miércoles, 30 de noviembre de 2011

Bonaerensis


Derrotero conurbano
de mate en vereda y faso esquinero
terracitas ferroviarias donde la tarde cae de rodillas oxidadas
frente al templo abandonado de una mujer,
donde dos nenas dejan ramitos de manzanillas
y pierden un poncho.
Noches estacionarias
en las pancherías del buen morir
buscando librerías inexistentes
de esas que solamente atienden
en el centro.
Amaneceres en la jungla de baldosa vainilla
donde aves ignotas pegan alaridos ante la luz
gritos tan agudos como los de nuestros ojos
que al partir de lo oscuro se florecen.
Bondis roñosos
boleto sobrepreciado
baldíos meados
y la luz dorada del otoño
en el paraíso denfrente.

En territorio conurba
la promesa tiene el sonido sordo
de una ruta cargada,
de una autopista que arde
y de una vía infinita
que nunca se alcanza.

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