Contemplando la cresta espumosa de esas fieras marinas anticipo los dolores, los cansancios, los fríos helados pegados al cuerpo, los segundos de nada al atravesar sus paredes de agua salada, inmersa mi nave en la oscuridad más olvidada del universo.

Pero allí estaré yo, mi propio faro, mi propio lucero vespertino, mis propias constelaciones hacia el mediodía.
Allí estará el recuerdo de mis amores, la presencia de mi sangre vieja, los ríos de dolor y soledad que aprendí a domar y a los que ahora simplemente llamo venas. Me acompañará la mirada de mis seres entrañables, su deseo feroz, su amor sin límites, su alegría sincera, pequeñas antorchas que acortan el camino que lleva al alba.

Este no es un texto nocturno: son palabras de viajera incansable. De luchadora empedernida. De sirena que le canta a la vida y entiende a la muerte como parte de la misma. Es la carta destinada a la corriente del mundo, mirando de frente al sol que se eleva sobre el océano crispado.

Más allá. El corazón me lleva más allá. Los fantasmas que otrora empañaban mi mirada han caído, y ya nada puede atarme al miedo. Llegar al hogar de los dragones, de las serpientes aladas, o bien a los pequeños pueblos costeros donde las letras mayúsculas se usan para moler el grano.

Siento en el cuerpo la electricidad del camino abierto y la mochila ligera.
El aire está frío.
Pero corto la niebla con la luz escalperiana de estas palabras.

viernes, 23 de abril de 2010

Tocar sentir soñar amar

¿Cómo romper estas murallas transparentes?
¿Cómo alcanzarnos, tocarnos, darnos cariño manso, darnos calor y consuelo?

Siento que las conozco a casi todas: las murallas de la distancia camuflada tras la proximidad de una pantalla, las murallas de la sociabilidad convenida en los espacios donde nos exhibimos al mundo... Las de la querencia cotidiana que no querriamos quebrar mostrándonos auténticos. Y van...

Todas esas preguntas que nos devoran los sesos: ¿Y qué va a decir, qué se va a creer, qué va a pensar, y qué va a hacer, con quién lo hablará, vendrá, se irá, qué me dirá? O peor aún: ¿qué pasará?, que viene a ser como ¿qué escena seguirá en el guión de las cosas que deben pasar?

La sensación de que haciendo esto o lo otro alteramos el sentido del universo. Bueh, es cierto. Pero NO haciéndolo, también. Y verdaderamente, no alteramos nada: el universo es la suma final y total de todos los derroteros posibles, donde todas las decisiones han sido alguna vez tomadas.

Aún así no da lo mismo esto que cualquier otra cosa. Más allá de esas preguntas que te devoran los sesos, más allá de la vida guionada y de la sensación de ser el ombligo del mundo. Más allá de todo, estás vos. Estoy yo.

Y estas murallas, que nos separan de todo lo auténtico.
Bah, me cansé de esas preguntas.
Dejaré que el corazón marque mis pasos en estas batallas.

viernes, 16 de abril de 2010

tarde

a veces es demasiado tarde para que las cosas sean como las deseamos
pero no demasiado tarde para que las cosas simplemente sean
ya sé
ya sé
es tarde para pensar en compartir el brillo de tu luz transformado en amor
pero no es tarde para estar siempre ahí
fiel a la belleza que irradiás
a la mirada luminosa
y a los horizontes lejanos
sublimemente luminosos
que invocás
en cada una de tus palabras
tan parcas
como reconstructor de mundos es
tu abrazo

domingo, 24 de enero de 2010

Cuando sobreviene la luz...

Lo juro, es cierto. Uno es profeta de sí mismo y elige los evangelios que le darán promesa.
Psep, suena poético, romántico, lindo... bastante new age. Pero no me refiero a eso.

Uno calladamente elige entre la letra que le toca en suerte, aquellos fragmentos que lo alejan, o lo acercan, a una más profunda realización de sí mismo. Por eso hay que estar atentos a la letra chica, la que tiene menos prensa, la que se ha filtrado a través de rendijas luminosas y nos habla del amor, de la esperanza y de la lucha, sobre esta tierra, en este mundo, como parte de una especie, de una comunidad, de una familia más o menos tradicional o exótica, eso no viene al caso.

Que sí, que somos uno, pero somos débiles si nos quedamos en uno. Que no, que amucharse no quiere decir sumar fortalezas, sino esconder en forma cómplice nuestras debilidades y fortalezas. No tiene nada de malo ser débil. Lo jodido es esconderlo. No tiene nada de malo ser fuerte, lo jodido es que no tenga sentido.

Ahora escucho la letra chica que me susurra el cuerpo... es una voz bajita que me habla de un recinto sagrado, donde el afecto nos auna y nos hermana. Si escucho aún mejor, la vocecita me habla de cuidados milenarios, de la esperanza en las nuevas generaciones y del amor mutuo entre los que pelean las batallas y los que calman las heridas.

El individuo es una partícula alocada en un mar de presiones sociales calladas y lucrativas.
Los hermanos de espíritu son una nave empecinada en el mar.
Y aquellos que nos amamos somos los que navegamos hacia el infinito, y a la vez habitamos nuestra casa junto al mar. Siempre esperando que amanezca, nunca temiendo al día que sobreviene.