martes, 4 de mayo de 2010

Acerca de El Árbol de la Vida



Contemplo El Árbol de la Vida, de Klimt.
Las circunvoluciones de sus ramas, sus incrustaciones, sus filigranas, que son casi una fiesta pagana sirviendo de fondo a la escena.
A la derecha, están ellos. Enlazados en el abrazo amorfo de los que se funden en la mutua necesidad, aquerenciados sus ojos a la distancia mínima que imponen tanto el beso como el hambre.
A la izquierda está Ella: hembra exonerada o serpiente, da igual.
Ella los mira, Ella una solamente una, bella y entera, recortada con líneas precisas sobre el horizonte revuelto.
En su mirada leo un dolor ensordecido, casi un amigo, quizá la única compañía fiel que la ha respetado en su diversa forma de habitar el mundo.
Esos ojos, ese gesto de dignidad ofendida, su estampa principesca erguida, todo refleja que aún no se ha dado cuenta de que ha nacido libre, y de que es poco el precio que ha pagado, comparado con el imperio sobre sí misma que ganó si ley.



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