martes, 12 de octubre de 2010

La Tejedora regresa del exilio de sí misma.

Ella (o sea yo) lee...
"...pero... también sabe que la tejedora enlazó su suerte al mundo, y que con ello abrió una puerta para todos los que visitamos el otro lugar."
Y cierra el libro. Está de regreso justo después del vértigo. Qué miedito volver a perderse en la fuente de todos los potenciales del universo. Pero no. Tal como se dijo en ese cuento, hay una manera de no desaparecer detrás del ansia loca por lo imposible.
Enlazarse al mundo.
Con firmeza, incluso furia, ella había decidido dejar que su corazón fluyera sin importar la forma o el cuidado. Sin cuidarse de que al mirarla a la cara le leyeran el rostro.
Y qué importa, si esta es ella. Si no hay nada que pueda hacer para ser otra, ni nada que quiera hacer... a veces, sí, es cierto, se permite algunos desmanes de la fantasía... pero termina reconociendo que transformarse en ESO, sería ser NADIE más.
Qué importa que no haya una mirada validadora. Hay lazos compuestos de palabras, posteos, charlas mínimas, confesiones y miradas brillantes de alegría cuando entra en donde sea que entre (mmm también habrá de haber de las otras). La felicidad de la irreverencia, en un mundo de espaldas rindiendo pleitesía por miedo o por costmbre (válgame la diferencia).
Qué importa si lleva una vida al margen (aunque duela... nada, nada, nada bueno carece de precio): al margen de los marginales, no es lo suficientemente perdedora o víctima; al margen de los ganadores, no tiene todas las cartas y las que tiene las juega de manera caprichosa; al margen de los diferentes, no se viste tan raro ni anda detrás de lo que los demás dicen para luego hacer lo contrario; al margen de los normales, básicamente por las mismas razones (pero para luego hacer exactamente lo que los demás).
Qué importa que gente que apenas conoce la llame y la tiente al encuentro frío de la sociabilidad convenida para alejarse después (tal como está pautado). También y principalmente están ellos otros: ya no los compañeros imaginarios de sus mundos potencialmente concebidos, sino la gente que la quiere de cuerpo entero, de ojos negros achinados por la risa, y de ceño fruncido y hablar entre dientes cuando el enojo hará estragos. Los que le celebran las hebillitas color fucsia, las medias rayadas y las carteras infantiles en composé. Aquella pequeña que se ríe de puro gozo cuando la llama por su nuevo nombre (probablemente, el primer acto de magia del que se haya percatado).
La Tejedora está ACA. Mirándote. Revolviendo la tierra, buscando los nuevos resultados de lo real que se mueve y no cesa.
La perdida Nikka está ACA, abriendo puertas en lugares que no son estaciones pero sí son tan anónimos como ellas. Rechazando monedas -decía el poema- esperando ver. En la mugre más mugre nacerá lo mejor de la vida. Pero no tan así... digamos, en la mugre que se sabe mugre y se deja transformar en la mayor pudrición para luego ser  de nuevo vida. No el regocijo por ser mugre, o el escudo de ser mugre y por ende la víctima del universo. Ella sabe que todos estamos hechos de mierda. Y también de sol.
La aguda Scalper está ACA, con sus peinados de alto que parecen nido de carancho, sus comentarios-espada, sus payasadas de camisita de corte setentoso y la sonrisa cómplice de costado.
La pequeña Bruja está ACA, leyendo los símbolos de la sociedad, del alma y de la marencoche, preguntando o proponiendo...¿es por allá?.
Entonces ella, la primera ella (la que soy yo), sigue el consejo de una voz sabia que guió su tipear hace años.
Y regresa a construir su casa
en este mundo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario