domingo, 25 de abril de 2010

Vértigo

Como mirando las olas gigantescas que tendré que remontar para llegar a mis puertos. Y aceptándolo, sin espacio para pensar que eso no es posible.

Contemplando la cresta espumosa de esas fieras marinas anticipo los dolores, los cansancios, los fríos helados pegados al cuerpo, los segundos de nada al atravesar sus paredes de agua salada, inmersa mi nave en la oscuridad más olvidada del universo.

Pero allí estaré yo, mi propio faro, mi propio lucero vespertino, mis propias constelaciones hacia el mediodía.
Allí estará el recuerdo de mis amores, la presencia de mi sangre vieja, los ríos de dolor y soledad que aprendí a domar y a los que ahora simplemente llamo venas. Me acompañará la mirada de mis seres entrañables, su deseo feroz, su amor sin límites, su alegría sincera, pequeñas antorchas que acortan el camino que lleva al alba.

Este no es un texto nocturno: son palabras de viajera incansable. De luchadora empedernida. De sirena que le canta a la vida y entiende a la muerte como parte de la misma. Es la carta destinada a la corriente del mundo, mirando de frente al sol que se eleva sobre el océano crispado.

Más allá. El corazón me lleva más allá. Los fantasmas que otrora empañaban mi mirada han caído, y ya nada puede atarme al miedo. Llegar al hogar de los dragones, de las serpientes aladas, o bien a los pequeños pueblos costeros donde las letras mayúsculas se usan para moler el grano.

Siento en el cuerpo la electricidad del camino abierto y la mochila ligera.
El aire está frío.
Pero corto la niebla con la luz escalperiana de estas palabras.

2 comentarios:

  1. Me gusta muchísimo tu tercer párrafo/verso. Tu propio faro, lucero vespertino, etc., inspiran la idea de una persona que es un universo, que se ve a sí misma.

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  2. Concuerdo con el post anterior.
    El tercer verso me gustó mucho !!

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