miércoles, 23 de noviembre de 2011

Femeniña y naturral.

Miles de años contra una era sin fin. La era de los cuidados maternales que se te clavan en la nuca y te revientan las sienes cuando todo parece ser punta de lanza y verga al poniente.
Te cuesta tanto dejártela poner. Aprender a recibir el diezmo por ser la carne caliente de los sueños.
Otra cuestión sería si las cosas fuesen diferentes -me río sola porque todavía sé jugar con ese decir de nadas repicando entre los dientes.
Hay una rima que se escurre entre renglones marcando el ritmo de la vida. Un adn reptante y malhablado que se suena los mocos contra el polvo del camino dejando un reguero de pegote y verde de lo más parecido a un sembradío. Contrasurco en alto relieve que se para en puntitas de pie para notificar al sol a todas luces que las estrellas brillan mejor en medio de lo oscuro.

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