lunes, 11 de julio de 2011

mambl

Es el zumbido neutro del mundo en el cuerpo cansado. Ojos pesados y una boca que no se resuelve a cruzar las palabras.
No sé muy bien qué escribo, trato de replicar las idas e idas de voces en la cabeza que es mía -las voces en la cabeza otros pueblos reconocían voces en diferentes partes del cuerpo en caso de que me sucediera es porque me habré vuelto aún más extranjera?
Prosigo.
Esas marcaciones ultraconvencionales que hago para fingir que retomo un hilo en realidad inexistente, acaso los hilos conductores sean puramente eso la pose de que sé de qué hablo y que las escapadas a cualquier parte están justificadas ya sea por el estilo o por algún cinismo elegantón que me cae como anillo al dedo.
Pero el zumbido persiste, y es otra mise en place con los ingredientes dispuestos para volver al principio de la palabra para hacer como que nunca dejé ese lugar para demostrar la firmeza de criterio o lo certero del trazo de cuchillos conceptuales y toda esa maquinola pensante que se lamenta por no poder enfrascar más que a lo que ya se ha escapado.
Gatito capón. Gordito gatito capón, el desconcierto de una asociación que pasa por juego de palabra pero está tejido por imágenes de las que nunca te he hablado, la magia secreta que hace que una cadena asociativa de lleca parezca un ejercicio sublime de la imaginación. 
El secreto de la puesta en escena. Las palabras y sus modos de decir, todos ellos sin rango entre los dedos los ojos entrecerrados el zumbido el cuerpo el mundo
enumeración -a propósito descamino los sintagmas, a propósito enumero como balbuceando pero NO estoy balbuceando al menos no todamente
entonces
alguna frase sobreviene
una frase en latín mientras a mis espaldas un personaje de ficción explica por mayonésima vez que el asunto no es por qué mata a algunas personas sino por qué no mata a todos y lo dice en inglés que es el sonido mudo que más me acompaña cuando estoy
acá

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