miércoles, 21 de septiembre de 2011

Evidence.


El misterio es el silencio de un cuerpo que se niega a la metáfora.
Entidad no reversible pero sí flexible e insoportablemente artera.
Placenteramente artera.
El lenguaje, nuestro habla, lo viste y lo amansa.
El cuerpo se deja, al menos por un rato.

/lejos de las variaciones lúdicas y lúbricas de la palabra o no lejos sino más bien
desapegada, no deposito en el susodicho don saltarín e ingenioso ninguna de las aspiraciones a lo cierto ni a lo bellamente enunciado siendo que la belleza me nace en la tensión entre lo cierto y lo que digo y no simplecitamente en la más o menos novedosa forma de decir/

Y al rato, el cuerpo no se deja.
Se abre al vacío con la memoria de caricias y de patadas ausentes. Añora sentir, en su forma vaga tanto como en su forma precisa. Se sacude los ropajes que lo enuncian y lo evaden o que evaden su callado reclamo, su hambriento reproche.
Fuerza animal, piel de cachorro, tetitas de virgen sangrante.
Y nada es como si.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario