viernes, 10 de septiembre de 2010

Despedida

 Te quería con alegría. Cuando veo una foto tuya, recuerdo que te quería con alegría. Con bastante inocencia, sin por eso convertirme en mártir. Como parte amada de mi cuerpo, con el cobijo que se dan los que saben que han sufrido lo suficiente (por eso la falta de sentido cuando hundiste alegremente la daga).

No sé cómo hacer ir el dolor que dejamos entrar en mi vida, puesto que hay salidas que ya no me permito. O que ni siquiera amagan en aparecer (sí, nuestro bien conocido 'efecto benéfico del mal').

Hay tantas cosas que no te puedo decir.

Ni siquiera en este lugar anónimo, perdido en los callejones de la virtualidad.

Lo que sí puedo escribir es que por este lado han florecido la amistad y el amor por la propia sangre. La pasión por abrir puertas (la del conocimiento y la de la risa compartida...). Finalmente he llegado a ese lugar brujeril y solitario que mis cuentos anticipaban.

Y finalmente se hace patente, pesada, enorme una ausencia que NO ES LA TUYA.
La marca de alguien que no sé si pasó por mi vida y está oculto donde ya no pueda joderme, o es que me espera y lo intuyo, o es la proyección de lo que todavía me queda por conocer de mí misma. Todas estas posibilidades antes tapadas por las idas y vueltas de nuestra vida juntos.

No tolero hablarte civilizadamente. Cuando terminamos nuestras charlas siento otra vez ese desgarro en la mitad del cuerpo. No es que te extrañe. Es la conciencia de la marca del desamor, de la traición y de la pérdida de fe en el otro. La conciencia del tiempo que no fue, y de las posibilidades que ya no tienen cabida.

Es como si esta vez realmente se hubiera despertado una Nikka pretoriana que no deja que el amor de pareja me toque, por el terror de quedar así de vulnerable de nuevo. Cuando veo tu foto, me recuerdo a mí misma enamorada. Y después de algunos intentos fallidos, me doy cuenta de que esa habitante ya no volverá a esta casa.

Me despido de ella. Me despido de vos.
Y acepto lo que estos ojos descarnados tienen ahora para darme, sin pretender negar el amor que alguna vez te tuve.

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