miércoles, 22 de junio de 2011

Nacimientos.

Nos resistimos a nacer.
Creés temerle a la muerte
pero básicamente
le rajás al nacimiento.

Todos los discursos todos
acerca de lo que nace
espléndido
radiante
poderoso.

Pero la realidad,
la que te da pavura,
es que todo lo que nace
nace sucio
pegajoso
confundido
vacilante
en necesidad de cuidado
o guía
o ala amable,
carnita tierna y lenta
frente a la sublime maquinaria predadora.

Por eso, encantados con las instancias de la muerte,
las repetimos,
convertimos los adioses en poema,
las ausencias en shou de tevé.
Las revivimos una y otra vez
contentados en el dolor conocido.
Y nos resistimos a nacer.

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