lunes, 11 de julio de 2011

mambl rambl

Sangra. Otra vez sangra. Y primero pienso 'neh'. Pero después sí, total, quién mierda puede distinguir entre una construcción poética o ficcional y un pedazo de biografía cuando todo viene endulzadito con la pátina pegajosa de las visiones de siempre. Amanecer, chicas que caminan hacia el alba o ya, exitosas, habitan el poniente. Nacimientos, libélulas, jazmines, espada, caravana y niña sagrada centro del mundo y reconstructora de la carita de los muertos. Tooooodo eso. Más la mezcla entre el rioba y la academia, y algún aguijoncito irreverente para que no parezca que parezco demasiado.
Por eso puedo decir que sangra, que otra vez sangra, sin temor a que me lean el rostro (sigo reciclando frases viejas) mencionar horizontes luminosos, caminos de promesa, hombres y mujeres que laboran bajo el cielo azul y un puño rojo se levanta contra el cielo negro y esas letanías que suelo decir.
Sangra; la princesita descastada tiene las llaves del camino.
-sangra- camina deseo entre tus piernas.
s a n g r a //: muy señora mía
SANGRA -otra vez sangra- mujer despoblada de los rituales del amor
sang-ra (escenas guionadas repeticiones disciplinadas del supuesto descontrol)
las palabras el amor lo cierto y todas sus chotas distancias, sangra.
Es entonces que, por ende, básica, pura y simplecitamente abuso de los conectores lógicos y discursivos que te (en)causan la mirada.
Triunfante, sabedora de que esto es ficción o poesía y nunca podrás tocarme vuelvo a decir, para que no me escuches y ni te enteres del ser real que patea con los dedos estas teclas, envuelta en este decir algodonado (aunque parezca que no)
Sangra.
Sangra otra vez.
Y me traicionan los deícticos.

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