miércoles, 30 de diciembre de 2009

La dignidad revelada

Qué cansancioooooooooooooooooo
Cansada de ser mal paga y complaciente, y de atender a las miles de razones del otro sin defender con fiereza mis propios motivos. Hay momentos en los que siento que no solamente sangro por el pecho derecho. Siento que mi sangre es de la buena, que nuestra sangre luchadora es de la buena, y a por ella vienen.

Miro por la ventanilla de mi templo ambulatorio. Veo el mundo. Veo la gente. Sí, es cierto, puede haber dos o tres caripelas que... pero en general, veo la vida. La sangre buena que empuja al mundo, con mayor o menor elegancia y gallardía, pero allí estamos. A la intemperie, pagando día a día por un techo que no nos proteje.

La bronca revoluciona mis labios y me hace apretar los dientes, chasquear la lengua, subir el calor desde las tripas a la garganta. Sobre todo cuando escucho los discursos. Todos los discursos: los oficialistas, los opositores, los de los medios, los que sostienen que el entretenimiento barato es la panacea para nuestro derramamiento cotidiano, los que siembran la semilla de una paz guionada que está muerta, y se convierte en la vara con la que medimos nuestra existencia inconmensurable...

Un buen amigo del que apenas entreví el rostro murió allá lejos, hoy. Lo recuerdo sistemáticamente retorciéndole el brazo a la muerte y murió en batalla, digno como pocos. A su manera me cuidó cuando el mundo, y hasta yo misma, y principalmente yo misma, nos habíamos olvidado de mí. Nunca nadie lo supo y jamás hizo falta. Él insistía en que debía empezar a entender quién soy, y hacerme cargo de lo que soy, que no es poco. No es poco.

Toda mi escritura rodea el intento por develarme en mis desvelos. Por darme el verdadero nombre. Por cobijar con palabras el espacio REAL en el que habré de ponerme de pie, con el firme deseo y la tenaz voluntad de que nos pongamos de pie, para reclamar por la dignidad de la sangre viva que nos trajo hasta acá. Todos los que vemos en donde no hay aparentemente nada que ver, los que sentimos por lo que aparentemente no puede mover sentimiento. Todos los que moriremos dignamente en batalla, honrando a quienes nos dieron la vida y la base de nuestra identidad, simplemente por seguir siendo nosotros y no otros habitantes del Reino de los Muertos en Vida.

Por ellos, por nosotros, por mí. Por aquellos que están llegando y que hacen que afile mis espadas y le ponga el pecho  a la oscuridad que sobreviene. Por los que parten en su camino hacia la nada, dejando detrás una estela de amor y de coraje.

Por todos ellos/nosotros, hoy he decidido declarar mi nacimiento, pisar firme la tierra y fundar un reino.

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