miércoles, 5 de octubre de 2011

El sueño de los que quedamos.


Voy a pensar una hijaputez.
Se lo prometí hace tiempo a un amigo que se iba.
Y se lo prometí a otro amigo que aún está.
El sueño de los que quedamos. De los que seguimos en la senda, bajo el ardiente recuerdo de los que no están. Ellos, aunque no ellos sino lo que de ellos hacemos una vez que ellos ya no pueden hacer nada por sí mismos, libres de su color humano, pantalla de nuestros miedos, dolor punzante y agudo que ensordece las pequeñas miserias crónicas. Engrandecidos por su ausencia. Divinizados por la distancia. Mármol o granito de nuestras construcciones monumentales.
Después de su partida, de su deshumanización terrible (de su doble muerte), ¿cómo animarnos a soñar otra cosa que lo que fue su sueño? ¿cómo decirle que 'no' a una sombra que nos acusa por seguir adelante?¿cómo escapar de esa insana envidia a lo que ahora por fin es perfecto, e intocable y más grande que la vida?
Pues con coraje y con furia y hasta con rabia, muertos de mi historia y de LA historia, los siento hirviendo en esta sangre, la de mi cuerpo, la de mi vida, la que está llena de sueños propios y camina consciente y amorosa hacia su propia despedida, sangre sagrada y viva con la que exorcizo todos sus fantasmas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario