viernes, 18 de diciembre de 2009

Seca!

Soy una seca. Pero aún me río, y me brillan los tremendos ojos negros que poseo, cada vez santísima que hago lo que amo y lo hago con pasión y obtengo esa respuesta de otros ojos brillando más, más y más.

Soy una seca. Pero fluyo con el mundo -siempre y cuando no me olvide de mí misma, que no es lo mismo que ser siempre conciente de mí- y me llena de asombro tanto la belleza como la locura y la tremenda boludez y el desprecio y la humillación y la ignorancia (porque para que algo brille es necesaria tremenda la oscuridá).

Soy una seca. Pero dejo huellas que ni la mala voluntad puede borrar, y transformo todo lo que toco, aunque la rosa termine lastimándome con sus espinas, pero es bella, es bella, y tiene mi marca y tiene mi aroma.

Soy una seca. Ando liviana por la vida, sin la amargura de creer que no tengo lo que merezco, sin la amargura de creer que no me merezco lo que me pasa, sin el espejismo de creer que algo me protege de la vida, sin el espejismo de creer que en nada puedo protegerme aunque sea por un rato.

Soy una seca y en mí nace el día.

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