lunes, 9 de enero de 2012

Arqueología del ser VI: el sol desnudo.

Tangencial y enjoyado, roza lateralmente -casi una asíntota- el reino sucio y pegoteado de las mil cosas.
Enamorado de su visión. Enajenado en la seguridad aparente de su distancia, es el sol desnudo.
Como un rey, carece de vestiduras.
Como un rey, se niega a verlo.
Como un Rey, su dominio será real cuando lo gane desnudo.
Un orgullo de miembro erguido: su brazo triunfal.
Otro orgullo, verga parada y fecunda en entrada victoriosa entre las piernas de la tierra.
Pero eso será después, alguna vez después, en alguna de las veces que ya sucedieron y se suceden hasta el no final de estos tiempos míticos engarzados a la vida.
Ahora, tangencial y enjoyado, roza lateralmente -casi una asíntota- el reino sucio y pegoteado de las mil cosas.
Camina entre sus cuatro paredes.
Atraviesa ciudades caminando entre sus cuatro paredes.
Se tropieza con oráculos mientras atraviesa ciudades caminando entre sus cuatro paredes.
Se promete bestias feroces si cruza los umbrales de sus cuatro paredes.
El umbral del norte hacia la transformación del mundo.
El umbral del sur hacia el recuerdo de sus sueños.
El umbral del este hacia la nueva tierra que no espera.
El umbral del oeste hacia el abrazo con su sombra.
Tangencial.
Enjoyado.
Enamorado.
Enceguecido.
Protegido tras espejos.
Escondido en las imágenes que de sí mismo ha tejido en ausencia, el sol crea la línea de la sombra solamente tras el encuentro íntimo con el cuerpo -la necesidad, el tiempo, el peso, la paciencia.
El mundo llano lo espera, como ha esperado el mundo a todo el mundo, ahora y siempre.
Pero detrás de los cortinados de su diorama personal, ruge el llamado hacia la tierra.
Quizá lo siga.
Quizá no.
Quizá deje de cuidarse del reflejo en su mirada para caminar desnudo como el último de los guerreros en pie que lleva la espada presta pero jamás apurada. Y la rectitud de no seguir a su fiera sino de meramente darle compañía para enseñarle las formas en que se vive en los confines.
Y entonces, sí, hará que el mundo renazca, clavado en el reino sucio y pegoteado de las mil cosas que mutan, que están y no están, que desaparecen y permanecen. Y que, por sobre todas las cosas, lo aman entero.

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