martes, 30 de agosto de 2011

Horizana 2.


Río de costado y con alivio.
Lo que dejo atrás parece un set de muñequitos de papel pensados para bocetar la realidad. Precarios mapas.
Levanto las dos cejas y hago un mohín entre divertida y espantada.
Lo que no veo por delante se anuncia en la brisa con el perfume picante de la sal de los mares.
Suspiro. El peso de las mil cosas se me sale de encima para dejarme en esta zona liberada del deber ser. Territorio insurgente que se complace con lo cierto.
Inspiro con fuerza, alisto el cuerpo, achino la mirada. Otra vez me zambullo en el mundo pero ahora en una dimensión más áurea de lo concreto.
Desde la nave contemplo el horizonte nocturno del que nos vamos. Reconozco los faros de la impostura que, en su momento, fueron toda la luz que necesitábamos para recorrer este camino.
Y ahora.

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