sábado, 6 de agosto de 2011

Arqueología del Ser IV

El Rebelde Llorón.

Oh, nononononó. No es lo mismo que rebelde a secas. Precisamente es su contrario: el Rebelde Llorón es de lo más paspado que hay. Combinación insospechada de mirada avizora y cobardía extrema, es el que utiliza un intelecto privilegiado para fundamentar teóricamente su condición de eterna víctima del universo. Y la de todos los compa. A diferencia de los justicieros que le ponen el cuerpo a su visión de lo bello, lo bueno y lo justo, el Rebelde Llorón le pone nomás el llanto. Un reclamo lastimero, generalmente falto de lógica que se sostenga más de tres contraargumentos y que cierra sus compuertas al grito de '¡Porque vos sos un garca también!' o similares. Odia particularmente a la gente que hace; la mira con desdén, como diciendo 'Pero mirá qué giles, todavía creen en algo...' mientras vive de la caridad ajena o, directamente, hace abuso de la generosidad del otro. Una de las versiones más insidiosas del Rebelde Llorón, juzga a quienes hacen o creen en algo como 'cooptados por el Sistema'. Un sistema que, como todo concepto, también es materia de fe. Pero claro, le viene como anillo al dedo. Y guai que le digan que él también cree en algo (aunque más no sea su condición de oprimido, de loser o de rebelde).
El Rebelde Llorón tiene un poco de la zorra que desea las uvas. Desea mucho, se cree merecedor de todo menos de la parte que le toca: hacer un esfuerzo.
Odia la materialidad y verse tal cual es en ese plano. En vez de asumirse narigón, denuncia los estereotipos de belleza que este mercado inmundo impone a los hombres. En realidad no se banca ningún ordenamiento jerárquico que no lo tenga en la cúspide: quiere ser el más capito de todos.
¿Qué hacer frente a los grandes académicos? Denunciar los mecanismos de poder escondidos detrás de los regímenes universitarios y descartarlo todo. Ser el más agudo y swiiiish, de nuevo a la cúspide con el ego cuidadosamente embalado (¿le pusiste esa tela plástica con bolitas de aire? Sí, sí, vos fumá...)
¿Qué hacer frente a los discursos optimistas que estimulan a las personas a hacer cosas y jugarse por algo constructivo? Pssss... desprecio absoluto y nombres peyorativos. Muchas veces utilizando las categorías teóricas que en otro ámbito combate. Oh, sí. Así de paspado.
Algunos ejemplos de la vida real:
1. El anarquista mantenido por mujeres, que se gasta la guita en faso y cyber, y que se vuelve amante del alambrado cuando su mujer proveedora hereda un campito virgen en medio del Chaco.
2. Tres jóvenes estudiantes de Filo vestiditos de Foucault, que le discuten a la de Medieval con argumentos de la posmodernidad. Ubicate, papá...
3. La chica gordita que putea a esta sociedad consumista y la mirada sobre el cuerpo femenino que genera, pero con gran talento artístico dibuja personajes femeninos estilizados.
4. El jopende agudo que cuando ve que esta vez no va a poder humillar ni ser más punzante que los otros, se hace el que no juega a ese juego y aporta contenido burlón fuera de tema, cosa que los demás comprendan que está más allá de la temática compartida.
También hay una serie de Rebeldes Llorones cuya mención sería políticamente incorrecta, pero en resumidos términos, son los que le enrostran al sistema o al Estado las consecuencias de sus actos. Ojo, jamás combatieron la lógica imperante ni intentaron asociarse a otros que buscan cambiar las cosas. Solamente reclaman que otro se haga cargo de las consecuencias de sus actos, que les joden la vida y por eso son injustas (cuando no son más que consecuencias naturales). Eso no quita que intentemos ayudarlos. Pero tampoco resta mérito a esta exhumación delicada de entre las sombras del ser. Definitivamente, son Rebeldes Llorones.
Afortunadamente a veces sucede que a fuerza de arrejuntar llanto, se empieza a perder la cobardía,  secan las lágrimas y de las sombras emergen otras formas del ser que, a su manera, alzan un puño, ponen el cuerpo...y callada, minúsculamente, cambian el mundo. Pero ellos se merecen sus propios textos.

1 comentario:

  1. Esta serie de "arqueología" es muy buena. La más contundente (para mi) fue la San Puta. Pero en todas las entregas hay mucho que pensar. Espero las próximas entregas.

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