domingo, 28 de agosto de 2011

Aceptación del Tao.


Sea tu indiferencia. Que sea.
Sean tus nubes alucinógenas, la visión mesiánica de salvar el destino de una masa borrosa a la que ponés un nombre que sentís 'nosotros'. Sea.
Sea tu voluntad de convertir en anécdota las voces divergentes y de desaparecerlas tras el manto de sospecha sembrado hace tiempo. Sea.
Sea tu gran fiesta maniquea que calma, da certeza y marcha triunfal para los ejércitos de una raza perfecta, maquinaria masticadora de lo que dice 'no' o encarna un 'pero'. Que sea.
Sea tu ejercicio del disfraz del día o de la era, desarraigo de la humilde certeza y la honesta correspondencia entre lo que se siente justo y lo que realiza esa justicia. Sea.
Sea este recital de pobres arrojándose bengalas a conciencia. Sea la versión oficial de los hechos, del pasado y de todo lo que antes quizá pudo decirse nuestra casa. Sea la repetición infinita, la apropiación de retoños y de futuros, la celebración festivalera que reemplaza las pequeñas formas que devienen en cambio del mundo. Que sean.
Sea este silencio ruidoso. Sea este protagonismo de la furia y la ceguera. Sea lo que siempre ha sido, travestida o gatopardamente cuando los que diariamente ejercen de Her Kapitan o Cerdo Burgués gustan de jugar al ajedrez o solamente al melodrama con peones inmovilizados a los que creen marcar el guión y por eso los llaman Pueblo. Que sea.
Mientras, en los diversos matices que conjugan el sonido y lo callado, lejos de esa fantasía compensatoria hecha de escaques y escenarios, unos otros sin nombre ni ascendente algo habremos de seguir naciendo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario