domingo, 11 de septiembre de 2011

Puños y letras.


1. Tengo estos puños. Miralos. Miralos bien.
Que las uñas estén pintadas del color de los pequeños ponis no es la cuestión.
Vos confiate nomás, total, por mí...
Confiate en las formas suaves y las palabras musicales que me rodean. Creé afablemente que este par de puños agnósticos y ácratas van a trabajar en tu nombre. Creé que operaré en tu servicio. Vos, que te adornás con el perfume barato de los grandes objetivos y la naturaleza mesiánica de tus declamaciones.
Fumá. Fumá tranquilo, descansá en los pilares de estos puños que hace décadas se visten con los dos mismos anillos y un persistente sentido secreto.
Ya sé, no entendés esa clase de coherencia interna. Solamente los esperás predecibles en el retorno de la inversión o en la chupada de pija que te es vital para conocer algo placentero.
Ponete cómodo. Esperá tranquilo. Contá tus vaquitas (profundamente ajenas). Sumá las piezas de tu discurso (autocomplaciente y sin arraigo en lo real). Elegí una de las opciones que mejor describa cómo te percibís:
a. Socialmente responsable
b. Innovador/a y estratégico/a
c. Ecológico/a y sustentable
d. Un/a tremendo/a pelotudo/a que no tiene idea acerca de cómo lograr todas esas cosas que lee en las revistas de gestión pero por las dudas se aprendió el vocabulario de memoria.
Para finalmente ser lo que sos: un animalito carroñero reidor tratando de copar la leonera, matando cachorros ajenos y dando por sentado el sentido de esos puños que te parecen dóciles aunque no termines de entender por qué forman parte de un cuerpo ROJO y NEGRO.
Por eso, como ventaja te digo. Miralos.
Miralos bien.
Mientras te quede el poquito de calma que resta entre este tiempo, y el tiempo de estar despiertos.


2. Busco sangre viva. Sangre en sus venas llevando el batallón químico a cada parte del cuerpo cuando la realidad lo exija.
Basta de espejos a la nada, imágenes congeladas, socialmente operadas, pajerilmente dispuestas para que te sientas un winner o un guacho bárbaro (aburrimiento ante las coreografías del deseo que está bien y es seguro aunque parezca que trasgrede; qué mierda es transgredir cuando la libertad oficial tiene ese discurso normalizador de que la norma no existe y a la vez hay que violarla para ser uno mismo -entonces ser uno mismo es simplemente encarnar la nueva normativa del desborde y luego, tras brutal ocasional descarga, volver al rebaño a producir conformismo- no?).
Por eso busco sangre viva que se entregue a visiones sin nombre, con apodo nomás. Una llamada familiar entre pocos, la razón de la pequeña manada que sin aspiraciones-de se puede volver: universal. O no tanto (veo martillitos caminar cada vez que se aspira a la universalidad uniforme), al menos abierta e inconclusa.
No puedo evitar hacer de cada acto respiratorio un acto político /porque el poder se me mostró de las más impúdicas formas en el mundito privado que existe entre una cocina y una mesa/
entonces
Busco sangre viva. Gente que duda, prueba y aprende. Gente que ríe con la vieja música de los que trabajan la materia, y se ensucia y se duele y llora y se juega a su manera única -descartando el criterio cobarde de ser políticamente correcto pa aparentar-
En estos días, la tristeza tiene la cara de unas pocas nueces.

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