domingo, 25 de septiembre de 2011

Doméstica: con fritas.


Se me quemó el pancito, y se doró por demás la hamburguesa de pollo. EL mundo se vuelve crujidor y mis dientes tipean letras inanes sobre las paredes de la cocina-living-estudio-comedor-mazmorra mientras mi mente cita pequeñas citas de autores ignotos que usan la palabra inane y aún así como yo desconocen qué significa.
Resumiento: googleo pancito googleo hamburguesa y la wiki-al-pedia me cuenta cosas interesantísimas tanto que no recuerdo que en realidad buscaba otra cosa pero si esto me satisface es que evidentemente cita y de repente brilla la luz de la memoria a sabiendas de que lo que altamente se ilumina altamente enceguece y genera oscuridades más o menos insondables que hacen prácticamente imposible retomar el hilo pero como me paso por el orto las determinaciones teóricas acerca de lo práctico vuelvo a mi pancito quemado que reclamo como mío básicamente por el fuego sometedor al que en mi mazmorra conurbana lo he nacido y la verdá que para resumen esto resulta algo extenso y poco proclive a detectar los puntos candentes de un tema que de todos modos abordo entrando y saliendo como aguja en ojo bueno o aceituna en hemorroide y claro dirás pero qué fértil o pútrida imaginación la de esta chica lo dirás sí por desconocedor de los caminos colectivos que construyeron estos códigos secretos y por ignorar estos ojos ni mansos ni nuevos que ya no condicen con la palabra chica.
Entonces, el pancito yace quemado y ahora partido, expectante de su destino sánguche. Para que no sea menos, la hamburguesa rebosada se abre en dos dejando salir un rezumo de espinaca. Y eso es, más o menos, lo que dispara estas palabras.

(El lenguaje no merece tanto mimo. Con dos o tres pataditas en el culo, ponedlo a andar en pos de las cosas de este mundo y las visiones maravillosas de lo posible. Prestad atención a las fechas de caducidad. Como buena ama de casa o matriarca tribal, no dejaréis que vuestra gente lea mierda.)

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